Podría ser peor
Primero se anunció como un ciclón, una reforma en profundidad de nuestro sistema fiscal. Cuando tocó tierra -a discutirse entre los partidos-, cambió a tormenta ... tropical, a un retoque mínimo del IRPF y cambios de cierta entidad en el de Sociedades. Ahora, parece que se ha convertido en una suave brisa marina, una vez constatada la imposibilidad de llegar a algún acuerdo profundo entre los socios que sostienen al Gobierno Vasco y a las diputaciones forales.
¿Es eso malo? No creo. Me da que la alternativa era peor. Si las condicionantes políticas impiden una rebaja de la presión fiscal, destinada a aumentar la base imponible, evitar la huida de personas físicas y favorecer la llegada de personas jurídicas, es mejor dejar las cosas como están. Los empresarios no están de acuerdo con un esquema fiscal que es peor que la mayoría de los vigentes en el entorno europeo, pero ya saben que cualquier situación mala es susceptible de empeorar.
Máxime, cuando todo eso sucede en un momento de aumentos apreciables de la recaudación, que se produce gracias a la mejora general de la economía. Los críticos con el Gobierno central aseguran siempre que esta mejora no llega a los ciudadanos. Bueno, pues ya vemos que, al menos, llega a las haciendas forales y al Gobierno Vasco. Algo es algo, y no olviden que éstos lo canalizan después hacia los ciudadanos.
El reparto de papeles entre unos agentes sociales que proporcionan el ingreso y unos entes políticos que distribuyen el gasto está bien pensado. Pero se producen disfunciones, cuando la siguiente conclusión determina que los encargados de distribuir el gasto se encargan también de fijar las condiciones del ingreso. ¿Se imaginan que fuese al revés? Me dirán que eso es, precisamente, lo que sucede, pues es cierto que quienes pagamos impuestos elegimos a quienes distribuyen el gasto y fijan las condiciones del ingreso. Ya, pero a la vista está que, una vez investidos de la autoridad, piensan bastante más en cómo incrementar el ingreso que en cómo racionalizar el gasto. Conclusión: de lo primero se va a encargar la coyuntura. De lo segundo, nadie. No hay planes.
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