Gipuzkoa destruye 913 empleos en la industria en agosto, el séptimo peor mes desde 2009
La estacionalidad y temporalidad del sector explican el mal dato en el área que mayor número de afiliados concentra en nuestro mercado laboral
Si Alemania estornuda, Europa enferma. Este axioma vale también para la industria, ya que si su actividad sufre provoca también un efecto cascada en el ... tejido económico de Gipuzkoa. Las alertas están encendidas por si es lo que acaba sucediendo en nuestro entorno cercano después de la última estadística del mercado laboral que hemos conocido esta semana. Y es que nuestro territorio ha destruido en agosto todo el empleo creado en 2025. Una sangría de 6.300 puestos de trabajo que ha tenido su explicación, sobre todo, en la Educación pero también en la industria manufacturera.
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Según los datos publicados en la Seguridad Social, que ha analizado DV, Gipuzkoa ha perdido 913 cotizantes en este ámbito en el último mes, lo que supone el séptimo peor mes de su historia desde que hay registros –año 2009–. Es decir, hablamos de 200 meses. Quince años y medio en los que la industria, que concentra el mayor número de afiliados de la economía guipuzcoana –en torno a 70.000 personas en la actualidad, uno de cada cinco afiliados del total–, ha tenido altibajos y que tiende a concentrar su momento más crítico precisamente en el mes veraniego por excelencia. Un periodo en el que la inmensa mayoría de las empresas cierran la persiana y, con ella, expulsan a su plantilla eventual, lo que alimenta las estadísticas del desempleo.
Así, según los datos de la Seguridad Social, sólo en otros seis de esos doscientos meses Gipuzkoa ha destruido más empleo que en agosto de 2025. Se trata de 2015 con 1.020 afiliados menos; 2012 con 1.006 menos; 2918 con 978 cotizantes menos; 2022 con 942 menos; 2017 con 932 menos, y 2016 con 926 empleos destruidos.
De estos siete meses catastróficos en materia laboral para la industria, seis han sucedido en agosto. Al igual que ocurre con la Educación, el factor estacional es decisivo en este comportamiento. Muchas fábricas –especialmente del sector de la metalurgia, automoción y máquina herramienta, muy presentes en Gipuzkoa) reducen o paralizan su producción durante dos o tres semanas. Ello se traduce en bajas de afiliación a la Seguridad Social con contratos temporales que finalizan.
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La estructura del empleo industrial también es una de las causas. El empleo temporal o eventual es más vulnerable a ajustes en los meses de parón. Al parar la producción, se rescinden contratos de refuerzo, que luego suelen reactivarse en septiembre. Una tendencia que también sigue Educación con el inicio del curso escolar.
La industria está sufriendo el enfriamiento de la demanda exterior, especialmente de Francia y Alemania
A estos factores de carácter estructural, que son cíclicos y por tanto previsibles, hay que sumarles otros coyunturales. Que son los más preocupantes. Por un lado, la industria está sufriendo el enfriamiento de la demanda exterior, especialmente de sus principales clientes: Alemania y Francia. Precisamente esta semana han salido a la luz los datos del PIB relativos al segundo trimestre, que ya recogen el impacto de la guerra arancelaria. El país teutón retrocede tres décimas, mientras que en Francia el ascenso ha sido de un pírrico 0,3%.
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Finalmente, la transición energética y la incertidumbre en sectores tractores como la automoción también están pasándole factura a la industria guipuzcoana. Además, la subida de costes energéticos y de materias primas en los últimos años han presionado márgenes.
Motor económico
La industria es el auténtico motor de la economía guipuzcoana. Además de ser la mayor fuerza laboral, arrastra a una extensa red de pequeñas y medianas empresas, talleres auxiliares y servicios especializados que dependen de su actividad. Sectores como la automoción, la máquina-herramienta o la metalurgia generan un valor añadido muy superior al de otros ámbitos y aportan una parte decisiva a las exportaciones, que son la principal ventana de Gipuzkoa al mundo.
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Su importancia va más allá de las cifras de empleo directo. La industria es la que marca el pulso del resto de la economía: cuando reduce producción o destruye empleo, se resiente la demanda de transporte, de logística, de servicios profesionales e incluso del comercio local. Por eso, los analistas siguen con especial atención cualquier signo de debilidad en el sector: porque un retroceso industrial, aunque sea puntual, suele ser un aviso temprano de tensiones más amplias en el tejido económico.
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