El pim, pam, pum de Irribarria
El de Arama regresa a la final del Manomanista tras ganar el partido menos peloteado de esta edición | Cimentó su victoria en saques bien dirigidos, una pegada fuera de lo común y una solidez que dejó sin opciones a un Elezkano II dominado
Iker Irribarria nació para el mano a mano en toda la cancha. Es cierto que Danel Elezkano le buscó las cosquillas en media docena ... de ocasiones al atacarle al ancho, donde el de Arama evidenció problemas para meter la cintura y devolver la pelota al frontis en condiciones. Posiblemente sea su punto débil, pero posee virtudes que ocultan esa carencia. Porque en realidad no hay pelotari capaz de provocar quebraderos de cabeza desde más allá del cuadro seis. Cuando estás tan lejos del frontis, basta con hacer buena.
Irribarria regresa a la final del Manomanista, a la que solo ha faltado en una ocasión desde que compite en Primera, gracias a un contundente y convincente triunfo por 12-22 frente a un Elezkano II reducido a la mínima expresión por un pim, pam, pum sin tregua. Los dos rebotes cobrados por el goierritarra, el primero en el 5-11 merced a un extraordinario zurdazo y el segundo en el 7-12 con un derechazo imponente, fueron el punto culminante de una actuación completa y sin fisuras. Otros tres o cuatro zambombazos habrían terminado en el mismo lugar de no mediar otras tantas acciones de defensa desesperadas de Danel.
«Hay pelota», escuché a un pelotazale. Había, por supuesto, como ha sido tradición en el Manomanista. También caminaba sobre la cancha un Irribarria enérgico al que no puedes dejar pelotas a placer dentro del tres. En ese caso, si goza de zurda como ayer o como lo hizo contra Altuna III, la manda a botar al siete o más lejos. Si les hace lo mismo a las pelotas gastadas del calentamiento, calculen qué pasa con las nuevas del partido.
Irribarria lució más argumentos que la pegada. Le añadió seriedad y solidez. No perdió un solo tanto hasta el 11-18, un intento de dos paredes de zurda con un sotamano de costado. Demasiado complicado para acabar bien. Para entonces ya había encarrilado la semifinal, demostraba una solvencia y una superioridad que solo una reacción insospechada de Elezkano II podía poner en entredicho. Ni siquiera hubo asomo de tal.
Además, el de Arama acertó a sacar como no lo había conseguido en ocasiones precedentes. Ni siquiera frente a Jokin Altuna en cuartos de final. Dirección casi perfecta. «Ha metido dieciocho de sus veintidós saques a la pared izquierda. Y no los ha colocado con mucha pared, sino cerca del punto exacto, donde se hace daño de verdad al restador de aire», explicaba un pelotazale que entiende fundamental esa arma para la final contra Mikel Urrutikoetxea del domingo 2 de junio en el Bizkaia de Bilbao. «Si saca igual de bien, la txapela es suya. Estoy convencido».
En dos de sus tres tantos de saque, Elezkano II no llegó a meter la pelota en su mano izquierda por la dificultad que entrañaba eso mismo. No digamos ya devolverla al frontis. La buena dirección de sus primeros disparos le proporcionó ocasiones pintiparadas para acosar al de Zaratamo desde dentro del cuadro tres, sin necesidad de arriesgar en busca del sotamano, la volea, el gancho o la parada al txoko. Actuó con sosiego. Le funcionó.
Como la derecha. Metió bien la cintura y cruzó la pelota para quebrar la defensa de su oponente. La confianza en su brazo menos malo le permite recorrer menos metros lateralmente, ahorrar esfuerzos y, por si eso fuera poco, hacer daño.
Precisamente el saque fue una de las cruces de Danel Elezkano. Ganaba 2-0 cuando se dirigió a ejecutar el segundo de sus saques -logró el 1-0 al resto- y lo mandó por encima del fleje de la pared izquierda en su intento de cruzarlo lo más atrás posible. Se le marchó arriba. Desapareció ese saque envenenado que tan buen resultado le dio en la edición de 2018 y que Oinatz Bengoetxea catalogó como «el mejor posible» para esta disciplina. Irribarria pudo restar con relativa comodidad, sobre todo de volea, si bien falló las dos veces que reculó para ponerse a bote.
Elezkano II
12
-
22
Irribarria
-
Tiempo de juego: 35 minutos y 13 segundos. 6:56 de juego real.
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Pelotazos a buena: 153.
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Tantos de saque: Elezkano II, 2; Irribarria, 33.
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Faltas de saque: Elezkano II, 1; Irribarria, 0.
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Tantos hechos: Elezkano II, 8; Irribarria, 13.
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Tantos perdidos: Elezkano II, 5; Irribarria, 2.
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Tiempo de juego: 35 minutos y 13 segundos.
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Marcador (primera cifra para Elezkano II): 2-0; 2-3; 3-3; 3-9; 5-9; 5-11; 7-11; 7-16; 10-16; 10-18; 11-18; 11-20; 12-20; 12-22.
«Quería sacar largo y, si restaba de volea, ir a por el aire». Relató así Elezkano II su estrategia de salida. Apenas tuvo ocasión. Su producción de tantos de saque-remate quedó reducida a tres, dos de ellos de gancho. Insuficientes para inquietar al favorito, a un pelotari que tomó el mando con facilidad cada vez que entraban en el peloteo. «Contra un pelotari como Iker tienes que aprovechar las pocas oportunidades que se te presentan. Y no lo he hecho», confesó Danel Elezkano.
Si ante Altuna III necesitó Irribarria dar un paso adelante para culminar su incontestable dominio del peloteo, ayer recurrió en contadas ocasiones al remate. Se limitó a una parada de volea al txoko y un gancho. Junto a otra acción apurada en el rincón, no exenta de discusión por lo que determinaron los jueces. Aparcó las dejadas y las voleas para cuando hagan falta de verdad.
Ay los jueces...
Los jueces, vizcaínos en una semifinal disputada en suelo guipuzcoano, tomaron dos decisiones acompañadas de polémica. Menos mal que el marcador era claro... Dudaron en una volea de Elezkano II que pegó en la chapa, si me apuran unos centímetros más abajo, y que en un primer momento dio la sensación de que entendieron como buena. Con incertidumbre, pero acertaron. Ocurrió en el 10-17.
Fallaron, sin embargo, en el 12-21, más confuso y otorgado a Irribarria cuando en realidad debió significar el 13-20 para Elezkano II. Lo reconoció el zurdo de Arama. «Creo que he llevado la pelota al segundo bote. Le he dado con los ojos cerrados. Y al venir del frontis, no tenía sitio para apartarme, y me ha tocado la pierna». Por lo tanto, piedre. Doble error de los jueces en la misma jugada. Puede pasarle a cualquiera.
A este Manomanista le resta un solo capítulo, la final entre Urrutikoetxea e Irribarria, la misma de 2016. Desde 2013 nadie ha ganado dos txapelas consecutivas. Tampoco este año. Ahora bien, uno de los dos ganará su segundo título.
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