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Amine, en un entrenamiento con sus compañeros del Ampo Ordizia. ARIZMENDI

La nueva vida de Amine

Llegó en patera de Marruecos con 16 años y tras recorrer varios centros de acogida, Ordizia y el rugby le han dado una nueva oportunidad

Iker Castaño

Errenteria

Jueves, 13 de octubre 2022, 06:32

Es difícil ponerse en la piel de una persona que ha nacido al otro lado del Estrecho y hacerse a la idea de la dificultosa ... hoja de ruta a la que muchos están empujados a vivir, arriesgándose a quedarse en mitad del camino. Si en ocasiones la vida puede resultar complicada, mucho más debe ser arriesgarse a lanzarse al mar en patera y desembarcar en un punto en el que no tienes nada de nada. La historia de Mohamed Amine El Aamrani (Nador, Marruecos, 2001) es un ejemplo de integración con mayúsculas, de quien llegó «sin nada en la mochila» y hoy tiene «el cariño y el aprecio de mucha gente en el pueblo y en equipo de rugby».

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Amine es jugador del Ampo Ordizia y ha transformado radicalmente su vida a través del deporte. Una historia de superación emocionante que ha decidido relatar a este periódico. Una travesía desde el sufrimiento vivido en su ciudad de origen hasta poder iniciar una nueva vida en un lugar «totalmente diferente en el que me han recibido con los brazos abiertos». Como otros muchos, Amine no sabía bien adónde quería llegar pero sí tenía claro que quería tener una oportunidad. Un futuro mejor.

Tras «una vida dura, sin trabajo y mucho sufrimiento propio y de toda mi familia», Amine se enfrascó en la laberíntica decisión de salir de su país para iniciar una nueva etapa con solo 16 años «y todo lo que ello suponía», reflexiona. «La última vez que estuve con mi familia y amigos fue extremadamente duro dejarlo todo», confiesa con tristeza en uno de los pocos momentos en los que no sonríe al relatar lo mucho que ha vivido en poco tiempo.

Junto a «otros migrantes desconocidos» se embarcó en una patera para cruzar el Estrecho con 16 años. Era noviembre de 2018. Lo pasó mal. Las primeras semanas fueron muy difíciles. No hablaba el idioma y no podía expresarse como quisiera.

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«Tres días más tarde ingresé en el centro de menores UBA en San Sebastián y en enero de 2019 me mandaron a otro centro en Segura», relata. Estuvo pasando de centro en centro de acogida hasta cumplir la mayoría de edad. Momento en el que le trasladaron a «un piso de emancipación de mayores en Beasain, junto a seis personas y dos educadores».

Uno de los educadores, Joanes Mujika, «me empujó a practicar el rugby. Cuando nos conocimos enseguida vio que era grande y tenía las características de un jugador de rugby. Me propuso enseñarme y yo le dije que estaba dispuesto», rememora. «Nunca había jugado a rugby. Lo que hacía en Marruecos era lanzamiento de peso», afirma en un perfecto castellano.

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Amine llegó a España con 16 años y tras ingresar en dos centros de menores y un piso de emancipación, recaló en Ordizia en 2020

A través de Mujika, conectó con el club del que es parte en la actualidad, el Ampo Ordizia, al que llegó en junio de 2019. «No puedo estar más agradecido al club, tanto jugadores como entrenadores, delegados y también a la gente del pueblo. Me lo han dado todo desde que llegué», apunta feliz.

«Veo la vida de otra manera»

Ahora ve la luz después de penurias en el pasado. «No tiene nada que ver la vida de antes con la de ahora. Aquí tengo salud, tengo un piso y trabajo, que es lo importante», admite. Cada día acude en coche a su puesto de «soldador en Urretxu y por las tardes me entreno en Altamira». El Ordizia Rugby le ayudó a conseguir un techo y el trabajo.

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Se define como una «persona simple a la que le gusta reírse, disfrutar de la vida y olvidarme de cualquier problema, que suficientes he tenido como para volver a estar en esa dura situación».

«Nada tiene que ver la vida de antes en Marruecos con la que estoy viviendo ahora», admite Amines

Tras dar sus primeros pinitos en el equipo sub18 del club, subió un peldaño hasta llegar a Moyua Goierri M23. Con «perseverancia y creyendo mucho en mí», le llegó la oportunidad de debutar en la máxima categoría estatal con el Ampo Ordizia en la temporada 19/20. «Fueron solo dos minutos, pero recuerdo la emoción y sobre todo los nervios al salir al campo. Me ayudó mucho para seguir mejorando y a confiar en mí», sostiene Amine.

Una temporada después continuó creciendo en el segundo equipo, disputó 60 minutos en la temporada con los mayores y el curso pasado dio el salto superando los 600 minutos entre Liga y Copa del Rey. «He crecido mucho, en parte por mis compañeros que me han ayudado, y eso me alegra». En el Ampo Ordizia hay un nutrido grupo de jugadores extranjeros y «eso me da la posibilidad de conocer otras historias y culturas».

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Ahora, siendo jugador de élite, ve la vida «de otra manera gracias al rugby». Lo único que tiene en mente es recuperarse de la lesión de tobillo que sufrió en pretemporada para ponerse de nuevo la camiseta de juego y «luchar por cada partido como si fuera el último».

Su sueño dice que es «recibir la llamada de la selección española», pero ni el mayor éxito deportivo se acerca a su historia de superación. Tiene presente y futuro.

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