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El equipo de Cabo Verde celebra la conquista de la clasiidicación para el Mundial de 2026. AFP

A luta continua

Cabo Verde se clasifica por primera vez para un Mundial, el mismo año que celebra el 50 aniversario de su independencia de Portugal

Uno de los grandes líderes de las luchas de liberación africanas de la segunda mitad del siglo pasado y padre de la independencia de Cabo ... Verde, Amílcar Cabral, terminaba sus discursos con una frase que quedó grabada en la historia de la descolonización: «A luta continua». La lucha continúa.

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Cabo Verde acaba de clasificarse para un Mundial de fútbol por primera vez en su historia, al ganar 3-0 a Esuatini, antigua Suazilandia. Estará en la cita de Estados Unidos, Canadá y México en 2026. Con apenas medio millón de habitantes, es el segundo país menos poblado en conseguirlo, después de Islandia (unos 400.000) en Rusia 2018. La clasificación llega justo el año del 50 aniversario de la independencia de Portugal en 1975 y Cabral la habría celebrado por todo lo alto. No solo lo habría festejado por orgullo nacional, sino porque era un gran aficionado al fútbol y él mismo jugó. Ni siquiera pudo ver con sus propios ojos la independencia, porque fue asesinado en 1973.

Boavista da Praia, Benfica, Sporting...

La descolonización portuguesa fue tardía. Angola, Cabo Verde, Guinea-Bissau, Mozambique y Santo Tomé y Príncipe no se liberaron del colonialismo del Estado Novo hasta que triunfó la Revolución de los Claveles en 1974. De joven, Cabral jugó en el club Boavista da Praia, que hoy se mantiene en la primera división del país. Estudió ingeniería en Lisboa, donde se hizo aficionado del gran Benfica. Por los africanos Eusebio, Coluna y compañía, pero también por contraposición al Sporting, equipo odiado en Cabo Verde en la época por su implicación en los desmanes coloniales.

En unas islas marcadas por las cicatrices del tráfico de esclavos, utilizó el fútbol para ilustrar la importancia de la unidad en la lucha por la independencia. Comparó a una selección de fútbol, donde jugadores diferentes deben actuar juntos por un objetivo común, con la necesidad de que los combatientes de diversas procedencias trabajen coordinados.

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En 1954, fundó el Club Deportivo y Recreativo de Bissau (la causa de la independencia de ambos países fue de la mano, sus propios padres eran guineanos), hoy desaparecido. «Antes de iniciar la lucha armada –explicó–, decidimos crear organizaciones africanas. Comenzamos creando organizaciones recreativas, ya que era imposible darles un carácter político en aquel entonces porque el colonialismo lo impedía, lo que demostró a las grandes masas de jóvenes que bajo el dominio portugués los africanos no tenían derechos. Esto nos dio más coraje para otras acciones, para difundir otras ideas y para avanzar en la lucha».

Elogió los Juegos Olímpicos por involucrar a atletas de diversas razas y países en una competición en la que, en su opinión, «la victoria no implica superioridad ni menoscaba sus características fraternales». En una ocasión escribió a su esposa, Lena, que «cuando todos los hombres comprendan que nadie tiene derecho a quitarles a otros la oportunidad de vivir, entonces el mundo será feliz y la vida será un vasto estadio olímpico, donde las victorias serán la consecución de mayores bienes para la felicidad de todos, sin distinción. Y yo, Lena, creo que todo esto será posible».

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Cabral sabía que –como ahora en Gaza– el fin de la guerra solo sería el principio del futuro y que lo más difícil sería construir el nuevo mundo, de ahí su advertencia de que «a luta continua», lema de todas las luchas de liberación del África portuguesa, de Cabo Verde a Mozambique. Pensaba que tras la consecución de la independencia el reto principal sería «la lucha contra nuestras propias debilidades. Esta batalla contra nosotros mismos es la más difícil de todas porque es una batalla contra nuestras contradicciones internas».

Medio siglo después de aquellos días históricos, Cabo Verde regresa la primer plano de la historia por una hazaña festiva. Superadas sus contradicciones y convertido en una democracia, el país jugará el Mundial 2026 con todas las potencias del planeta, de igual a igual. Todo el equipo está formado por la diáspora, con futbolistas como Logan Costa (Villarreal), ahora lesionado, Kevin Lenini (Krasnodar), Telmo Arcanjo (Vitória Guimaraes), Bruno Varela (Al Hazam), Jovane Cabral (Estrela Amadora) y el capitán Ryan Mendes (Kocaelispor), entre otros. Cabo Verde ha sido históricamente un gran vivero de futbolistas, que casi siempre han jugado con la selección de Portugal, como Nani, Gelson Fernandes, Rolando Vieira, Manuel Fernandes, Andrade o Rúben Semedo, por citar solo los más recientes.

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Océano, el autor del último gol de Atotxa

También vistió la camiseta lusa el exrealista Océano, autor del último gol del campo de Atotxa, nacido en São Vicente en 1962, cuando Cabo Verde aún era portuguesa. De niño emigró a Lisboa, donde lo captó el Sporting. En 1991 llegó a la Real, donde sstuvo hasta 1994 y dejó un recuerdo imborrable junto a su compañero Carlos Xavier, nacido este en Mozambique en el seno de una familia de origen europeo.

Tras años de altibajos, como advirtió Amílcar Cabral, «Cabo Verde se puede considerar por su estabilidad un país de referencia en África Subsahariana, estando su vida política presidida por la normalidad democrática», según se lee en la página oficial del Ministerio de Asuntos Exteriores español. «Las elecciones generales de 2021 constituyeron un modelo de transparencia, falta de incidencias y ejemplo de buenas prácticas», se añade. Ahora disputará un Mundial de fútbol, un triunfo simbólico de un país que siguió el consejo de seguir luchando.

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