«Quería caló, pero no tanta»
Calor. El Tour de Francia también es calor. No siempre, pero esta carrera se caracteriza por las temperaturas altas. Y por la dificultad. Hay que pelear cada victoria como una final. Lo vimos camino de Saint-Étienne, a un ritmo frenético, bajo una lucha sin cuartel entre el grupo de escapados y los equipos con velocistas interesados en una llegada al sprint. Pedersen impuso su ley y su sed de victoria.
«Ya veréis cuando llegué la caló», advertía Joaquín Galera en el Tour de 1970 mientras íbamos en cola del pelotón. Vaya si llegó. «¿No querías calor, Joaquín?», le recordé unos días después. «Sí, pero no tanta», concluyó. Los dos seguiamos en la parte trasera del paquete.
Entre los consejos que recibí de Ramón Mendiburu, conservo al menos uno. «No tires nunca el primer bidón hasta tener bien amarrado el siguiente». Con uno en tu poder, siempre podías llenarlo en algún sitio, algo imposible si te quedabas sin ninguno.
Eran tiempos más estrictos con el avituallamiento líquido. Para coger agua había que bajar en la fila de coches hasta donde estaba el de tu equipo, y podía ir el vigésimo, muy lejos. Más tarde se dejó que el vehículo pudiera subir hasta la cuarta o quinta posición. Hoy en día la permisividad es mayor, y en algunos casos exagerada por la palanca que hacen los directores desde el coche con el bidón. No me gustan esos excesos.
El Tour ha sido una referencia en estos temas, pero fue el Giro el que empezó a señalizar las fuentes con carteles colocados un kilómetro antes. Fue en Italia donde Linares paró a coger agua y de repente recibió un empujón. Se giró con cara de pocos amigos. Vio a Eddy Merckx. «¿Aquí también quieres ser el primero?», le espetó con una mirada amenazante. El 'Gorilón' no se apartó hasta que dejó seca la fuente.
Hoy llegan a Mende, a una subida explosiva que le conviene a Pogacar. Intentará arañar unos segundos.
