La liebre salta por donde menos esperas
Cuatro corredores del mismo equipo afectados por dos caídas distintas en apenas dos o tres kilómetros. La liebre salta por donde menos esperas. Que se lo digan al Jumbo. Kruijswijk, accidentado, es baja y se une a la de Roglic en la salida. Menos mal que Van Aert solo tuvo que poner pie a tierra. Le ha costado levantarse a Benoot y por un momento ha dado la impresión de que se había hecho daño. El propio Vingegaard en el suelo, parece que sin consecuencias. De momento ya hay igualdad numérica entre UAE y Jumbo.
El ataque de salida de Van Aert a 200 kilómetros de meta me parece un ejercicio de excentricidad a estas alturas de la carrera y con tanto en juego para su equipo. No me sorprende que el director le mandara parar. Imaginen esa doble caída con el maillot verde en fuga. Era un momento en el que cualquier ayuda era poca para Vingegaard.
Las temperaturas son muy altas. Menos mal que los ciclistas tienen litros y litros de agua a su disposición. Antes decían que era malo echarse agua por la cabeza. Que se lo pregunten a los de ahora. Un día que Martín Piñera ganó solo por la zona de Almansa, Raúl Rey se hizo con un botijo y todos íbamos a su alrededor esperando a que nos lo pasara. Gallego tenía una manera peculiar de hablar porque sacaba hacia fuera el labio inferior. «Cuando llueve, a mí no me entra agua en la boca», le buscábamos la contestación. «A mí, sí», replicaba.
He conocido detener el pelotón por la nieve en la Itzulia, en la París-Niza y en la Tirreno; por el granizo en una premundial entre Francia y Suiza, donde acabamos con chichones; y por el viento en una Vuelta a España, en un puente entre Asturias y Galicia que pasamos protegidos por todos los vehículos de la carrera. Pero nunca en mi vida he visto neutralizar una prueba ciclista por el calor. Los futbolistas ya disponen de paradas técnicas. ¿Valdría para el ciclismo?
