Ikurriñas al viento
Llegan los Pirineos y con ellos vuelven magníficos recuerdos. La mayoría, y los mejores seguramente, como ciclista. He vivido mis momentos más bonitos en las ... etapas de los Pirineos, sin grandes resultados pero protagonista siempre en estas montañas donde la gente de casa y todos los euskaldunes nos arropaban. Como corredor, ha sido un placer y un orgullo correr esas etapas. Y como director, una auténtica exigencia por el deseo de corresponder con un gran triunfo en casa a ese excelente público, el mejor del mundo.
Cuando disputé mi primer Tour, en las filas del equipo Gewiss, dos autobuses de seguidores se desplazaron desde Oñati a animarme. Cuando mi compañero Minali veía una ikurriña gritaba «ahí están los del pueblo de Jon». Oñati tiene 11.500 habitantes y allí había muchísimos más vascos. Pero como decía Minali, ese es mi pueblo.
Al margen de viejos y bonitos recuerdos, el Tour afronta las bonitas etapas de los Pirineos, donde creo sinceramente que la carrera va a quedar sentenciada a favor de Pogacar o dará un vuelco para convertirse en cuestión de dos corredores. Siempre espero mucho de Vingegaard, aunque si soy realista creo que va a ser muy difícil desbancar al esloveno, gran favorito. La cronoescalada de Peyragudes del viernes puede marcar un antes y un después en este Tour de Francia. Si Pogacar asesta un nuevo golpe, puede resultar definitivo.
Me queda la pena de que la afición vasca solo pueda apoyar a dos de sus corredores, Ion Izagirre y Alex Aranburu. Echo en falta un equipo nuestro en el Tour de Francia. Con ilusión y mucho trabajo volveremos a estar ahí.
Que sepan Vingegaard y Pogacar que todas las ikurriñas no proceden de Oñati, pero que van a sentir el calor de la mejor afición del mundo. Les van a animar igual pasen primero o segundo. Veremos un gran espectáculo y seguro que de nuevo habrá un montón de ikurriñas al viento.
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