Derrotado, no rendido
Memorable. Ciclismo con mayúsculas. Desde el primer centímetro hasta el último. Un metro le bastó a Van Aert para lanzar su ataque e iniciar la ... maniobra para que Vingegaard tuviera un compañero por delante listo para ayudarle. El belga se comió a bocados dos colosos como el Aubisque y el col de Spandelles. Y fue capaz de asfixiar a un escalador como Pogacar en los últimos cinco kilómetros de Hautacam. Inmenso.
Pogacar cayó derrotado con todos los honores. Perdió, pero no se rindió en ningún momento. Lanzó cinco ataques de verdad. Nada de demarrajes para mirar hacia atrás unos metros más arriba. Sostuvo el ritmo para buscar el fallo. En balde. Vingegaard respondió a cada una de las ofensivas del esloveno y esperó paciente. Escribía ayer que Pogacar necesitaba arañar un minuto al líder para llegar con opciones verdaderas a la crono. Sucedió justo lo contrario.
Hasta los descensos tuvieron su miga. Vingegaard se salvó de milagro de una caída por empezar a pedalear antes de acabar la curva. Los dos iban al límite y Pogacar se salió en otra revuelta. Quiso dar una pedalada antes de volver al asfalto, le derrapó la rueda trasera y al suelo. Bonito detalle el de Vingegaard, quien con Van Aert por delante pudo aprovechar el incidente para distanciar a su gran rival. Optó por esperarle, aunque sabía que no acababan allí las hostilidades.
Para Movistar la jornada no fue memorable, sino una pesadilla. Mucho me temo que en la Vuelta les va a tener que salvar la papeleta el de siempre. O sea, Valverde. Sería el colmo.
Conozco como espectador Hautacam, en cuyo último kilómetro vi en 1996 subir en plato grande a Riis el día que Indurain dijo adiós a la posibilidad de ganar su sexto Tour. La siguiente etapa concluía en Iruñea y estaba previsto rendir un homenaje al gran Miguel. Nuestro plan era ir al puerto de Larrau. Desistimos. Nos llevamos tal disgusto, que decidimos regresar directos a Donostia.
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