Ciclismo
Alustiza cuenta su experiencia en el Trans-Himalaya del Tíbet: «Cuando aterrizamos nos recibieron con bombonas de oxígeno»Nicolas Alustiza ha sido el mejor Euskaltel-Euskadi en la Trans-Himalaya, donde les recibieron al aterrizar en el Tíbet con bombonas de oxígeno
«Cuando aterrizamos en Lhasa, la capital del Tíbet, nos recibieron con bombonas de oxígeno. Ahí nos dimos cuenta de que esto de la altitud ... iba en serio». Son palabras de Nicolas Alustiza (Zumarraga, 22 años), el mejor Euskaltel-Euskadi en la Trans-Himalaya Cycling Race que ha disputado el equipo naranja a los pies de los grandes colosos del planeta.
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La batalla por obtener el máximo posible de puntos UCI para ganarse el derecho de ser invitado para la Vuelta a España ha llevado al Euskaltel a tierras asiáticas por cuarta vez esta temporada. En la mitad de esas expediciones, en dos, el guipuzcoano ha estado presente. En abril participó en el Tour de Hainan, una isla al sur de China, pero el viaje al Tíbet poco tenía que ver con esa primera incursión china, ya que la Trans-Himalaya se ha disputado en cuatro etapas prácticamente llanas y a más de 3.500 metros de altitud.
Los equipos llegados de Europa no están acostumbrados a esa altura, razón por la que el Euskaltel y Alustiza estuvo en julio concentrado tres semanas en Sierra Nevada. «Está a 2.300 metros, y aunque es un punto intermedio entre donde vivimos y a donde íbamos, esto ha sido otra cosa», expresa al otro lado del teléfono horas antes de subirse al avión que le trasladará de Tíbet a Madrid haciendo escala en Pekín.
«Estuvimos tres semanas concentrados en Sierra Nevada a 2.300 metros para hacernos a la altitud, pero esto ha sido otra cosa»
La última etapa partió de Jianjzi, una ciudad que se encuentra a 4.022 metros de altura sobre el nivel del mar. A excepción de la primera, que se desarrolló ligeramente por debajo de los tres mil metros, todas han discurrido por encima de los 3.500, un factor clave en el rendimiento de los deportistas. «Los primeros días fueron mortales, te subías a la bici y a partir de unos ciertos vatios el pulso se aceleraba y se mantenía constante sin llegar a tus máximos. Era muy incómodo, una sensación de agobio y de agonía constante». Estar tres semanas en altitud en Granada no evitó el contraste que suponía estar casi al doble de altura, y por eso les recibieron en el aeropuerto con bombonas de oxígeno y los equipos contaban con máscaras para después de las etapas.
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Además, esa falta de aire respecto a lo que estamos acostumbrados también tuvo su consecuencia en la velocidad de la carrera. «Las medias han sido muy altas todos los días porque la bicicleta encuentra menor resistencia y corre más». Los promedios de velocidad por etapa han sido de 49,2, 47, 50,8 y 51,9 kilómetros por hora. Además, el kilometraje ha sido muy escaso, 420 kilómetros en total y el primero de la general ha hecho un tiempo de ocho horas y media.
16 puntos, un botín escaso
A nivel deportivo, el objetivo del Euskaltel-Euskadi era meter a varios corredores en los primeros puestos de la clasificación general para acumular los máximos puntos UCI posibles. El equipo naranja debe terminar la temporada entre los treinta primeros para aspirar a ser invitado a las grandes vueltas en 2026 y actualmente se encuentra fuera de ese corte por más de 600 puntos de diferencia. «La idea estaba clara, disputar la general con Jon Aberasturi porque le venían muy bien las etapas». Sin embargo, la carrera pronto se truncó.
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En la primera etapa, la que tenía algún repecho que podía plantear cierta dificultad, Aberasturi y López de Abetxuko se fueron al suelo a 23 kilómetros de meta. «Eran nuestras dos bazas importantes y ya empezamos con mal pie. Yo conseguí entrar en un grupo perseguidor de unos quince y a partir de ahí solo nos quedaba buscar ganar posiciones a base de las bonificaciones de los sprints intermedios y de las metas». Alustiza fue noveno en esa primera etapa que marcó el resto de la carrera.
«La bicicleta encontraba menor resistencia porla falta de aire, la última etapa la hicimos a52 kilómetros por hora»
En las tres jornadas restantes, todas planas y sin dificultades, «hemos jugado nuestras bazas de intentar meternos en las escapadas, pero al final el terreno, al ser completamente llano, da poco juego para la fuga y es muy difícil que llegue por la fuerza que tiene el pelotón». Incluso la cuarta etapa tenía un desnivel negativo con un terreno favorable constante. «Había un pequeño repecho, del 2-3%, insuficiente para romper la carrera. Íbamos por el valle, al lado del río, y no había prácticamente ninguna subida que pudiera marcar la carrera».
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El resultado ha sido que Alustiza terminó duodécimo en la general, el mejor del Euskaltel, y Aberasturi, vigésimo segundo. El velocista gasteiztarra, que perdió 23 segundos el primer día, fue después cuarto, tercero y séptimo en las siguientes etapas, lo que sin la caída inicial le hubiera permitido terminar entre los diez primeros y sumar más puntos. Sin embargo, el botín con el que ha vuelto el Euskaltel del Tíbet, 16 puntos, ha sido muy escaso.
Lejos de pensar que el nivel en un calendario alternativo podría ser bajo, Alustiza ratifica que tampoco es fácil brillar en carreras de este tipo. «Parece que vienes aquí y que te vas a encontrar mucho menos nivel, pero hay equipos que vienen a por lo mismo que nosotros, a por los puntos. No es el mismo nivel de Europa, pero hay equipos potentes que están acostumbrados a competir a esta altitud y en este tipo de carreras».
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