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Varios de los participantes en las Anoeta 4 Orduak que se celebran hoy en el velódromo Antonio Elorza posan en el hotel Amara Plaza.
CICLISMO | ANOETA 4 ORDUAK

Un velódromo bañado en oro, plata y bronce

Muntaner-Torres, Scotson-Edmonson, De Ketele-Grasmann y Thomas-Kneisky, el grupo de los elegidos

BENITO URRABURU

Sábado, 21 de marzo 2015, 09:11

Pasaremos de un torrente visual de maillots arco-iris, a una lluvia de estrellas de oro, plata y bronce, y también de anillos olímpicos. Es decir, que la primera edición de las Anoeta4Orduak, que se celebran hoy en el velódromo Antonio Elorza, estarán plagadas de figuras de la pista a nivel mundial.

A ellos se unirán un buen número de corredores vascos, y estatales, para configurar un programa lo suficientemente atractivo como para poder decir que en muy pocas ocasiones se ha reunido un grupo de tanta categoría sobre el cemento de un velódromo que ha visto cómo han desfilado por él muchos de los nombres más importantes del ciclismo mundial.

Con la cercanía que dan los mundiales de pista, con un ritmo de competición que todavía conservarán muchos de los participantes, con unas ganancias que irán en función del resultado deportivo final, los organizadores, Kirolean, han conseguido, antes de que la prueba se ponga en marcha, muchos ingredientes para lograr cuatro horas de un espectáculo muy intenso.

Porque eso, finalmente, serán las Anoeta4Orduak, una sinfonía de pruebas ciclistas, masculinas y femeninas, humor, bertsolaris, remo, gimnasia, música, luz, mucha luz, y veremos hasta el corte de un coche. Todo ello con agilidad, con una cierta rapidez para lograr que los espectadores tengan pocos momentos para poder pensar. Es bueno, de vez en cuando, dejarse llevar por lo que podemos observar, sin pensar en nada más que eso.

¿Qué podemos ver en la pista a nivel ciclismo? Emoción, seguro. Con catorce parejas presentes, ocho de ellas extranjeras, no será fácil abstraerse del dominio que puedan ejercer nombres como los de Kenny De Ketele-Grasmann, Jesper Morkov-Alex-Rasmussen, Thomas-Kenisky o Scotson-Edmonson, tres parejas a las que debemos añadir la que configuran los dos mallorquines campeones del mundo de madison (americana) en 2014, David Muntaner y Albert Torres, el corredor de Ciudadela (Menorca) que pueden rivalizar al máximo con las tres parejas citadas anteriormente.

Entre ellos deben de estar los ganadores de las Anoeta4Orduak. Otra pareja que lo debe de hacer muy bien es la que forman Asier Maeztu y Unai Elorriaga, al igual que Lampater-Kalz, Gibson-Burke o Wood-Lawlless. Estamos hablando de catorce dúos en los que no hay apenas ninguno que no domine la pista.

Un mundo nuevo

El 'problema' es que cuando se habla de campeones del mundo, de especialistas en Seis Días, la lista de figuras es tan grande y el conocimiento de muchos de los participantes tan amplio, tanto de sus virtudes como de sus defectos, que se presume una igualdad que sólo se podrá romper por pequeños detalles en el discurrir de la tarde.

Con tres americanas que rondarán los veinte minutos, con pruebas de eliminación, puntuación y keirin, los tiempos de descanso de los corredores se acortarán mucho más de lo que lo estaban en las Seis Horas de Euskadi. Es un tipo de competición parecido, pero diferente en su concepción, como lo son un buen número de corredores.

No hay veteranos con tantos años como los que venían a las Seis Horas, con mucho vuelo en la pista. Ha cambiado el concepto de esta disciplina en la que los campeonatos del Mundo y las Copas del Mundo han cogido mucho interés, mientras ha decrecido, salvo en países como Alemania, el mundo de los Seis Días, que ha quedado reducido a la mitad de las pruebas que tenía en sus años de esplendor.

Y eso nos lleva a otro tipo de corredores, que pueden ser más o menos espectaculares que los que venían entonces, pero seguro que son más rápidos y tiene otra concepción del programa al que van a hacer frente. Ese nuevo mundo que se abrirá, esperemos que con continuidad en el futuro, también despertará su interés.

Los aficionados podrán presenciar uno de esos eventos que viven de un modelo que fue clásico durante mucho tiempo en el velódromo y que se ha tenido que adaptar a los tiempos modernos, en el que convivirán muchas formas y estilos de interpretar la pista, también sus movimientos. Todo es nuevo, con cierto sabor, más nostálgico que real, de un mundo que parecía cerrado para Donostia y que ha resurgido de la mano de Kirolean.

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