«La Copa está más abierta a que haya sorpresas y sería bueno que así sucediera»

– ¿Es especial para usted que se juegue la Copa en Badalona?

– Evidentemente lo sería más si estuviera yo con un equipo. Soy de un pueblo muy cercano, Alella, que está a diez kilómetros, pero me formé durante mucho tiempo en Badalona, desde cadetes hasta llegar al sénior y ser ayudante de Manel Comas y Aíto García Reneses. Espero que sea una buena Copa. La gente está deseando que llegue y los equipos están muy en forma. Puede haber más de una sorpresa.

– ¿Puede servir también para celebrar que el Joventut goza de buena salud después de unos años en los que incluso rozó la desaparición?

– Es el último paso que necesita hacer la ACB. Hemos de conseguir que los clubes logren autofinanciarse mejor, que no dependan de grandes multinacionales o de caprichos de nadie. Y eso es muy difícil. Badalona ha conseguido ese apoyo a través de la farmacéutica (Grifols) y se ha demostrado que con eso y el talento que hay en la Penya se puede competir por retos mayores.

– ¿Hasta qué punto nos creemos la igualdad? Se dice que en la Copa puede pasar cualquier cosa, pero las trece últimas ediciones las han ganado Madrid o Barça.

– Es cierto que la estadística no indica que puedan darse sorpresas, pero es que la diferencia entre los grandes portaaviones y Baskonia, Valencia, Unicaja, Gran Canaria, Tenerife... es muy grande. No es de uno o dos millones, es de probablemente decenas de millones. Es difícil, pero se puede dar la sorpresa porque a un solo partido puede haber un mal día. La raza humana, en cuanto nos halagan y pensamos que somos los mejores, tiende a relajarse y eso puede provocar la sorpresa. ¿Se va a dar este año? No lo sé. Aquí la novedad es que Barcelona y Real Madrid, si logran superar el primer partido, se van a encontrar en semifinales. Está más abierto a que haya alguna sorpresa y sería bueno que así sucediera. Como tengo amigos en todos los equipos no puedo apostar por nadie, pero es cierto que sería bueno que ganara alguien que no fuera ninguno de los dos grandes.

– ¿Puede haber cierto temor a que la gran temporada de Baskonia no se materialice en una final o en un título?

– Baskonia es uno de los clubes más sensatos en el sentido de que es consciente de sus fortalezas y de sus debilidades. Saben que han hecho buen equipo, que hay buen entrenador y buena gestión. El público se ha enganchado y es evidente que sería bueno que eso fuera recompensado con una final, un título o lo que sea, pero yo he estado en muchas Copas en las que ni participaba Baskonia. La gente exige que el equipo compita, y si eso lleva a ganar, miel sobre hojuelas, pero estoy seguro de que no va a defraudar porque la gente está muy confiada en que el grupo humano es bueno y en que se están haciendo las cosas bien. Se puede traducir en algo bonito.

– Hay otro tópico que dice que Barça y Madrid miden sus esfuerzos para llegar bien a febrero y al final de curso. Usted que ha estado tres años en el banquillo blanco, ¿eso es real o son habladurías de aficionados y medios?

– En la Copa de Europa de antes, al jugar un partido entre semana, sí que podías graduar y modular las cargas para llegar bien a la Copa, a las eliminatorias del Top-16 y al playoff. Ahora la Euroliga y la ACB no te permiten un respiro. Como bien dice el lema de la Euroliga, cada partido cuenta. Esto no es la NBA, donde te puedes permitir según qué cosas. Por eso ves equipos que sufren para meterse en la Copa. Ahora mismo las competiciones de máximo nivel requieren que vayas a ganar casi cada día, con la dificultad que eso conlleva.

– Lleva quince meses sin equipo. ¿Es más de lo que esperaba?

– Honestamente, cuando yo renuncio a seguir en el Betis (noviembre de 2021), pensaba que el verano siguiente tendría la opción de estar en un banquillo. La de España no salió, tampoco voy a decir lo contrario, y otras tampoco quería. El del Betis fue un auténtico reto para mí porque quería verme llevando un equipo que no solo pudiera optar por ganar un título o meterse en playoff, sino también a sacarlo del pozo. Me vi ahí metido, lo sacamos y salvamos al equipo a falta de cuatro jornadas cuando te aseguro que muchos entrenadores me recomendaron que no fuera a Sevilla. Han llegado cosas, algunas más o menos interesantes, pero quiero ir a un proyecto serio en el que sepan cómo eres y qué es lo que aportas.

– ¿Qué hace?

– De los 18 equipos de la ACB creo que he visto a nueve entrenar en períodos de una semana. Me he movido bastante porque lo que necesito es seguir pedaleando, cogiendo detalles. Hace un par de meses también estuve en Manchester viendo los entrenamientos del City. Tengo buena relación con Pep Guardiola desde mi época en el Real Madrid, cuando él asistía a mis entrenamientos mientras se sacaba su título de entrenador. Lo que absorbes cuando ves otros equipos y otros entrenadores son 'tips' sobre gestión de grupo, pautas de entrenamiento, vinculación del primer entrenador con sus ayudantes...

– Hablando de gestión de grupos, también ha estado siguiendo a Scariolo con la selección y en Bolonia. ¿Le sorprendió el oro en el Eurobasket?

– Me sorprendió en tanto en cuanto que el tiempo que había estado con Scariolo en Bolonia y en Madrid él era el primero consciente de que el grupo estaba cambiando. Si el grupo humano es bueno y se consiguen grandes resultados con jugadores que no son ni de NBA ni de Euroliga es porque el trabajo de la base, no solo de la federación, es muy bueno. Me oirás muy pocas afirmaciones en mi vida, pero esta es rotunda: el mejor entrenador de Europa, sin lugar a dudas, es el español. Hay grandes entrenadores serbios, lituanos, polacos, alemanes, rusos, italianos... pero lo del entrenador español, sacando gran partido de un grupo humano quizás sin tantas expectativas, es espectacular.

– ¿Falta el último paso para que el talento nacional tenga más protagonismo en los equipos?

– Hemos tenido grandes discusiones con otros entrenadores y directores técnicos sobre esto. En la cultura mediterránea somos muy cortoplacistas. Nos gusta que jueguen nuestros jóvenes. 'Pero queremos ganar, eh'. Es una gran contradicción. La parte más frágil, no nos engañemos, siempre es la del entrenador. Es el que dota de esa personalidad al equipo. Hay muchos que no han pasado esas etapas de dar ascendencia a cadetes y júnior y lo que han de hacer es ganar el domingo que viene. 'No, es que los jóvenes lo están haciendo bien', pueden decirle. Se ha de tener un nivel de empatía más alto y entender que cuando no están participando no es porque no haya calidad, sino porque la ACB es la competición más exigente que hay en Europa.

– ¿Sigue la LEB Oro?

– Está creciendo y lo ideal sería que se consolidara aún más si cabe en el sentido de que el jugador español tuviera más presencia, que todo estuviera mejor regulado... Sigo la liga. Se están haciendo las cosas más o menos bien. Lo más importante es conocer cuáles son tus capacidades para no intentar cosas muy complicadas que hagan que fracases y decepciones a la afición.

– Gipuzkoa Basket y Juaristi Iraurgi cuentan con cinco jugadores de casa cada uno, pero es más la excepción que la regla.

– Bajo esa premisa que hablábamos antes de que lo que la gente quiere es ganar, lograr que un proyecto se identifique con un producto tuyo y de la cantera es un hecho diferencial en el que, además, se han de apoyar algunos equipos que no tengan un presupuesto terrible. Si logras fidelizar a una afición que ve que estás haciendo un esfuerzo de apostar verdaderamente por ese producto y se explica bien, puede que quizás, aún no ganando, puedas conseguir que la gente entienda que ese es el camino y que tarde o temprano, puede tardar años, se sepa perfectamente de qué vives y de qué mueres. No fichar a todo jóvenes un año, otro todo extracomunitarios y al siguiente un mix. Hay que coger una línea y en ese sentido lo que está haciendo Gipuzkoa es una gran señal.

– ¿Dónde se ve en el futuro? El Cantábrico no lo ha rondado todavía.

– Sí, es verdad. Es la deuda pendiente que tengo. He estado en el centro (Madrid), en el sur (Sevilla y Málaga), en mi tierra (Badalona, aunque de asistente)... Entrenar en el País Vasco me estimularía y me gustaría que se pudiera dar en el futuro.