Crítica de 'El camino de la serpiente': Cadena de secuestrados

Conocido por sus aportaciones al cine de terror, aunque haya tocado otros palos, el nipón retoma 'Serpent's Path', cinta de venganza que rodó con escaso presupuesto en 1998. La occidentaliza, trasladándola a Francia (con actores galos como Damien Bonnard y Mathieu Amalric, que parecen algo despistados), si bien la estrella es la japonesa Ko Shibasaki, la única metida en tono y convenientemente enigmática y maquiavélica.

'El camino de la serpiente' plantea una trama retorcida, protagonizada por dos seres herméticos y decididos (más ella que él), un francés (Bonnard), padre de una niña que apareció asesinada sin el 80% de sus órganos (repiten el dato innumerables veces), y una médica japonesa (Shibasaki), que durante buena parte del metraje no se sabe por qué le ayuda.

El desarrollo es rocambolesco. Cada secuestrado relacionado con la trama de tráfico de órganos va acusando a otro, que a su vez es raptado. Todo es ambivalente, algo habitual en Kiyoshi Kurosawa, pero nada provoca verdadera tensión ni miedo. Hay momentos casi graciosos de puro ridículos en esta cadena de acusaciones y juego de muñecas rusas con verdades y mentiras, sazonado con el dibujo caricaturesco de los personajes y la aparición aleatoria de violencia y ataques a la dignidad (esa costumbre de tirar la bandeja de comida para los encadenados al suelo). El conjunto resulta tan raruno que puede fascinar a algún espectador, si bien la mayoría no conectarán con esta endeble 'Hebi no michi' .