Bochornosa expulsión en 'Masterchef'

Ya lo dijo Jordi Cruz hace unas semanas: «Sois los concursantes más protestones de la historia de 'Masterchef'». Lo que no se imaginaba es que una de ellas iba a consolidarse como la más maleducada del programa. Saray llevaba desde el principio de esta edición tensando la cuerda. No aceptaba las críticas de los especialistas y rozaba la línea de lo incorrecto, frontera que cruzó de sobra en la última gala.

La noche comenzaba con una prueba en la que mandaba la repostería. El primer reto consistía en elaborar un postre con frutas que les devolviese a la infancia. Tenían noventa minutos para trabajarlo y la cordobesa terminó a las primeras de cambio. Cruz le llamó la atención. «Hay que hacer un poquito más», le avisó. Pero ella pasó del tema y presentó unas galletas con un batido. «Normalmente me enfado un montón porque considero que si alguien vale la pena tengo que hacer algo para que se lo curre, pero tú no estás haciendo nada en estas cocinas», valoró el chef. La educadora social dijo que le parecía injusto y Jordi le animó a marcharse del programa. Ella reaccionó haciendo burla a los expertos. Con todo, se llevó el delantal negro.

Luna y José Mari fueron los mejor valorados en el primer reto y se convirtieron en líderes de la prueba de exteriores que se celebró en los decorados de la serie 'La casa de papel'. Saray pidió disculpas a los jueces por su actuación, pero aún quedaba lo peor. Tras elaborar, con numerosas trabas, un complejo menú para el equipo de la ficción de Netflix, José Mari, Michael, Alberto, Iván, Teresa y Andy fueron declarados ganadores del desafío. Y el abogado destacó entre todos ellos. No imaginaba que su premio estaba envenenado. Pepe Rodríguez, Samantha Vallejo Nágera y Jordi le dieron a elegir: o enviaba a todo su equipo a la eliminatoria y salvaba a los condenados, o él se quedaba a jugarse el tipo con los delantales negros. El letrado traicionó a los suyos y prefirió librarse él.

La que no se salvó fue Saray, al estar castigada desde el principio. Y ahí vino su ruina. Tras un primer altercado con Teresa, que le recriminó su actuación y a la que llamó «mala persona» y «tía de mercadillo», se enfrentó al duelo con desgana y altanería. Le tocó cocinar una perdiz que previamente debía desplumar y limpiar y pasó del tema. «Ni muerta, me da mucho repelús», se justificó. Pero no contenta con hacer gala de su apatía, colocó el ave sobre un plato y lo presentó así al jurado.

Previamente Pepe, que la vino venir, le aconsejó: «Si quieres tirar la toalla hazlo con dignidad». Y ni por esas. Más chula que nadie, la concursante exhibió su creación y Jordi estalló. «Que nos faltes el respeto a nosotros, a tus compañeros y a los espectadores, lo puedo entender, pero lo que le has hecho a este producto es vergonzoso», regañó muy serio. Y sin veredicto ni nada la echaron. «Este jurado os pide disculpas porque nos hemos equivocado terriblemente, la vez que más en ocho años», admitió el trío refiriéndose a la selección de la aspirante, que pecó de arrogancia y actuó de forma bochornosa. Ninguno de sus compañeros la despidió.