«Torear con mi hijo añade a mis miedos personales los de cualquier padre»
Pablo y Guillermo Hermoso de Mendoza, rejoneadores ·
Pablo y Guillermo Hermoso de Mendoza debutarán juntos el sábado en Illunbe con la corrida que abrirá la Feria de San SebastiánMANUEL HARINA
Martes, 7 de agosto 2018, 06:28
Pablo Hermoso de Mendoza y su hijo Guillermo abrirán el próximo sábado la Feria de San Sebastián. El padre, uno de los mejores rejoneadores ... de todos los tiempos, mantiene una larga relación con San Sebastián y le gusta recordar que en algún carnaval galopó por la arena de La Concha jugando a las cuadrillas de romanos. Guillermo, por su parte, es un chaval que a sus 18 años ha sido capaz de cortar dos orejas y rabo en el novillo de su debut en Nimes y salir a hombros por la Puerta de los Cónsules.
- Nimes puede ser un buen comienzo de conversación.
- Guillermo Hermoso de Mendoza. Fue una tarde especial, por el debut en una plaza de primera, en el coliseo de Nimes y ya en la primera faena cortar un rabo. Una sensación diferente. De las tardes más intensas que he vivido hasta ahora en mi vida.
- Pablo Hermoso de Mendoza. Nimes es una plaza que tiene esa profundidad del toreo que a veces es tan difícil de entender en nuestros días. Ese juego de la vida y la muerte, del hombre y la bestia lo notas al hacer el paseíllo. Es un anfiteatro romano y el escenario te aporta algo más. Es una de las plazas en las que más triunfos he tenido en toda mi carrera, uno de los sitios donde más me han querido. Si presentar allí a Guillermo ya tenía para mí unas connotaciones personales muy fuertes, cuando le vi triunfar fue la sensación de ver mi legado con futuro. Como una prolongación de mí mismo en Nimes.
- Y ahora, en unos días, el primer mano a mano entre padre e hijo en Donostia. ¿Qué significa rejonear con su hijo?
- PHM. Me está tocando vivir una faceta fascinante, la de convivir con él para transmitirle todas las vivencias y todas las sensaciones que he sentido en mi carrera. Compartir los entrenamientos, traspasar mis conocimientos, mis experiencias, vivir los miedos que se viven conjuntamente, viendo cómo los canaliza tu hijo... Cuando llega la hora de saltar al ruedo es como una noble competencia, pero a la vez aparece el padre que desea el triunfo del hijo por encima de todo. Pero eso es una mezcla de sensaciones que me está tocando vivir, que me parecen fascinantes y que me están aportando mucho, sin olvidar tampoco esos momentos durísimos de sentimientos, de miedos y de inseguridades.
- A Belmonte le preguntaron una vez si pasaba más miedo cuando toreaba él o cuando veía torear a su hijo. ¿Cuál es la respuesta en su caso?
- PHM. Yo he pasado mucho miedo, muchas tensiones, quizás porque soy una persona muy exigente conmigo mismo en cada actuación. Y además pienso que cualquier carga que sumas a la que tienes ya desborda el vaso. Yo lo vivo desde dos prismas; cuando torea él solo, voy a verlo y paso ese miedo de padre, que es horroroso. Quieres que haga una cosa por un sitio, pero él improvisa y lo hace por el otro lado, que es en el que tú ves que está el peligro; es el miedo de cualquier padre, pero es que es mucho peor cuando toreamos los dos juntos, porque a esos momentos que tu acostumbras a vivir en soledad antes de la corrida, de meditación, de esos miedos del toreo, le tienes que empezar a sumar los de tu hijo. Y entonces esa mezcla es la que es muy difícil de llevar, más que la del padre que va a ver torear a su hijo.
-GHM. Yo quiero decir que he visto torear a mi padre desde niño, que le he acompañado siempre que he podido y es totalmente diferente. Cuando toreo yo solo, al final solo tengo que preocuparme por mí, por mi rendimiento. Pero si toreamos los dos sí que aparece la responsabilidad que he vivido desde niño con la mía añadida. La mía y la de ver torear a mi padre.
- Bajemos al día a día. ¿Cómo preparan los caballos?, ¿son dos cuadras?, ¿comparten caballos?
- PHM. En el día a día, la base de preparación es el trabajo; es dedicarle muchas horas de la mañana a la noche al entrenamiento. Cuando va llegando una presentación, repartimos los caballos en dos grupos. Los de Guillermo y los míos. Él tiene dos tipos de caballos: los que yo le he pasado, que son algunas de las figuras de mi cuadra, y además otros caballos jóvenes que son como su banco de pruebas; están para que les dé su forma, su estilo propio, hacerlos a su manera; aprender ese proceso de enseñar a un caballo y también de sacarlo a la plaza. Los que fueron figuras conmigo, en cambio, entiendo que deben ser un poco sus maestros, los que le enseñen esas sensaciones que el caballo tiene tan aprendidas en la plaza, que se las va a trasmitir a él y que inclusive si comete un error, se lo va a resolver; le sacará del apuro. Y luego indudablemente están los míos. Cada uno monta los suyos y alguna vez le dejo alguno para que él también esté acoplado; porque puede pasar un día, y ya nos ha pasado, que llegue uno de los suyos enfermo a la plaza y tenga que montarse en uno mío. Intentar que él los conozca y este acoplado con todos los caballos que llevamos en el grupo.
- Guillermo, ¿qué piensan sus amigos de un chaval de 18 años que es rejoneador profesional?, ¿valoran su trabajo?, ¿lo entienden?
- GHM. Lo valoran y lo entienden. Saben que es un trabajo muy sacrificado, pero también saben que es lo que me gusta, a lo que he pensado dedicarme desde niño; además tampoco es estar todo el día encerrado como un monje. Son unas horas muy intensas, pero luego tienes tu tiempo, para tus amigos, para salir… Siempre tienes tiempo. Me siguen, me acompañan, incluso alguno ha estado en México.
- PHM. La verdad es que es algo muy bonito. Algunos de sus amigos efectivamente han aprovechado sus vacaciones para ir a México con nosotros. Pero todos ellos, que no son su cuadrilla de luces, le ayudan a vestirse, les puedes ver viajar en la furgoneta, estar en el tendido, hasta en el callejón. Convive con ellos en su medio y fuera de él; y eso es algo que les enriquece, a ellos y a Guillermo.
- El mano a mano abre el sábado la Feria del vigésimo aniversario. ¿Tiene un significado especial?
- PHM. Para mí más que especial, yo diría sentimental. La plaza de toros de Illunbe ha nacido y crecido conmigo. Estuve el año 1998 y no he faltado ningún año; incluso alguno hasta tres veces, en marzo, en feria y en regatas. Considero a Illunbe una de mis plazas, es mi tierra. San Sebastián, Donosti, es una ciudad muy cercana para mí, está muy cerca de Estella y empecé aquí con mis pinitos de jinete hípico, con doce años, en Loiola, con mi padre. Significa mucho para mí y ahora, poder presentar a mi hijo en nuestro primer mano a mano… Me lo propusieron y me pareció muy fuerte. Es el cartel que más me puede motivar, y desde aquel momento el que siempre está en pensamiento cuando estoy entrenando.
- GHM.Personalmente no sólo uno, sino varios. Poder torear con mi padre, los dos solos, mano a mano la primera vez y que sea aquí en Donostia. Yo he venido muchas veces a acompañando a mi padre y también con mis amigos a corridas de a pie. Solemos venir a la Aste Nagusia, vamos a los toros y luego por ahí… La verdad, le tengo un cariño especial a la plaza, y a ver si podemos triunfar los dos este año.
- PHM. Sería bonito salir los dos a hombros. Pero a estas alturas de mi carrera salir por la puerta grande significa además que dentro ha ocurrido algo importante. Porque eso es lo que uno busca cuando sale al ruedo, sensaciones emotivas para el público y para ti; sentirte que has desarrollado tu arte, que has tenido inspiración ese día.
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