Del teatro de los sueños de Anoeta al 'agur' de Gasco
La Agenda Portátil ·
Elogio del nuevo campo, el templo laico del consenso guipuzcoano: Aperry (e Izaskun Larzabal) han quitado las pistas con éxito / Gasco, el político que supo que lo peor es la indiferencia
El miércoles estuve en un sitio donde más de 30.000 guipuzcoanos se ponían de acuerdo en algo. No es habitual en este territorio ... que tanta gente reme junta, pero en ese sitio sucede cada quince días. Si nos ponemos cursis podemos decir que el nuevo Anoeta es el templo laico del consenso guipuzcoano; si raseamos el balón, escribamos que no hay sitio en Gipuzkoa donde se junte tanta gente con tan buen rollo. El grito de 'Aperry, quita las pistas' fue hace años un 'top' en la banda sonora de este rincón del mapa. Y Aperry las quitó, con la complicidad institucional y el talento de la arquitecta Izaskun Larzabal y su equipo.
Fui de los escépticos cuando se anunció que el estadio sería transformado en un campo de fútbol. Parecía un dispendio realizar semejante obra en un edificio de apenas 25 años. Pero el resultado merece la pena. En el extraño mundo del fútbol una obra tan cara la pagas con la venta de un jugador y medio.
El miércoles estrené el Reale Arena con el vibrante Real Sociedad-Osasuna copero. Quedan flecos pero se trata de una obra estupenda, más bonita por dentro que vista desde fuera. Jesús Santamaría, el genio de Bokado, me sirvió de guía por las interioridades y acabamos pisando el 'verde' un rato después de que el campo se vaciara, cuando las máquinas de calor mimaban el césped. Un equipo de 'El chiringuito' entraba en directo en el programa.
Tuve oportunidad de felicitar al presidente. Me parece un milagro que esa obra se haya realizado con la instalación siempre en marcha. Y encima el equipo va bien, plagado de jóvenes e insuflando ilusión. Anoeta es el txikito teatro de los sueños, o así. Disfrutemos mientras dure, guste el fútbol o no. Recordemos la eterna frase de Setién: un domingo acaba mejor si gana la Real. También creía el obispo que los milagros existen: la Real eliminirá al Madrid en el Bernabéu. Los cenizos que lloren en casa.
La marcha de Gasco
dErnesto Gascoejó ayer entre lágrimas el Salón de Plenos. Se despedía del Ayuntamiento donostiarra para empezar a trabajar en Moncloa como Alto Comisionado contra la Pobreza Infantil. Gasco siempre tuvo claro que lo peor que puede ocurrir a un político es suscitar indiferencias.
Ha sido un dirigente controvertido, capaz de suscitar las más encendidas filias y fobias. Le conozco bien: fuimos compañeros de clase desde los 5 años hasta COU, en aquella 'generación del 63' de Mundaiz que sigue pidiendo a gritos un documental. Gasco ya era la estrella del 'prime time' escolar cuando salía a la pizarra en las clases de Matemáticas del Otálora. Luego desarrolló una larga carrera política en la que tuvo un sueño central: ser alcalde de San Sebastián. Durante varios legislaturas municipales volcó su hiperactividad en ese objetivo, pero el resultado de las últimas elecciones le convenció de que había que pasar página. Su socio Eneko Goia, con el que tanto colaboró y a la vez discutió en la trastienda, en un 'Kramer contra Kramer' consistorial, ha implantado un 'seny' vasco que conecta con una mayoría (Goia, por cierto, ha estado elegante en su 'agur' a Gasco).
Desde las municipales era un secreto a voces que Gasco se iba. Aguardaba la formación de gobierno en Madrid y el rescate de su amigo Pedro Sánchez, el hombre que se retrató con la madre y la tía del edil en foto que ellas guardan con cariño. Gasco se va y entra a la Corporación mi amiga Cristina Lagé, otra mujer hiperactiva y llena de ideas, y donostiarra por elección, que tiene más mérito que serlo solo por nacimiento. Marisol Garmendia queda como portavoz y se abre la quiniela de alcaldables socialistas: ella misma, un Denis Itxaso que de momento disfruta en la Cultura foral o alguien de refuerzo.
Se va Gasco y este fin de semana Borja Sémper realiza la mudanza para su nueva etapa en Madrid. La vida es móvil, pero la política es más móvil aún.
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