Las salas de conciertos se plantean un futuro sin música y limitado a la hostelería
El colectivo no cuenta con ayudas como bares o restaurantes y afirma que la ampliación de horarios no les afecta ni les beneficia
Dicen que están a punto de tirar la toalla, que su situación es muy complicada y que carecen de apoyos y ayudas. Son las salas ... de conciertos vascas, que cuentan con unas limitaciones de aforo que no se revisaron en la reunión del pasado lunes del LABI -el consejo asesor del Plan de Protección Civil para revisar las medidas vigentes en Euskadi ante el Covid-19, que sí ha ampliado, sin embargo, los horarios para la hostelería.
En total son catorce locales en todo Euskal Herria, incluidos entre ellos los de Biarritz y Pamplona. El presidente de la asociación que los agrupa, Gotzon Uriarte, es categórico. «La reducción de aforos y la necesidad de guardar distancias es lo que hace que la programación de conciertos no sea viable. Por eso esperamos a que cambie la legislación. La ampliación de los horarios recién aprobada no nos afecta ni nos beneficia».
Quebraderos de cabeza
El Dabadaba, es uno de los programadores clásicos de la capital donostiarra. Su responsable, Alex López Allende, es pesimista y asegura que el negocio de estas salas no aguantará si no cambian esos aforos. Ahora mismo, los conciertos de su local solo tienen capacidad para acoger a sesenta personas.
Consideran que el Gobierno Vasco les ha abandonado y que nunca ha querido regular su actividad
«La ampliación de horarios no nos aporta nada, solo nos supone quebraderos de cabeza. Ningún beneficio. Los espectáculos que organizamos empiezan a las 8 de la tarde y exigen una disposición interior determinada para guardar las distancias de seguridad. Suponiendo que acaben a las 9.30, ¿qué hacemos después? ¿Limpiar, desinfectar, cambiar toda la disposición interior para luego abrir dos horas como bar? ¿En horario de cenas, además? No nos merece la pena», lamenta.
Este miércoles celebraron una reunión, porque se plantean dejar de programar música y dedicarse solo a la hostelería. «Es que nadie nos ayuda ni nos va a ayudar. De momento vamos a mantener los dos conciertos que tenemos para este mismo sábado, pero salvo que cambien las cosas, no creo que sigamos adelante con esta actividad. Es lo que nos gusta, pero nos van a obligar a dejar de programar cultura. No tenemos nada previsto, pero es posible que nos dediquemos solo a la hostelería, una opción que nos permitiría recibir apoyos y rentabilizar el negocio. Es una decisión dura de tomar porque lo nuestro es la cultura, pero tengo la sensación de que no quedará más remedio».
Cambiar de epígrafe
Dicen que el Gobierno Vasco les ha abandonado, «nos ha dejado fuera de todas las ayudas». Y es que las salas de conciertos no tienen un tratamiento específico como sector. «Nunca han querido regular esta actividad. Nos incluyen en los grupos tres y cuatro, que son los de los pubs y las discotecas, que de momento no pueden abrir. Hay otra posibilidad, que es la de que figuremos en el epígrafe dos y que tengamos permisos especiales para cada concierto que programemos. Como cualquier otro bar».
La reducción de aforos y la necesidad de guardar distancias hacen que programar actuaciones sea inviable
La rentabilidad pasa, según su criterio, por abandonar la oferta cultural y dedicarse solo a la hostelería tradicional. Es la misma línea que maneja el Doka, también situado en Donostia. El local cuenta no solo con conciertos, sino también con terraza y espacio interior, por lo que sí ha notado la importancia de que se hayan ampliado los horarios de los servicios hosteleros, explica su responsable, Mikel Román.
«Pero como sala de conciertos, nada. Necesitamos incrementar los aforos y eso, de momento, parece algo lejano. Tenemos que esperar a que cambien las normativas si queremos seguir con la actividad y programar conciertos. Si no es así habrá que centrarse en lo que es hostelería y esperar».
Gotzon Uribe constata que el sector vive un momento complicado y que organizar conciertos, en estos momentos, no es rentable. «Vamos a esperar a ver qué pasa».
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