Rendidos a la poesía

Pero la velada no fue solo una exhibición de su virtuosismo, sino sobre todo una demostración de musicalidad. Hubo una diferencia evidente entre las tres obras de 'L'arte del violino' y los dos 'Concerti grossi' que ofrecieron los intérpretes, de altísimo nivel. En las primeras Faust dominó sus solos de violín, a modo de cadencias o recitativos llenos de todo tipo de pirotecnias técnicas. Los ejecutó con solvencia y complicidad con Il Giardino, ante un Antonini que le dejó libertad para mostrar al Locatelli virtuoso.

Sin embargo, lo más bello del encuentro fueron las otras dos obras, las del Locatelli poeta. Los dos 'Concerti grossi' fueron un absoluto disfrute hecho de inmensos colores y silencios. El 'op. 1 nº 11 en do menor' permitió constatar el perfecto ensamblaje tímbrico, rítmico y musical de la solista con el sólido conjunto italiano, gracias a una instrumentación bellísima en un 'Largo' inicial de una sonoridad mágica. La afinación, el equilibrio o la compenetración absoluta en cada detalle fueron una clara muestra de un trabajo realizado con dedicación, conocimiento y sensibilidad. 'Il pianto d'Arianna' nos regaló toda una declaración de delicadeza, con dinámicas imposibles que terminaron en un imperceptible pianissimo que fue pura poesía.