«La venta de entradas ha bajado en torno a un 20%, pero ya lo teníamos previsto»
«Estoy más optimista que nunca», afirma el director del festival donostiarra, que intentará recuperar la normalidad perdida en los dos años de pandemia
«Más optimista que nunca», aunque con la preocupación de las cancelaciones de última hora, el director de la Quincena Musical donostiarra, Patrick Alfaya (Madrid, 1971), reconoce que la venta de entradas para la 83 edición aún se mantiene por debajo de los niveles previos a la pandemia. «Hay un descenso de entre el 20% y el 25%, pero ya lo teníamos previsto porque en otros países estamos viendo caídas de en torno al 30%». No obstante, Alfaya confía en que el festival llegue a las cifras de venta habituales «poco a poco» en las próximas ediciones.
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– Tras dos años complicados, entre contagios y restricciones, ¿pensó en algún momento que la Quincena ya no volvería a ser como antes?
– Hombre, todos nos hemos preguntado si el mundo volvería a ser como antes de la pandemia. Me lo pregunté y creo que el mundo no es igual que antes, y al margen de las crisis económicas, pienso que la climática va a influir en la Quincena, igual que en toda nuestra vida. Así como los de la pandemia han sido dos años duros que han cambiado muchas cosas que poco a poco se reconstruirán, como por ejemplo la vuelta del público a salas cerradas, la crisis climática nos va a afectar de forma permanente: nosotros movemos orquestas que vienen en aviones; eso contamina.
– Hace tiempo que usted se pregunta si vale la pena traer a 120 músicos desde la otra punta de Europa para un concierto.
– Claro. Nosotros tenemos una 'asociación estratégica' con el Festival de Santander para que esto no sea así, pero estamos viendo en ciudades como Londres temperaturas que se esperaban para 2050. No soy para nada catastrofista, pero creo que puede haber factores que condicionen aún más el futuro de la Quincena que la propia pandemia.
«No soy catastrofista, pero creo que la crisis climática puede condicionar aún más el futuro de Quincena que la propia pandemia
«Nunca nos había pasado que con los billetes pagados y meses de antelación, nos dijeran: 'Tome el dinero y búsquese la vida'
«La Quincena Musical nació como un festival internacional y tiene que seguir siéndolo. Eso es irrenunciable»
– Vamos a esta 83 edición. ¿Cuáles han sido este año los principales problemas? ¿Mayor incertidumbre, quizás?
– Hay incertidumbre porque parecía que todo estaba más relajado y eso te daba un suelo, pero tenemos un problema que puede ser el mismo que tienen los chips: la cadena de transmisión se ha roto por completo y reconstruirla nos ha costado bastante.
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– ¿Por ejemplo?
– Hemos tenido cancelaciones de vuelos, aunque hemos conseguido encontrar alternativas. Alguna vez nos había ocurrido que un solista estaba en el aeropuerto y le habían cancelado el vuelo, pero nunca que con meses de antelación y los billetes pagados, quitaran un avión. «Tome el dinero y búsquese la vida». Y ya nos ha ocurrido dos veces este año con grupos. De repente, cien señores que no vuelan. Hemos podido solucionarlo porque el grupo de Gardiner era pequeño, pero te pasa con la Orquesta de Frank-furt, que son 90, y tienes un problema. Por suerte, hemos tenido alternativas, hemos podido comprar otros billetes y no han sido mucho más caros. Ahora bien, las primeras 48 horas no sabíamos si cancelar los conciertos.
– Así como San Telmo fue muy importante los dos últimos años, también lo fue el tejido musical vasco para sostener la programación.
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– Eso se mantiene. Siempre lo hemos potenciado desde Quincena. Gran parte de los cantantes de la ópera 'La Fille du Régiment', de Donizetti, no es que sean vascos, es que son donostiarras. Cuando decido hacer este título en concreto es porque veo que tengo a Xabier Anduaga y a Elena Sancho, que pueden hacer los papeles principales. Queríamos traducir la parte hablada a la lengua local –al castellano y al euskera–, y jugar con los de casa nos ha venido muy bien. En el aspecto lírico, aquí hay buenos cantantes, seguramente, por la tradición coral.
– Barajó el formato semiescenificado, pero finalmente será escenificada.
– Hace muchos meses pensamos en formato concierto, luego semiescenificada y después, me empezaron a pedir escenificada y uno, que es débil, aceptó. Cuando dimos ese paso ya habíamos anunciado una ópera semiescenificada y no íbamos a subir los precios de un día a otro. Lo hemos dejado en 80 euros la más cara. Este año nos lo hemos podido permitir. Pensemos que Elena hizo hace poco un recital en el Liceo y le aseguro que la entrada más cara doblaba ese precio.
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– Precisamente, ¿qué tal va la venta de entradas?
– Está más parada que otros años. No nos va mal y estamos ya en una zona económicamente segura porque ya hemos recaudado lo previsto. Calculábamos un descenso de entre un 20% y un 25% respecto a 2019, y por ahora está ahí. Hay conciertos muy bien vendidos y otros que están a mitad de aforo, y antes en Quincena no había esos picos, pero ya lo teníamos previsto porque es la tendencia europea. Las orquestas te hablan de una caída de en torno al 25% y el 35% para el año que viene. Países como Alemania, Francia o la República Checa están teniendo descensos de público del 30%.
«Yo sí los contrataría, pero no vienen. Lo que no voy a hacer es traer a un pirómano que se ponga a gritar '¡viva Putin!'»
«Hay que volver a taquillas que se acerquen a los 800.000 euros. Quincena llegó a recaudar un año el 50% de su presupuesto»
– ¿Lo atribuye a un cambio de hábitos por la pandemia o ya era una tendencia previa?
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– No era una inercia. 2018 y 2019 nos fueron muy buenos, pero fórmulas que nos han funcionado muy bien, este año no lo están haciendo. Muchos abonados te comentan que aún tienen miedo de ir a conciertos y también repiten que han cambiado sus hábitos. Tras dos años y medio sin hacer algo, les cuesta volver, tanto al teatro o al cine como a la música. Lo que no nos cuesta es ir a comer fuera o a las terrazas.
– ¿Se recuperará ese público perdido?
– Yo creo que sí. Hay que ser prudente y pensar que poco a poco lo vamos a ir recuperando. Hay que lucharlo. Yo estoy más optimista que nunca. Antes la música clásica tenía más peso social, en cuanto a que ibas al dentista y en la sala de espera te ponían un hilo musical con una composición de ese estilo. Parece tontería, pero aquello contribuía a que la gente se acercase. Las nuevas generaciones no tienen eso.
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– ¿Habrá relevo generacional?
– Pienso que sí.
– ¿Por qué vía?
– La única forma es invitar a la gente a que venga. Y si a uno de cada cien le gusta, que vuelva. El directo es insustituible. Mucha gente dice que se ha comprado una televisión grande y un equipo de sonido impresionante, pero el directo es imbatible, para lo bueno y l malo. El disco siempre va a ser de buena calidad porque de lo contrario, no se edita.
– El presupuesto este año es de dos millones de euros. ¿Se arregla?
– Siempre te viene bien un poco más, si esto sigue creciendo y mejorando necesitaremos más dinero, sí.
– ¿Qué parte se cubre con la taquilla?
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– Este año, poco. Rondará el medio millón.
– Un 25%. ¿Habría que aspirar a que fuera más?
– Sí. Hay que volver a taquillas que se acerquen a los 800.000 euros. Es que la taquilla de Quincena ha llegado a superar un año el 50% de su presupuesto, pero en general solemos andar por el 40%, que está muy bien.
– ¿Teme recortes presupuestarios en las aportaciones institucionales?
– No. Igual soy un ingenuo, pero creo que no.
– Más allá de la gran aportación de músicos vascos, este año se recupera en buena parte la presencia de intérpretes internacionales.
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– Tienes, entre otros, a John Eliot Gardiner, a la Orquesta Sinfónica de la Radio de Frankfurt o a la Orquesta Barroca Collegium 1704, que es la primera vez que viene.
– Es importante para Quincena tener una notable presencia internacional...
– Es la base del festival. Nació así y tiene que seguir siéndolo. Es irrenunciable.
– ¿Qué concierto recomienda no perderse?
– El de la Orquesta Barroca Collegium 1704. Es un grupo checo, barroco. Es el relevo de los Gardiner y compañía. Está todos los años en el Festival de Salzburgo y tiene una agenda muy apretada, por eso es la primera vez que viene.
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– ¿Cree que la programación representa el estado de la música clásica en 2022?
– Creo que sí. En un festival tienes que programar cosas muy populares, pero tienes que introducir otras cosas menos conocidas. ¿Por qué? Por eso, para que se conozcan. Y entiendo que somos todos muy conservadores a la hora de elegir.
– ¿Hay causas perdidas, como el Ciclo de Música Contemporánea, que tiene un tirón muy limitado?
– Su público ni sube, ni baja. Es difícil que crezca el número de espectadores, pero aquí y en toda Europa.
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