«Es patético. ¿Un chaval de 20 años qué hace para actuar con su grupo?»
Un veterano como Jocano y una joven artista como Sara Azurza cuentan las dificultades que han tenido para saltar a la escena musical
Que más de treinta años después aún se sigan tarareando los versos de aquella 'Crónica de San Sebastián' de Sanchís y Jocano no es ... casualidad. Aquel himno no les convirtió en superventas, pero les hizo formar parte de la historia musical de una ciudad que hoy añoran. Juan Carlos Landa, Jocano, conoció la escena musical desde el barro, pisó cada baldosa pegajosa de garitos como el Zulo al Autódromo y ahora, como regente de la pescadería Rosa Mari en el mercado de San Martin, sigue haciendo música como «capricho».
«La banda con Sanchís sigue ahí, pero cada vez da más pereza», reconoce, «sigo actuando de vez en cuando gracias a conocidos pero ya estoy fuera, he cubierto mi periodo. Ahora lo que importa son los que vienen». Dice Jocano que en aquellos maravillosos 80, hacer música en Donostia era una «maravilla», que «cualquiera te abría las puertas» y que quizá fuera por un «rollo romántico, una afición, y un montón de bandas cubriendo diferentes huecos: el rock radical en los gaztetxes, nosotros en los bares, otros en teatros...». Y la cuestión, desde su punto de vista, ha ido «en detrimento total».
«No te compensa»
En Donostia «estamos en un déficit de salas y de inquietudes. Tener iniciativa particular es muy difícil y la gente no quiere arriesgar. Por mí ya me da igual, pero me da pena por las bandas que vienen. Es patético. ¿Hacia dónde miramos? Me gustaría saber la opinión de un chaval de 20 años que tiene un grupo de música, ¿qué puede hacer?
Dicho y hecho. Así lo cuenta la cantante y compositora donostiarra Sara Azurza (1997), quien hace unos años apostó por hacer carrera en la música, tras ser seleccionada para participar en la residencia artística de la plataforma Katapulta Tour, de la Diputación de Gipuzkoa y Kutxa Fundazioa. «Nos programaban conciertos, nos facilitaban las instalaciones para ensayar y nos echaban una mano económicamente para empezar», pero una vez concluyó el programa se decidió a publicar su primer disco 'Hemen berriro' y empezaron las dificultades.
«Tienes que amoldarte a unas condiciones que a veces no te compensan y yo la verdad es que he tenido suerte con la persona que me lleva, pero si no estás dentro de una oficina de booking —que es lo que le ocurre a la mayoría— es jodido», explica. En su opinión, el problema no deriva de una falta de espacios, «sí que hay sitios para tocar», sino que no hay sitios donde poder dar ese primer paso. «La primera toma de contacto es difícil, el acceso a las salas para quien empieza no es viable».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión