La cercanía de las fechas navideñas permitió disfrutar ayer de una obra inmortal como 'El Mesías', de la que se han realizado infinidad de versiones, ... desde las tradicionales que se han apoyado en nutridas masas corales y orquestas sinfónicas de gran tamaño, hasta las que han planteado las corrientes historicistas, mucho más reducidas en lo orgánico, con instrumentos originales y fijándose más en la articulación del discurso musical que en la brillantez de éste. La que propuso ayer Sainz Alfaro al frente del Orfeón, convenientemente reducido a poco más de setenta cantores, y un mínimo conjunto instrumental, pareció buscar más la agilidad que una gran masa sonora y convenció.
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En ello tuvo mucho que ver el trabajo de concertación desde el podio, pero también el de la Orquesta Clásica Santa Cecilia, equilibrada, de cuerda segura y atenta a las voces, tanto del coro como de los solistas. Sin ahondar en detalles como los que podemos encontrar en versiones de referencia, los jóvenes dibujaron una lectura expresiva adecuada al estilo. El Orfeón funcionó en esta interpretación comedida y clara, a pesar de no ser un coro hecho para música barroca. Fue cristalino en los pasajes fugados y su brillantez vocal no restó respeto a la partitura, sino que dio luz a la misma, como en el coral 'His name shall be called Wonderful, Counsellor'. Los cuatro solistas, por su parte, defendieron con solvencia sus intervenciones contribuyendo a un concierto imprescindible para anunciar la Navidad.
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