Caricaturista, un oficio artístico que reivindica su vigencia
Iván Mata reúne a un elenco en 'Caricaturistas de profesión' para reivindicar este género que combina una representación humorística y crítica de la actualidad y sus protagonistas
El arte de la caricatura atraviesa una etapa de transición en un contexto de crisis de los medios escritos que ha limitado su difusión, si ... bien la interpretación casi siempre crítica que este género ofrece de la realidad, sobre todo política, refuerza su vigencia en una sociedad constreñida por lo políticamente correcto. El caricaturista donostiarra Iván Mata ha compilado en el volumen 'Caricaturistas de profesión' (Editorial Nórdica) a las once firmas más reconocidas de este género de humor gráfico en España. El libro se presentará este próximo viernes, día 2 de diciembre, en la librería donostiarra Zubieta (19 horas).
'Caricaturistas de profesión' agrupa diez caricaturas seleccionadas por cada uno de los autores, que examinan el estado de su profesión y algunas claves de su trabajo. El elenco está integrado por Agustín Sciammarella, Carlos Rodríguez Casado, David García Vivancos, Ernesto Priego Martín, Iván Mata, Joaquín Aldeguer, María Picassó, Matías Tolsá, Raúl, Thorsten Rienth y Turcios.
Iván Mata explica la publicación de 'Caricaturistas de profesión' por la necesidad de «reivindicar nuestro oficio, que no atraviesa ahora su mejor momento». En el mismo sentido, Inmaculada Corcho remarca en el prólogo de la obra «el noble arte de la caricatura que, como el humor hablado o escrito, nos merece siempre condescendencia y aprecio por lo que tiene de cotidiano, sin reparar en lo difícil que es hacer reír, tan difícil como retratar el carácter y el alma de una persona».
Y sin embargo, la caricatura como profesión atraviesa una profunda crisis, de tal magnitud que «hoy por hoy quizás solo uno de los caricaturistas seleccionados en el libro puede vivir exclusivamente de su trabajo, a pesar de que hoy España sea un país puntero en este arte, a tenor de los premios y reconocimientos internacionales que obtienen nuestras mejores firmas», lamenta Mata.
Otros trabajos alimenticios
Ya que como medio de vida resulta insuficiente, la práctica totalidad de los caricaturistas compagina su pasión con otros trabajos alimenticios, sea la docencia en talleres y escuelas o la 'caricatura en vivo', en bodas, actos de empresas y otro mayoría compagina este trabajo con la docencia ofreciendo talleres y clases o en la ilustración de literatura infantil. «La conclusión es que tienes que tocar diferentes disciplinas, porque si no no llegas a sacar un sueldo».
La pujanza creciente de cómic y los libros ilustrados, con cuyas artes comparten algunas similitudes, no prejuzga que vaya a ocurrir lo mismo con las caricaturas en los medios escritos. Mata precisa en todo caso que si bien el mundo del cómic «está cogiendo fuerza, sigue siendo insuficiente para tener un sueldo digno a final de mes». Y lo ejemplifica con el caso de su convecino el dibujante Max (Francesc Capdevila), «un icono del cómic en España, y no vive de ello».
Con esta análisis crudo de la situación del sector, Mata deposita toda su esperanza en que se trate de un proceso reversible: «En términos generales, el mundo de la ilustración no pasa por su mejor momento, pero confiamos en que sea cíclico, porque peor ya no podemos ir. Queremos darle la vuelta a esta situación y reivindicar nuestra profesión. Si no somos nosotros los que luchamos, quién lo va a hacer?» se pregunta.
Además del cambio de hábitos culturales y de un contexto de 'infoxicación', la caricatura como representación crítica o humorística de la realidad y sus protagonistas libra una batalla desigual frente a la hegemonía de la oferta audiovisual. Mata observa que «antaño tenías periódicos, tebeos, la tele y la calle, ahora la competencia de los videojuegos o las series televisivas es brutal. Son modos de consumo cultural que ahora mismo están en todo su apogeo».
Retrato psicológico
La profunda crisis que atraviesa el sector no empaña la vigencia de la caricatura, cuyo origen en España se remonta a las dibujos grotescos de Goya, sus 'caprichos' y 'disparates'. El compilador de 'Caricaturistas de profesión' sostiene que la caricatura «como interpretación o retrato busca representar la esencia de un personaje. Un buen caricaturista va más allá del aspecto físico para captar su esencia expresiva».
El mundo de la política ha sido el campo de juego predominante para la representación caricaturesca, satírica y mordaz, aunque Mata advierte que «hay profesionales que dan su visión personal, se comprometen, y otros que tratan de ser más neutrales». En ambos casos, se enfrentan a los dilemas que plantean la autocensura y el imperio de lo políticamente correcto. «Ahora mismo el peor enemigo que tenemos es la autocensura, que funciona totalmente -asevera Mata-. Es una pescadilla que se muerde la cola, porque los medios escritos saben que son tiempos delicados... y el ilustrador sabe cómo están las cosas y también se corta».
No es menor la supremacía de lo políticamente correcto. «En algún momento esto se tendrá que romper -confía Mata-. es una situación que también la vivimos antes y hay que esperar que se produzca algún fenomeno social que acabe con esto, porque en este aspecto, tampoco son buenos tiempos para la caricatura, que es humor y crítica»
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