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El jazz de Cole está muerto
«Eso es jazz, ahí lo tenéis», dijo Louis Cole después de una ridícula 'coreografía' acompañada del sonido de su ordenador. No sé si muchos ... de quienes participaron de la desbandada general que se produjo en la Trinidad coincidieron con el multinstrumentista californiano. Claro que ni él mismo parecía decirlo demasiado convencido.
Se abre una vez más el eterno debate de qué es jazz y qué no es jazz. Y aprovechamos para cerrarlo en este mismo instante. Como su predecesor en el escenario, Steve Coleman, había aseverado sobre su propio espectáculo de forma cristalina, «me da igual, solo es música». Y quienes se quedaron en la plaza disfrutaron de una fiesta electrónica repleta de sintetizadores, una puesta en escena vacilona y un repertorio que pasaba del lirismo pop ambiental al trap, funk, drum & bass… Que cada cual decida.
Los músicos se lo pasaron en grande cantando, intercambiando sus instrumentos y dejando breves retazos de calidad que fueron reconocidos por el público que aún restaba. Bien Chris Fishman y sus imponentes solos. La gran duda es si el espacio ayudó o supuso más un hándicap para el show de Cole. ¿Habría explotado mejor en la Zurriola? Con total seguridad. ¿Funcionó en la Trinidad? Funcionó, claro.
En cualquier caso, lo que sí se echó un poco en falta es esa vertiente que Louis Cole ha mostrado en redes y en sus vídeos 'caseros'. Esa cara próxima a Snarky Puppy o a Vulfpeck que levanta del asiento con una línea de bajo 'slapeada' y teclados ochenteros. Justo la que ofreció antes de despedirse, quitándose la careta y poniendo a bailar a la Trini a lo grande. De eso y más es capaz.
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