Crítica de 'Twisters': Fondos buitres entre tornados

Yo simplemente puedo jurar que es un superespectáculo dirigido por alguien del que nunca hubiésemos esperado proeza tal pues es el autor de aquella 'Minari' que tanto les conmovió a ustedes, recibió 122 premios y fue finalista a otros en 245 ocasiones. Si, 'Minari', la historia de aquella familia coreana que se instala en una granja de Arkansas.

Yo simplemente puedo y quiero jurar que, tras haber visto todo el Hong Sangsoo llegado a nuestras pantallas, tras la recuperación de los tres colores de Kieslowski y pequeñas delicias como 'Nuestro momento perfecto', es una maravilla sentarse a contemplar una película salvajemente repleta de efectos especiales (visuales, físicos y sónicos) y asistir a la furia desatada de un fenómeno meteorológico del que nosotros por aquí no tenemos constancia: ¡tornados! Todo ello en compañía de buenos actores, buenos especialistas, buenos artesanos, buen soporte de producción y buenas empresas respaldando cada fotograma. ¿Cuáles? La Lucas Film, por un lado y por el otro, los estudios, las mesas de mezclas, la ingeniería 'top' del Barbra Streisand Scoring Stage para la grabación de la banda sonora que incluye canciones country y bluegrass dado que estamos en Oklahoma.

Yo solo puedo y quiero jurar que me alegro de que Spielberg sea solo productor. Si la hubiese dirigido habría sido blandita. Y en esta buena historia, la pelea, además de contra el tornado es contra un gangster inmobiliario. Puedo jurar y quiero jurar: tiene agallas, personajes y ritmo. ¡Funciona! Como el sueño de Kathy de domar lo indomable.