Los Rolling no harán gau-pasa esta vez en La Concha, pero se intentó
Se soñó con que los Stones reinauguraran Anoeta para conciertos, pero ganó Madrid. De 'aquel' anís de Keith Richards en el Bule a 'este' reto de Izaro en el Velódromo / El día que Nickolas Butler entró 'de incógnito' en la librería Donosti
Una madrugada de 1998 Keith Richards, mítico guitarrista de The Rolling Stones, irrumpió en una cafetería del Boulevard. Los parroquianos que tomaban un café mañanero ... antes de ir a trabajar alucinaban al ver al músico entrar con un bastón de estilo africano en una mano. Tomó un anís, se despidió cordialmente y se fue a dormir al María Cristina. Es una de las historias que parece leyenda, pero absolutamente real, de las más hermosas noches donostiarras.
La escena no volverá a repetirse, al menos este año. Los incombustibles Rolling inician gira europea y en España solo actuarán en Madrid, en el Wanda, el 1 de junio. Durante meses se soñó con que esa gira volviera a traerles a San Sebastián. Si el 'tour' hubiese incluido un par de fechas más en la península, Donostia pujaba por una. Tenía en contra que el aforo de Anoeta es inferior al de otros estadios; a favor, el gusto por la ciudad ya mostrado en el pasado por sus satánicas majestades y, sobre todo, el deseo de instituciones y promotores de inaugurar para conciertos el estadio reconvertido en campo. Dice Izaskun Larzabal, la arquitecta que proyectó el nuevo Anoeta, que tras la obra el recinto sonará mejor, con las gradas más 'cerradas', y será más cómodo para el público. Pero el estreno no será con los Stones. Empiezan gira en Madrid y se centran en grandes capitales.
Qué pena. Algunos de mis trabajos más divertidos como Tribulete están relacionados con el paso de los Stones. En 1998, por ejemplo: iban a actuar en San Mamés, pero eligieron dormir en San Sebastián. Mick Jagger ni vino: tenía mal la garganta y suspendió el concierto sin llegar a viajar. Pero sus compañeros sí. Y cómo lo pasaron.
Los reporteros apostados ante el María Cristina decían que los músicos estaban encerrados en el hotel, y así lo publicamos. Al leer el periódico el dueño del bar Cooquis del Boulevard me llamó. «¿Cómo que acuartelados? ¡Pero si Keith Richards ha estado a las seis de la mañana enmi local tomando anís!» Antes el guitarrista había sido visto de madrugada, de paseo por el puerto, con su particular «makila» y un acompañante. Vaya gau pasa.
El año siguiente los Stones volvieron, Jagger cenó en Akelarre y tomó copas en La Kabutzia. Actuaban en Santiago pero también quisieron dormir en Donostia, de donde fueron y volvieron a Galicia en vuelo privado, como si fuera un taxi. Y ya en 2007 tuvimos la suerte de verles tocar en Anoeta, en uno de esos conciertos rituales que nos sirven, al menos, para decir «yo vi en directo a los Rolling». Ya entonces se decía que era su última gira, y han pasado quince años.
No habrá Stones y de momento no se reutiliza el estadio para la música, pero tenemos a Izaro. Su concierto de mayo en el Velódromo, a punto de agotar el taquillaje con más de 5.000 entradas vendidas, tiene un encanto especial, como un 'Satisfaction' a la vasca: por un lado es todo un desafío que una joven música de la tierra sea hoy capaz de llenar ese recinto, muestra del poderío de la muy emergente artista de Mallabia que eligió Donostia para vivir; por otro, servirá para ver cómo suena y funciona hoy el Velódromo para la música. Ojalá que bien y sea una alternativa hasta el día en que un Illunbe en condiciones o un recinto similar nos meta otra vez en los grandes circuitos de la música.
En voz baja
Un americano en 'Donosti'
Llego a la noticia a través de Ricardo Aldarondo, que mantiene intacto el gen periodístico, y Santi y Andoni Azurmendi, de la librería Donosti, me la amplían. Hace unos días el norteamericano Nickolas Butler, autor de títulos como 'Canciones de amor a quemarropa', se presentó de improviso en la librería, como ese protagonista de 'La rosa púrpura de El Cairo' que sale de la pantalla. «Gracias por tener mi nuevo libro en el escaparate», les dijo al ver 'Buena suerte' en lugar destacado. Y más se sorprendió al comprobar que en la librería disponían de la versión original en inglés de todas sus obras. Alguno de los clientes aprovechó para comprar ejemplar y pedir dedicatoria.
«Estaba en viaje familiar en Donostia antes de presentar el libro en Madrid y Barcelona», me explica Santi Azurmendi. «Es curioso porque nuestra madre, fiel lectora, fue la primera en apostar por este autor hace años, y le sigue poniendo buena nota a cada nueva entrega». Butler quiso hacerse foto con la gente de la librería (aquí reproducida, entre Santi y Nuria). Donosti es una de las librerías más 'literarias' de la ciudad, rubricada por sus hermosas vidrieras, y quienes llegan de fuera caen seducidos por ella. Por ejemplo, Woody Allen, que la eligió para su película donostiarra.
mezquiaga@diariovasco.com
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