Las diez noticias clave de la jornada
Endika Markotegi narra el cuento de Saramago, con el apoyo de Jon Gómez Garai, mientras los músicos interpretan la obra de Emilio Aragón.

Un refuerzo especial para la OSE

Esta tarde estrenan la pieza 'La flor más grande del mundo', que también la interpretarán el sábado 4 de febrero en el programa 'Conciertos en familia'

TERESA FLAÑO

Viernes, 27 de enero 2017, 07:17

Esta tarde la Orquesta de Euskadi ofrece uno de sus conciertos de la temporada de abono en el Kursaal -también actuarán en Bilbao, Pamplona y Vitoria la semana que viene-. El programa comienza con el 'Concierto para piano y orquesta nº 4' de Beethoven, con el solista Nicolas Angelich, y concluye con la obertura-fantasía 'Romeo y Julieta' de Tchaikovsky. Pero la pieza que se va a interpretar entre las dos es la que dota al programa de una singularidad especial. Los músicos de la formación vasca ofrecerán su versión de 'La flor más grande del mundo', una composición de Emilio Aragón para la que se incorporan diecinueve nuevos músicos que llevan preparándose para este momento más de seis meses. Son personas con distintos grados de discapacidad, miembros de las asociaciones Gautena, Aspace y Uliazpi.

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  • el proyecto

  • Título

  • 'Mosaico de sonidos'.

  • Los conciertos

  • Hoy y el lunes a las 20.00 horas en el Auditorio del Kursaal dentro de la temporada de abono de la OSE. El sábado 4 de febrero a las 18.00 horas también en el Kursaal dentro de Conciertos en familia.

La pieza se volverá a interpretar el sábado 4 de febrero dentro de los Conciertos en familia de Kursaal Eszena, en una jornada que quiere convertirse, como reza su título, en un 'Mosaico de sonidos' para fomentar una sociedad inclusiva en personas de todas las edades. Ese concierto especial contará con Jon Gómez Garai como presentador, Zuriñe Hidalgo como actriz y Ainhoa Moiua como traductora del lenguaje de signos.

Detrás de esta iniciativa se encuentra Mikel Cañada, responsable del área didáctica de la OSE e inspirador de esta iniciativa social que desarrollan, además de la vasca, otras catorce sinfónicas españolas.

Tercer ensayo

Los músicos, los profesionales y los amateurs, realizaron ayer el tercer ensayo en común en la sede de Miramón, y el buen rollo se palpaba en todo momento, conscientes de que para todos se trata de un concierto especial. Cañada comentó ayer al concluir el trabajo, todavía con la carne de gallina como cada vez que acaban un ensayo, que «al principio solo me preocupaba que saliera bien, que no hubiera ningún problema. Ahora quiero que sea algo artístico y de calidad porque estos chicos han demostrado lo que valen. Estamos todos de subidón».

Cuando Cañada describe cómo ha sido el trabajo se entiende ese optimismo. «Gran parte del tiempo en estos seis meses ha consistido en aprender a comunicarnos unos con otros, en conseguir que estos nuevos músicos estuvieran seguros porque al principio no había confianza y ellos se adentraban en un mundo extraño. Los músicos de la OSE son los que lo tienen fácil porque se encuentran en su hábitat».

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Talleres y juegos, «en los que hemos invertido seis meses para romper las barreras», han sido los recursos utilizados para que surgiera la empatía, sobre todo teniendo en cuenta que solo dos de estos miembros eventuales de la Orquesta tenían conocimientos musicales previos.

Uno de ellos es el acordeonista Gorka Casares, muy directo al explicar sus sensaciones: «Lo importante es que todo salga bien. Yo estoy muy contento porque está siendo una experiencia muy buena. Lo mejor es estar con los músicos y tocar con la Orquesta la obra escrita por Emilio Aragón me hace mucha ilusión».

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Gorka Casares toca el acordeón desde pequeño porque «tengo la música en los genes» y tiene claro a quién le debe que esta tarde se estrene en el escenario del Kursaal. «De pequeño mi aita me enseñó a tocar el acordeón, aunque no se leer de música, aprendí de oído, y le doy las gracias. Todo se lo debo a él. Es un tío estupendo, muy majo y le quiero mogollón».

Con las ideas tan nítidas, Casares sabe lo que va a hacer en la actuación de hoy: «Voy a darlo todo. Va a salir un buen concierto y me gustaría que se notara mi aportación. Hay que saber dar a los demás la armonía que tenemos dentro. Este proyecto me emociona y por eso estoy muy contento». Gorka cuenta con el apoyo del flauta Carlos Rosat.

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También tiene un papel prominente Marcos Echenagusia. Es el encargado de tocar un instrumento tan imponente como el bombo. En el ensayo de ayer se le veía concentrado para que no se le pasara ni un compás. Además, para que su trabajo salga mejor, tiene el respaldo de la viola Elena Martínez de Murguía, muy pendiente de este chicarrón que contundente afirmó al final que «no tengo nada de nervios. En cosas como esta lo que hay que tener es confianza y yo la tengo». Y hay que tener mucha de esa confianza para subirse a los escenarios del Kursaal, del Baluarte de Pamplona, del Euskalduna de Bilbao y del Principal de Vitoria donde también ofrecerán las actuaciones.

Hay un momento en que en el escenario solo se oye el piano interpretado por Koro Alonso, a quien la violinista Cristina Vertiz marca las entradas. Cañada contó ayer que «es la única que va a clases de música en Eibar. Todo lo hace de oído y con la música se expresa de una forma que no lo puede hacer verbalmente. Eso es impresionante».

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Adaptación

El impulsor del proyecto indicó ayer, para explicar el esfuerzo que hacen los chavales, que «las cuidadoras nos han comentado que lo que para nosotros nos ha parecido un pequeño avance para ellos es un paso de gigante. Hay que saber medir las expectativas, situarlas en el lugar correcto y asignar a cada uno un instrumento o una intervención con la que se sienta a gusto. Hemos tenido que adaptarnos. Por ejemplo algo tan sencillo como nos puede parecer sujetar un triángulo, para ellos puede resultar complicado. Hemos ido adaptando las cosas para que no se sientan presionados en ningún momento». Según Cañada parte de los buenos resultados que se están consiguiendo se deben a la labor del director ruso Ainars Rubikis. «Es un maestro joven y aunque creo que al principio estaba un poco alucinado viendo dónde se había metido, enseguida comprendió el proyecto y se ha volcado en que estos nuevos músicos se sintieran como en casa».

Lo que más ha costado y en lo que se han centrado en gran parte de los talleres mensuales que han realizado durante los seis meses, es que «entiendan los gestos que un director hace con la mano para empezar o terminar un pasaje, para dar más o menos intensidad a un sonido».

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En esa labor se ha empeñado el trompa de la OSE, Xabier Sarasa, que ejerce de guía de este grupo de personas con discapacidad. En el ensayo de ayer apuntaba a los nuevos músicos cuando debían sonar las maracas, los palos de lluvia, los triángulos, los silbatos, los tambores o los xilófonos.

Si alguien juega un papel especial en estos conciertos es Endika Markotegi que ejerce de narrador porque 'La flor más grande del mundo' está inspirada en un cuento de José Saramago. Ayer, después de unos intensos ensayos con los músicos pero también en solitario, se encontraba un poco cansado. Esta mañana realizará un pequeño entrenamiento para tener por la tarde las facultades a pleno rendimiento.

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«Lo más complicado es saber cómo mostrar con la voz los sentimientos mientras lees», destacó Markotegi. «Hay que hacerlo todo con mucha sincronización, pero he contado con la ayuda de mucha gente, comenzando por Jon y siguiendo por los músicos, que me han facilitado mucho las cosas. En estos meses nos hemos conocido unos a otros y se han creado unos vínculos muy fuertes. Estoy muy feliz. Lo repetiría una y otra vez. No pararía».

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