Pedro Saiz Gómez | Porcelanas Bidasoa, Real Unión, Irungo Atsegiña...
«Me saqué el título de ceramista en Madrid y vine a trabajar a Irun»Aunque nacido en Santander, el centenario llegaba a Irun muy joven y ha residido en esta ciudad desde entonces
Pedro Saiz Gómez cumplía en marzo 100 años. Natural de Santander, llegaba a Irun muy joven y ha residido en la ciudad desde entonces. La celebración de su cumpleaños fue una gran fiesta que compartió con sus familiares y amigos en el bar Disko, junto a la plaza del Ensanche.
– Cien años cumplidos hace poquito.
– Bueno, hace dos meses. Me encuentro bien, la verdad, aunque los años no perdonan...
– Nacido en Santander, pero toda una vida en Irun.
– Sí, nacido en Reinosa, Santander. De niño, cuando tenía cuatro años, fuimos, con mis padres, a vivir a Madrid. Y después de Madrid, donde estudié, vine aquí a trabajar a Porcelanas del Bidasoa. Porque yo me saqué el título de ceramista, estudié seis años para sacármelo.
– Ceramista, casi nada. ¿Y el trabajo fue en Porcelanas Bidasoa hasta que llegó la jubilación?
– Hombre, claro. Y allí, en Porcelanas Bidasoa, me conocían todos porque era el jefe de fabricación. Yo andaba por toda la fábrica. Cuando terminé los estudios me fui a la mili y cuando terminé la mili volví a la escuela. Allí no estuve más que seis días porque enseguida me reclamaron de aquí, de Porcelanas, para que viniera a trabajar.
– ¿Cómo era Porcelanas Bidasoa en aquel entonces, cómo son esos recuerdos?
– Era muy buena, una fábrica estupenda. Allí se hacía prácticamente de todo: se modelaba, se fabricaba, se hacían los moldes, las matrices... Podía hacer de todo lo que yo había aprendido en la escuela.
– Presente además en distintas asociaciones de Irun durante años, además...
– He estado de directivo en el Real Unión durante seis años, cuando en el Real Unión todos estábamos muy bien porque teníamos un presidente con mucho dinero (ríe). Pascual Dorronsoro, presidente del Puerto de Pasajes, presidente honorífico. Aquel ponía el dinero. Había jugadores que me venían y me decían: no me ha pagado... Y es que tenían dos sueldos, el que le daban por medio del Club y otro que le pagaba él aparte. A otros jugadores les colocaba para trabajar en el puerto, en Pasajes, en el economato, y después de venir aquí a entrenar, tenían que ir a trabajar... y así tenían doble sueldo. Eran otros tiempos.
– ¿También en otra institución, Irungo Atsegiña, ¿no?
–En Irungo Atsegina he sido directivo también, durante bastantes años. Yo estaba metido en todos los saraos. Durante años muchas carrozas de Irungo Atsegiña las he hecho yo. No solo las pintaba, también hacía cosas en cartón, los adornos. En cuanto llegaban las fiestas ya venían corriendo a buscarme a mí. Y yo, pues encantado, porque como encima me gustaba, iba muy a gusto y lo pasaba muy bien. También he estado en la Asociación de los sellos, de correos. Es que con 100 años, he hecho de todo, ha habido tiempo para todo.
–¿Y recuerdos de tiempos difíciles, de la Guerra?
–Pues como para muchos, fueron momentos muy complicados. Cuando veía los bombardeos, todos nos metíamos corriendo en los sótanos. Pasamos mucho, la verdad, hambres...
– Menudos años más complicados.
– Bueno, si en 100 años no te pasan cosas complicadas... es difícil.
– Con esa perspectiva de vida ¿qué le parece cómo está el mundo?
– Para mí el mundo está bastante mal. Está muy jodido el asunto. Y no solo el trabajo...
– ¿Qué tal la vida en Irun?
– Pues mira, la mayor parte del día me la paso pintando. Todos los días, mis cuatro horitas por lo menos, me las paso pintando cuadros.
– ¿A qué pinta, acuarela, óleo?
– De todo, óleo, acuarela...
– ¿Cómo nació esa afición?
– Pues por la escuela donde estudié, de ahí viene todo. En la escuela lo que yo hacía era dibujar y modelar, moldes, matrices. Porque claro, se hacía el modelo. Por ejemplo, para hacer una pieza en el torno primero se echaba la escayola con un cilindro, se quitaba después y con una herramienta, con una plantilla que tenías ibas haciendo la forma. Después de hacer el modelo hacías el molde y después, al molde se le hacía la matriz. La matriz era a cada pieza del molde. Así hemos vivido.
–¿Y qué le gusta pintar lo que más? ¿Paisajes?
–Pinto de todo. Acabo de darle el barniz a uno que acabo de terminar, me suelen dar fotos y sobre esas fotos hago yo el cuadro. Me han dado uno que es de un pueblo, creo que de León, me tienen que decir de dónde es. Resulta que es de una pintora que pintó una fachada en la calle del pueblo y se ve...
– ¿Dónde se pueden ver sus cuadros?
– No, no, yo no expongo nunca. Tengo en casa más de 60 cuadros descolgados, porque a parte tengo un montón colgados, menos en el servicio, por toda la casa, en la cocina, en el pasillo, todo lleno. Es un pasillo de doce metros y menos los marcos de las puertas, el resto está lleno de cuadros colgados.
– ¿Qué le dice la familia de tanto cuadro?
– Qué me va a decir, pues nada. Todos los días voy a comer un bocadillo. Voy a un bar donde está toda la cuadrilla, conozco a muchísima gente, como salí hasta en el periódico...
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