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KEPA OLIDEN
ARRASATE.
Viernes, 9 de noviembre 2018, 00:24
El cuerpo incorrupto de Inés Ruiz de Otalora volverá a mostrarse al público después de 20 años en el marco de una visita guiada organizada por Arrasate Zientzia Elkartea (AZE) y el ayuntamiento, mañana sábado. La momia de 'Amandre Santa Ines' será expuesta en el féretro donde reposa desde hace más de 400 años en la parroquia de San Juan.
La visita ha suscitado un inusitado interés en Arrasate y la inscripción está completa desde hace días. No obstante, desde AZE apuntan que se baraja organizar una segunda visita para atender a los interesados que se han quedado en lista de espera.
Este tour por la parroquia arrancará a las 11.00 horas en Kanpantorpea con una descripción de las excavaciones arqueológicas realizadas en el subsuelo del campanario. Investigadores de Aranzadi y de AZE han hallado numerosos enterramientos medievales así como restos cerámicos de la Edad del Bronce. Javier Bengoa, presidente de AZE, efectuará la exposición.
Seguidamente, los visitantes recorrerán el interior de la parroquia de la mano de la profesora de historia del arte Ana Isabel Ugalde, quien detallará las características arquitectónicas y artísticas del templo.
La siguiente parada será para contemplar el cuerpo incorrupto de Inés Ruiz de Otalora. José Ángel Barrutiabengoa explicará la historia y particularidades de la momia de Amandre Santa Ines, en cuyo estudio histórico antropológico forense participó en 1994 junto con Paco Etxeberria, Lourdes Herrasti y Ángel Armendáriz.
Fallecida en Valladolid en 1607 con unos 40 años de edad, Inés Ruiz de Otalora era viuda de Rodrigo de Ocáriz, también mondragonés y grefier o secretario de la Casa Real de Felipe II en Valladolid.
Murió sin descendencia porque, aunque tuvo hijos, ninguno le sobrevivió, y fue inhumada en el convento de San Francisco de Valladolid. Algún tiempo después, puede que años más tarde, se exhumó el cadáver para su traslado a Mondragón obedeciendo la última voluntad de la difunta de reposar junto a su marido Rodrigo de Ocáriz, cuya familia fundó la capilla del mismo nombre que aún existe en la parroquia de San Juan.
Los investigadores suponen que fue entonces cuando se descubrió el cuerpo incorrupto de Inés Ruiz de Otalora. Lo sorprendente del hallazgo suscitó la admiración desde el primer momento, y propició que «en torno a él se generaran rumores de santidad».
La momificación del cuerpo de esta mujer adulta madura de 1,67 metros fue «natural y espontánea, producida por la deshidratación progresiva en condiciones medioambientales de sequedad y aireación».
A su llegada a Mondragón, fue introducido en un féretro de 1,55 metros. «Para ello, hubieron de forzar
las piernas y el cuello». En el féretro se conservan los restos de tres niños neonatos y otro de seis años que podrían ser sus hijos.
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