La crisis perfila un nuevo tipo de usuario en el Punto de Atención Social de Irun
70 personas han acudido este año al comedor y 99 han utilizado el servicio de duchas. Los educadores del centro reciben «a gente que llega en estado de shock» y tratan de ayudarles «a retomar sus vidas»
MARÍA JOSÉ ATIENZA
Domingo, 14 de octubre 2012, 05:22
Son las diez de la mañana. Un hombre mayor lee el periódico en una estancia del Punto de Atención Social de Irun, mientras un joven consulta en el ordenador las ofertas de empleo. Desde esta habitación compartida, que trata de asemejarse a la sala de estar de cualquier casa, se escucha el balbuceo de una niña de poco más de un año. La pequeña va y viene por el pasillo, a la espera de que su madre termine de hacer la colada en el servicio de lavandería.
Hay movimiento a esta hora de la mañana en el Punto de Atención Social, habilitado desde hace un par de años en uno de los edificios del complejo del Antiguo Hospital. El centro, gestionado por la Fundación RAIS, a través de un convenio con el Ayuntamiento de Irun, ofrece servicios de comedor, duchas, higiene personal y lavandería, además de acompañamiento para la búsqueda de empleo y vivienda, entre otras necesidades vitales.
Antes del mediodía, hay un constante ir y venir gente que entra y sale de las duchas, que pide ayuda para rellenar una solicitud o que viene a consultar el servicio de buzón, por si alguna empresa ha respondido a su petición de empleo. «Muchos dejan esta dirección, porque están en la calle o no tienen domicilio fijo o no están empadronados», explica la coordinadora del centro, Nadia Fabo.
La llegada
La 'hora punta' es la de la apertura del comedor, un servicio para cuya utilización hay que cumplir una serie de requisitos: ser mayor de edad, encontrarse en situación de riesgo o de exclusión social, estar empadronado en Irun, con una antigüedad mínima de un mes y no percibir la Renta de Garantía de Ingresos, ni la Ayuda Económica de Inclusión Social. En lo que va de año, 70 personas han utilizado el comedor. El servicio de duchas ha recibido a 99 usuarios, el de higiene personal, a 81 y la lavandería, a 52. En el espacio de acompañamiento han sido atendidas 122 personas.
Las instalaciones son modernas, limpias y acogedoras y el comedor funciona a modo de self-service. Nada que ver con los aquellos comedores de la beneficencia que muchos guardamos en nuestro imaginario. Tampoco el usuario medio se parece al que frecuentaba este tipo de servicios hace sólo unos años. El perfil ha variado sensiblemente desde que sobrevino la crisis.
La coordinadora, Nadia Fabo y la responsable de Intervención Comunitaria del Ayuntamiento, Feli Goikoetxea, facilitan la información sobre las cifras y perfiles de los usuarios. «A todos ellos les pongo cara», dice Nadia. «Muchos llegan en estado de shock, porque en su vida se imaginaron que un día tendrían que recurrir a un servicio como éste».
Cruzar la puerta del Punto de Atención Social es, en muchos casos, un acto de valentía. «El perfil del usuario actual es el de un hombre que se ha quedado sin trabajo en una edad complicada para reinsertarse en el mundo laboral», añade la coordinadora. «Un ejemplo típico es el del camionero que ha ganado un sueldo digno durante muchos años, hasta que llega la crisis y se queda sin poder ejercer su profesión. Y además, se queda sin camión, porque no había terminado de pagarlo. A causa de todo esto, entra en una crisis familiar y tiene que salir del domicilio. La red social se le tambalea y empieza la debacle».
Aunque al Punto de Atención Social acuden menos mujeres que hombres, el perfil de las usuarias no es muy diferente, con un añadido. «Las mujeres, suelen provenir de situaciones familiares complicadas de origen o tienen hijos con una serie de problemáticas»
La tensión en la que viven algunos de los usuarios se mantiene bajo control. Jamás se ha registrado en el centro un problema de violencia. «Nunca hemos tenido que llamar a los municipales, ni expulsar a nadie. Hay una normativa básica de convivencia y se respeta».
Pero si hay un denominador común entre los usuarios del Punto de Atención Social, ése es «la soledad», apunta Feli Goikoetxea. «Cuando llegan aquí están absolutamente solos. Por eso, el centro es algo más que un comedor. Es un espacio para estar, para hablar, para compartir, para relacionarse. El 95% de la gente que viene al comedor acude también a la sala de acompañamiento. Se toman un café, hacen grupo, se crean amistades...»
Nadia Fabo cuenta el caso de un chico joven que llevaba tiempo viviendo en su coche. «Me dijo que, hasta que llegó aquí, tenía miedo de volverse loco, porque pasaba un día detrás de otro sin hablar con nadie. Se hizo un trabajo estupendo con él». Está saliendo.
La salida
La salida no es fácil, pero es posible. Estamos hablando de personas que viven en la calle, en un coche, en una tienda de campaña, que comparten un garaje o un local o que han alquilado una habitación con derecho a cocina. «Hay que ir dando pasitos, acompañándoles para que retomen sus vidas. Cada uno lleva su ritmo. Se hace mucho trabajo con los educadores del centro, Laura Vegas y Borja Gamarra y también mucho trabajo en red con las trabajadoras sociales y con los diferentes departamentos del Ayuntamiento».
Colgado en una pared de la sala de acompañamiento, hay un dibujo con un lema: 'Nunca te rindas'. El dibujo representa a un pelícano que está comiéndose a una rana, pero ésta saca sus manos por los dos lados del pico y agarra del cuello al pajarraco. «Hay una gran diferencia entre dejarse comer y resistirse y esa es la actitud que nosotros intentamos impulsar», dice Nadia.