«Los egipcios vivían el sexo de manera natural»

Existen muchos datos que confirman que la egipcia fue una cilivización evolucionada y moderna, y uno de los más significativos es la posición de la mujer en aquella sociedad. A diferencia de la mayoría de mujeres de las antiguas civilizaciones, la egipcia disfrutó de unos derechos que la equiparaban con el hombre. Es más, el hombre no se consideraba tal sin la mujer. El historiador y experto en el Egipto Faraónico José Miguel Serrano Delgado hablará de todo lo que rodea a la mujer de aquella época en su nueva visita a San Sebastián.

Doctor en Historia Antigua, profesor de la Universidad de Sevilla, donde se inició en la egiptología científica, y subdirector del Proyecto Djehuty en la Necrópolis de Tebas, Serrano Delgado (Sevilla, 1958) abre esta tarde una nueva edición de Antiqua, XVII Jornadas sobre la Antigüedad que, bajo el título 'Las prácticas amorosas en el mundo antiguo', organiza el Koldo Mitxelena.

«Los egipcios entendieron el sexo como una faceta plenamente natual de la vida y de la condición humana. No sólo la aceptaban, sino que en ocasiones apelaban a él como una forma de entender el mundo que les rodeaba», afirma Serrano que, a partir de las 19.30 horas en el KM, impartirá la charla 'Mujer, sexo y relación de género en el Egipto faraónico'.

Serrano plantea que para los egipcios tener hijos era una necesidad vital y, por lo tanto, la finalidad fundamental del sexo era tenerlos, aunque también servía de gozo a las parejas. «Entonces ya se conocían fórmulas anticonceptivas y se practicaba la interrupción del embarazo. Los jóvenes tenían una libertad previa al matrimonio y no eran raros los encuentros prematrimoniales», cuenta. Por otra parte, la infidelidad, al menos la femenina, era inaceptable y se podía castigar. También estaba el tema de la prostitución, mujeres profesionales del sexo que se situaban al borde de la marginalidad y podían llegar a perder al hombre. La cortesana, representada como un modelo de belleza, aparece en algunas obras literarias tomando la iniciativa frente al cliente que apenas puede seguir el ritmo de la mujer.

«Los datos muestran una rica y variada imagen del amor y el sexo entre los egipcios: la pareja como marco del amor y de la reproducción y el sexo como resolución de las pasiones», concluye el profesor sevillano.

Civilización milenaria

Egiptólogo de vocación, Serrano lleva más de treinta años investigando. «Empecé en España pero tuve que marcharme a París y luego a Gran Bretaña para ampliar mi formación porque aquí era imposible», asegura. Fascinado por todo lo que tiene que ver con la civilización milenaria, forma parte de Djehuty, un proyecto que pretende servir de base para el desarrollo de la Egiptología en España como una disciplina académica y un área científica dentro de las Humanidades.

El proyecto tiene como objetivo la excavación, restauración y publicación de las tumbas de Djehuty y de Hery, ubicadas en la orilla occidental de Luxor, la antigua Tebas. «Mi amigo José Manuel Galán, científico del CSIC y director del proyecto, fue el que me propuso montar una comisión permanente para potenciar el estudio de Egipto allí, sobre el terreno. Porque un científico tiene que estar al pie del cañón. Llevamos ya diez campañas y tenemos la suerte de estar en el cogollo, justo al lado de las tumbas. Solemos ir unos dos meses al año, entre febrero y marzo, y poco a poco y con tranquilidad vamos logrando nuestros objetivos. Es un trabajo muy romántico, que engancha».

Este sevillano enamorado de San Sebastián, lleva toda una vida dedicado a una afición que con el tiempo se convirtió en profesión, y hoy en día está considerado como uno de los grandes expertos en Egipto, «un tema que atrae a mucha gente porque tiene mucha parte de misterio», reconoce, aunque se muestra muy crítico con el intrusismo en su profesión. «Gentes que por haber estado de viaje turístico y saber un poco de aquí y otro poco de allá se creen expertos. Y esto no es así en absoluto. Esto es muy serio. Es un trajabo científico», asegura.