Turismo de 'bidegorri'

Todos los días, muchos donostiarras se mueven por San Sebastián en bicicleta. Los visitantes también pueden hacerlo, por sus propios medios -en su bici o alquilando una- o participando en las visitas guiadas sobre dos ruedas que ofrece la oficina de turismo para conocer desde la perspectiva del ciclista urbano los lugares más característicos de la ciudad.

De esta manera, una ciudad que, según las previsiones, para finales de 2010 tendrá más de 50 kilómetros de bidegorris saca partido turístico a su red de carriles bici, y los visitantes se suman a los vecinos a la hora de utilizarlos. En 2009 los usuarios del carril bici de San Sebastián superaban los 12.000 diarios, siendo los hombres los que más lo usaban. La media de edad de las personas que los transitan día tras día es de 37 años. Un 69% de los que lo utilizaban eran trabajadores, un 20% estudiantes y un 5% jubilados o pensionistas. Con estas cifras y las valoraciones que aporta un estudio publicado por Consumer Eroski y realizado a 18 capitales españolas, San Sebastián se revela una de las pocas ciudades que promueve la bicicleta como medio de locomoción urbano.

Un dato interesante teniendo en cuenta que ciudades como Granada, Oviedo, Alicante, Valencia, que también pugnan por atraer visitantes, no poseen carriles propios para las bicicletas o son muy escasos. En el otro extremo, Córdoba, Sevilla, Barcelona y las tres capitales vascas son destacadas en el estudio por ofrecer buenos servicios a los usuarios de bicicletas. Pese a que los bidegorris donostiarras superaron la prueba con buena nota, también tienen algún que otro defecto... Según el estudio, el principal es la señalización; otro aspecto criticado por los expertos es la falta de homogeneidad en el pavimento que acoge los distintos tramos de carril bici, que discurren sobre superficies muy diversas desde el punto de vista del material y el aspecto. En el estudio se asegura también que el mantenimiento de los aparcabicis es muy deficiente, ya que la mayoría contaban con numerosas pintadas, elementos rotos o se encontraban totalmente llenos.

Aún así, la publicación aprueba con un 'bien' el conjunto de infraestructuras ciclistas de Donostia, una nota que supera la media, y destaca el esfuerzo continuo que realiza la ciudad año tras años para mejorar y ampliar los servicios que ofrece a los usuarios.

Visitas sobre ruedas

El número de bidegorris y los servicios relacionados con ellos aumenta poco a poco en San Sebastián, y eso es algo que los que vienen de fuera saben apreciar. Muchos de los turistas que visitan la ciudad por primera vez coinciden en que Donostia cuenta con una buena red de carriles bici. La oficina de turismo de la ciudad ha querido sacar partido al hecho de que se pueda recorrer la mayor parte de la ciudad a través del bidegorri, y organizan rutas en bicicleta para conocer los lugares más singulares de San Sebastián.

Acompañados por un guía que en cada parada explica la función y la historia de los lugares que se están viendo, los visitantes conocen por encima qué pueden hacer en la ciudad y cómo. «Nosotros les enseñamos lo que hay aquí y lo que pueden hacer, pero que lo hagan ya queda en sus manos. Por ejemplo les decimos que pueden ir en barco a la Isla de Santa Clara o subir al monte Urgull, y casi siempre se muestran muy interesados en cómo pueden ir para volver más tarde y hacerlo», comenta Daniel, el guía de uno de los grupos. El objetivo principal es hacer una propuesta diferente y mostrar una visión distinta a la que por norma general se ofrece de una ciudad: «Intentamos hacerlo ameno, y que los visitantes puedan disfrutar de un paseo pero que no sea ni a pie ni en bus, como suele ser en otros lugares».

Para todas edades e idiomas

Las visitas sólo se hacen los meses de verano, con dos convocatorias diaras: a las once de la mañana y a las cinco de la tarde. La visita, que dura hora y media larga, cuesta 12 euros -el precio incluye la bici- y es preciso inscribirse con antelación (puede hacerse en la web sansebastianreservas.com o en los teléfonos 943 21 77 17 y 902 443 442).

El circuito comienza en el punto de información turística del Boulevard y se dirige en primer lugar hacia el Kursaal. Desde allí, tras explicar el significado del barrio de Gros y el origen de la playa de la Zurriola, los ciclistas recorren el Paseo Nuevo hasta el Aquarium. La bajada en ascensor hasta el puerto permite continuar hasta el ayuntamiento y luego proseguir por todo el paseo de la Concha, el de Ondarreta y el de Eduardo Chillida hasta el Peine de los Vientos. Otra de las paradas obligadas para disfrutar del lugar y las vistas. Tras desandar lo andado, o mejor dicho lo recorrido en bicicleta, toca visitar lugares como la catedral del Buen Pastor o la Plaza de Gipuzkoa, para terminar el recorrido de casi dos horas en el mismo lugar de partida.

Se trata de una ruta en la que se va despacio y se realizan varias paradas para poder disfrutar de las vistas. En todo momento se utiliza el bidegorri, aunque en tramos de obra o en zonas muy concurridas el grupo tenga que bajarse de la bici para no entorpecer el paso o tener algún percance, cosa que por el momento no ha ocurrido. Daniel asegura que han tenido bastante suerte, porque «todavía no hemos tenido ningún percance grave, aunque siempre hay a alguno al que se le sale la cadena y hay que ponérsela en la mitad de la calle».

Los grupos son reducidos, un total de seis personas, que como asegura Daniel «parece poco, pero si fuera un grupo mayor la calidad sería diferente. Además, muchas bicis en fila suponen una complicación para, por ejemplo, cruzar calles. Con seis participantes, la visita se hace cómoda y el trato es más personal». Cuando los grupos se llenan, algo que ocurre con frecuencia los días de verano, se ofrece a quienes han quedado fuera la posibilidad de realizar la ruta a otra hora u otro día.

Extranjeros y españoles utilizan este servicio turístico a diario casi a partes iguales y, aunque suele ser gente joven, «a veces acude gente mayor y niños a los que les gusta hacer deporte o son más activos», asegura Daniel. Aunque todavía no se apunta mucha gente, tal vez porque ir en bicicleta por una ciudad que no se conoce impone, en general los turistas salen satisfechos. Generalmente, los usuarios son personas a las que les gusta montar en bicicleta, y como la visita es muy cómoda y con varias paradas no resulta cansado.

El guía da explicaciones en inglés y en castellano y eso es lo que atrae a personas de otros países como Kurt o Andreanne. Kurt, australiano, ha decidido hacer la ruta en bici por San Sebastián porque «es una forma muy buena de conocer los mejores lugares de la ciudad a la vez que haces ejercicio». Andreanne ha venido desde Canadá con unos amigos, pero mientras ellos duermen «porque ayer estuvieron de fiesta», ella ha preferido hacer la ruta sola. «Llegué ayer y sólo he ido a la playa y he salido por la noche, por eso he decidido hacer esta ruta, porque en dos horas visitas lo mejor de la ciudad. Si no, estoy segura de que me iría de aquí sin ver nada». Esta canadiense ya había realizado el mismo tipo de ruta en Barcelona, y como le pareció interesante que alguien le contara la historia de la ciudad ha querido repetirlo en San Sebastián.

Pero no todo son extranjeros en la ruta. Chus Alonso vive en Madrid y ha venido al Euskadi para buscar la playa y escapar del calor sofocante de la capital. Aunque un día antes había visitado la ciudad en el Bus Turístico, ha querido volver a hacerlo en bicicleta porque es una habitual de este medio de transporte, y porque «me parece un servicio muy bueno, es una forma muy distinta de ver la ciudad, pedaleando, no a pie como se hace siempre. Además, me da mucha envidia que en San Sebastián haya tantos carriles bici, porque en mi ciudad no hay ninguno».