El Centro de Física de Materiales apuntala el polo científico de Ibaeta
Los científicos de la alianza CSIC-UPV estrenan sede en la que actualmente abordan 25 proyectos de investigación. El edificio, ubicado entre el DIPC y el Centro Korta, acoge un laboratorio de rayos de ángulo bajo único en el Estado
JUANMA VELASCO jmvelasco@diariovasco.com
Lunes, 2 de agosto 2010, 12:46
Investigan las propiedades 'mágicas' de los materiales. Lo llevan haciendo desde hace once años, pero hasta ahora lo hacían repartidos por el campus de la UPV en Ibaeta, sin sede propia. Desde julio, el Centro de Física de Materiales (CFM) de Donostia, fruto de una alianza entre la universidad vasca y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) -dependiente del Ministerio de Ciencia e Innovación- estrena edificio e instalaciones con las que esperan dar «un salto cualitativo» a su más que productiva labor de investigación. El CFM aspira a convertirse en un «referente internacional» y a seguir atrayendo «jóvenes talentos científicos».
Ese salto será además exponencial. Como dice el director del CFM, el catedrático de la UPV-EHU, Juan Colmenero, con la nueva dimensión que adquiere el centro gracias al nuevo edificio, se consolida el polo científico en física de materiales y nanotecnología de Ibaeta. No en vano, en pocos metros, en el campus confluye una significativa masa crítica de investigadore: el Donostia International Physics Center, el centro de investigación Joxe Mari Korta, el CIC Nanogune y la Facultad de Químicas.
Pero ¿qué se investiga en el Centro de Física de Materiales? La tecnología actual requiere del desarrollo de nuevos y más avanzados materiales que luego se usan en campos tan diversos como la aeronáutica, la medicina o la construcción. El CFM se dedica a investigar cómo funcionan los materiales existentes para ser capaces de diseñar materiales a medida, incluso a escala nanométrica, es decir, la millonésima de un milímetro.
El centro, cuyo vicedirector es Ricardo Díez Muiño (CSIC), trabaja ya a pleno rendimiento después de varias semanas de mudanza y traslados. No en vano, hasta ahora los investigadores del CFM realizaban su labor repartidos por el campus. Unos tenían despacho en el DIPC, otros en el centro Korta, otros en la Facultad de Químicas... Aunque parte del material instalado es nuevo, fue necesario trasladar laboratorios que ya se utilizaban en esas sedes temporales. «En la planificación de la mudanza, hay que agradecer el trabajo de Elisabet Mendizabal, de administración, y de Íñigo Aldazabal, de computación. Ellos han hecho posible que desde el primer día de trabajo hubiera conexión a internet», resalta Colmenero.
El nuevo edificio dispone de 3.500 m2 útiles divididos en cuatro plantas. Cuenta con despachos, salas de reunión, un auditorio y 12 laboratorios de 50 m2 cada uno. Cinco de ellos se encuentran en el semisótano y disponen de suelo antivibratorio flotante, independiente del edificio, y necesario para ejecutar cierto tipo de experimentos. Uno de ellos es el laboratorio de espectroscopia de electrones, «donde se analiza cómo se mueven las moléculas dentro de los polímeros», que ha sido montado por los investigadores y técnicos del mismo CFM.
En la primera planta se encuentra la que, quizás, es una de las perlas del centro: el novedoso laboratorio de rayos X de dispersión a ángulos bajos, único en todo el Estado, cuya instalación fue llevada a cabo por técnicos japoneses y americanos. «Sirve para caracterizar cuál es la estructura dentro de un material, cómo se organizan los átomos y la moléculas a escala nanométrica, y ver cómo cambian esas estructuras nanométricas con la temperatura y otros parámetros de control diferentes», explica Colmenero.
Investigación y formación
Para dar una idea de la dimensión del CFM, en la actualidad hay 25 proyectos de investigación en el centro, tanto nacionales como internacionales, con un presupuesto anual de 1,3 millones de euros. Además, el centro sigue afrontando nuevos retos. En 2009, sin ir más lejos, se iniciaron cinco nuevos proyectos de investigación por 800.000 euros, de los cuáles tres son proyectos europeos. «Este año se está negociando otro proyecto en Bruselas que, como el resto, significará inversión en investigación que llega a Gipuzkoa», añade Colmenero. Además, el centro tiene actividades de formación. Una de ellas, el Máster de Nanociencia, ya se sirve del aula de formación del edificio y del nuevo auditorio.
El CFM se creó en 1999, como unidad asociada al centro de materiales de Madrid del CSIC. Desde entonces, ha ido creciendo hasta hoy, que cuenta con sede propia, en la que trabajan 35 investigadores titulares, 14 pertenecen al CSIC, 16 a la UPV/EHU y 5 están financiados por la Fundación Ikerbasque. En total, entre personal de apoyo científico, administración y estudiantes de doctorado, post doctorales y técnicos el personal del centro supera el centenar.