Lluvia de pelotazos atrás en El Antiguo
El usurbildarra Santxo recibe el trofeo Salvidea al mejor guipuzcoano del torneo, galardón instaurado este año
JOSEBA LEZETA
Lunes, 29 de agosto 2016, 08:23
Llovió sin detención durante toda la mañana en Donostia. Los pelotazales más madrugadores que para las ocho y media de la mañana hacían cola frente al frontón del Antiguo pudieron ocupar la zona del graderío que protege el techo retráctil. Los que llegaron para la hora tuvieron que resguardarse bajo los paraguas en la zona más alta, descubierta. Sobre la cancha llovieron pelotazos atrás... además de gotas sueltas procedentes de algunas grietas de la cubierta. Supongo que el alcalde Eneko Goia, presente, tomaría nota.
El trabajo y el sacrificio sobresalieron por encima del brillo y de los remates en las dos finales, principalmente la de juveniles, ganada 22-15 por el ataundarra Zubizarreta y el riojano Salaverri ante el goizuetarra Salaberria y el iruindarra Eskiroz. Pesó la responsabilidad de conseguir el triunfo.
También la victoria por 22-16 del usurbildarra Santxo y el iruindarra Alduntzin - su padre es de Leitza- frente al ikaztegietarra Urretabizkaia y el beasaindarra Garmendia llegó por similar vía, si bien es cierto que los dos delanteros se animaron a buscar más la jugada en el último tramo. Destacaron cinco tantos de dos paredes perfectamente ejecutadas, tres a cargo de Urretabikaia -una de ellas con la zurda-, una de Santxo en respuesta a las anteriores y la primera, la mejor de todas, obra de Beñat Garmendia, el más joven de la combinación a sus 19 años. Pegado a la pared izquierda, el efecto a la pelota sorprendió a todo el mundo.
Santxo y Alduntzin, muy seguro de volea, mandaron en el marcador de principio a fin. Los múltiples errores de Beñat Urretabizkaia al inicio propiciaron que la renta creciera hasta convertirse de nueve tantos, la mayor, en el 17-8.
Cuando la final parecía encarrilada definitivamente, resurgió el delantero de Ikaztegieta con varias acciones ofensivas que coincidieron con un momento de apuro de Alduntzin, al que bombardearon durante varios minutos. Las dos derechas de sus rivales castigaron con el punto de mira puesto en el rebote hasta aproximarse a cuatro tantos, 17-13.
Dieron vida a una final que Xabi Santxo se encargó de reconducir a base de sacar a pasear la derecha. Lo acusó Garmendia, al que la pelota se le montó en la derecha en dos de los tres tantos postreros.
Precisamente el usurbildarra Santxo recibió el trofeo Íñigo Salvidea al mejor pelotari guipuzcoano de las finales, instaurado este año en memoria del exmanista antiguotarra y gerente de Asegarce fallecido en febrero. Sus dos hijos asistieron al festival, así como Rafa Etxeberria, su sucesor en la empresa bilbaína.
A la tercera fue la vencida para un Santxo que había perdido las dos finales del Torneo del Antiguo a las que había llegado con anterioridad, una en 2012 y otra en 2013.
Zubizarreta Vs. Salaberria
Iraitz Zubizarreta e Iker Salaberria son a sus 17 años dos de los delanteros más prometedores de la actualidad. Verles enfrentados se ha convertido en costumbre prácticamente allá donde les convocan, ya sea por parejas o dentro del cuatro y medio. Determinadas acciones sobre la cancha invitan a pensar que existe además un pique deportivo entre ambos: Zubizarreta versus Salaberria.
Esta vez coincidían en una final juvenil del Torneo del Antiguo que ninguno de los dos quería perder. El primer tanto mostró por dónde iba a discurrir el juego: 91 pelotazos. Atrás, atrás y más atrás. Los dos cargaron el juego sobre los zagueros, entre los que Salaverri, el del ataundarra, aguantó mejor que Eskiroz, el del goizuetarra.
La mayoría de las cinco pelotas perdidas por el riojano de Fuenmayor -hijo del expelotari Javier Salaverri-, tosco de posturas, se produjeron después de que los colorados abrieran brecha en el marcador manual. Los de Eskiroz, elegante de zurda y con una buena defensa de aire, contribuyeron a que la diferencia se agrandara. ¡Qué bien ejecuta las cortadas de zurda al ancho! Su volea de zurda que valió el 9-4 fue para quitarse el sombrero. Sin embargo, transmite la sensación de que se aburre cuando el peloteo se alarga. ¿O acusa cansancio?
Iker Salaberria se lanzó al remate en contadas ocasiones. El duelo requería mayor vocación ofensiva porque era más fácil que fallara su compañero que el del adversario. Tampoco resulta fácil cuando al costado está un delantero con una defensa tan sólida como Zubizarreta, un chaval fuerte sobre el que Aspe ha lanzado ya sus redes.
Nos quedamos con las ganas de ver más ganchos, paradas en el txoko, jugadas sorprendentes... Es lógico pedirlas a quienes tienen capacidad para ejecutarlas.