La 'Sociedad de las Nieves', el relato de los supervivientes
B. URRABURU
Domingo, 13 de marzo 2016, 08:57
Si hay un libro que recoge lo que vivieron los dieciséis supervivientes de la tragedia de los Andes es 'La sociedad de las Nieves', escrito por Pablo Vierci, compañero de colegio de los supervivientes, que habló con diez de ellos.
En las páginas de ese libro se dice que «el 13 de octubre de 1972, el Fairchild 571 (F571), un turborreactor F227 de dos motores arrendado a la Fuerza Aérea Uruguaya, se había estrellado en el centro de la cordillera de los Andes, con cuarenta y cinco personas, entre pasajeros y tripulantes, mayoritariamente integrantes de la primera división del equipo de rugby amateur del Old Christians Rugby Club, ex alumnos del colegio irlandés de los Hermanos Cristianos en Montevideo, Uruguay, junto con familiares y amigos. Tras diez días de búsqueda, el Servicio Aéreo de Rescate chileno los dio por muertos (...) Setenta y dos días después, dos jóvenes harapientos y esqueléticos surgieron de repente en las proximidades del valle de Los Maitenes, en las estribaciones de la cordillera chilena de Santiago, tras una caminata inverosímil de diez días...».
Vierci consiguió que hablase Bobby François, otro de los supervivientes, que se había refugiado en el interior de Uruguay para que nadie le recordase aquella tragedia y evitar tener que hablar del tema.
En su testimonio en el libro dice que «no me gusta hablar porque sé que les duele a algunos familiares de los que no volvieron. No tenemos por qué, creo yo, recordarles permanentemente lo que sucedió. Ha sido muy difícil enfrentarse a las madres de mis amigos muertos y escucharles decir, en mi rostro, que prefieren no verme. Jamás iría a ninguna conmemoración. No puedo ir a un lugar a que me aplaudan. Con la mano en el corazón digo que no comprendo ni nunca comprendí qué es lo que aplauden. No me gusta que me conozcan por el accidente de los Andes. Jamás volví ni voy a volver a la Cordillera. Aprendí la lección. Me ganó. Lo tengo clarito». Siguió diciendo que «lo real es que yo no estaba preparado para caerme de un avión en una cordillera, comer gente muerta, soportar treinta grados bajo cero, con diecinueve años de edad. ¿Pero quién lo está? Hay gente que siente compasión o piedad por mi actitud. Yo no la siento. Y si alguien la experimenta, lo corrijo, no me tengas lástima».