«Audrey Hepburn en el palco era como un ángel, todo el tiempo con una sonrisa»
Desde 1956 Juan Berasategui ha acudido a todas las ediciones del Festival de Cine de San Sebastián. Con sus amigos de juventud fue precursor de los blogs; recomendaban películas en octavillas. Muchos donostiarras le conocen como fundador y presentador de infinidad de películas en el cineclub Kresala
RICARDO ALDARONDO
Viernes, 25 de septiembre 2015, 11:43
Cuando le abren la puerta del teatro Victoria Eugenia, Juan Berasategui (San Sebastián, 1940), no duda un momento: «Es ese, el cuarto», el palco donde vio a Audrey Hepburn, una de las más especiales entre las miles de imágenes que tiene en la memoria de 60 ediciones seguidas del Festival de Cine de San Sebastián. Empleado de banca, cofundador del cineclub Kresala, es cinéfilo y melómano impenitente.
¿En qué edición asistió por primera vez al Festival?
En la cuarta edición, en 1956. Tenía 15 años y tuve que colarme, porque el Festival era para mayores de 16. Era el año en que ganó 'El ferroviario', de Pietro Germi, y es la primera que recuerdo haber visto en el Festival. Y me gustó mucho.
¿Y no ha faltado en ninguna edición desde 1956?
Me perdí media edición en 1979, por un viaje, pero en cuanto volví me fui a ver 'La luna', de Bertolucci.
¿Ya era cinéfilo a los 15 años, o fue al Festival por casualidad?
Había estudiado peritaje mercantil, y acababa de empezar a trabajar. Me aficioné al cine por un amigo, Julián Alonso, que tenía un hermano periodista, que firmaba como Alonso Ibarrola y solía presentar películas en el cine club San Sebastián. Siempre me acuerdo de las personas que me han inculcado una afición. Este amigo me metió en el cine, mi hermana la mayor, en la música clásica, y por eso suelo decir que el Victoria Eugenia es mío, no solo porque sea municipal, y como donostiarra algo me tocará, sino porque aquí he visto mucho cine y he escuchado muchos conciertos.
¿Entonces sólo había proyecciones en el Victoria Eugenia?
Sí, luego cuando se inauguró el Astoria en 1961, empezaron a repetir allí las películas. En el Victoria Eugenia nosotros íbamos a 'gallinero', así se le llamaba entonces al último piso del anfiteatro.
¿Tiene un momento mítico del Festival de Cine de San Sebastián?
Hay uno muy especial para mí. En 1959 Audrey Hepburn ganó la Concha de Plata a la mejor actriz por 'Historia de una monja'. Pero no vino a recogerlo. Sin embargo, unos años más tarde, en 1964, vino al Festival, aunque no tenía película, acompañada por su marido entonces, el actor Mel Ferrer. Ella estaba en un palco, me acuerdo perfectamente que era el cuarto empezando desde el centro, y como queda un poco lateral, nosotros la veíamos perfectamente desde el 'gallinero', justo enfrente. Era verdaderamente un ángel, adorable, estuvo todo el tiempo con una sonrisa y una simpatía total. Por algo hizo luego una película titulada 'Una cara con ángel'. Es para mí una imagen imborrable. Además, Audrey Hepburn murió unos meses antes que mi mujer y de la misma enfermedad, cáncer. Mi mujer y yo vimos una entrevista con ella en la televisión francesa que dieron a raíz de su muerte, y fue muy emocionante para nosotros, con la situación que estábamos viviendo. Así que Audrey Hepburn es para mí un personaje inolvidable, aunque ya la admiraba desde antes de que viniera.
¿Se repitió alguna situación parecida?
En ese mismo año, estábamos viendo 'La noche de la iguana', de John Huston, que iba a competición, y cuando se terminó la película encendieron las luces del escenario y apareció Deborah Kerr, ni siquiera sabíamos que había venido, porque no tenía película. Lo curioso es que estaba aquí porque su marido, Peter Viertel, que también era guionista y escribió luego la novela en que se basó 'Cazador blanco corazón negro', de Clint Eastwood, fue el introductor del surf en Europa. Había venido a hacer surf a Biarritz, y cuando los del Festival se enteraron que estaba allí con Deborah Kerr, les invitaron a venir. Entonces era muy diferente la manera de traer a las estrellas.
¿Y a esas estrellas, se les veía por la calle, aparecían en prensa?
No mucho. Audrey Hepburn y Mel Ferrer estuvieron en el Hotel de Londres. Y mi amigo Fernando Mikelajauregui estaba trabajando en el hotel y se acuerda de que les llevó las maletas y le dieron propina. Pero Deborah Kerr yo creo que después de la proyección se volvió directamente a Biarritz. Ahí hubo un momento en que tomó la dirección del Festival Antonio Zulueta, el padre del director de cine Iván Zulueta, él era el perfecto diplomático. Y el Festival empezó a tomar otro aire más internacional. Los primeros años sólo venían Paquita Rico, Carmen Sevilla, Lola Flores... Luego empezó a venir algo de cine italiano, más cine francés...
En esa época el cine italiano solía tener muy buena acogida, ¿no?
Sí, fue la época dorada de la comedia italiana. Algunas eran picaruelas y estaban rozando los límites de la censura. Ya nos contó Miguel de Echarri, que dirigió el Festival desde mediados de los 60, su sistema para conseguir que la censura le dejara proyectar algunas películas: les llevaba a comer a Nicolasa, y después de comer y beber bien, les plantaba la hoja de autorización.
Y se agotaban las entradas para las italianas, claro.
Sí, aunque no todas nos parecían buenas. En 1963 competía 'Il mafioso', de Alberto Lattuada. En esos años se rumoreaba que siempre había componendas en el jurado para que ganara una película italiana. 'Il Mafioso' era una de aquellas comedias italianas, pero era de las flojas, había otras mucho mejores. Y, sobre todo, ese año competía también 'Días de vino y rosas', de Blake Edwards, con Jack Lemmon. Era una película espléndida sobre el alcoholismo, nos gustó muchísimo, y ante la sorpresa de casi todo el mundo, la Concha de Oro fue para 'Il mafioso'. Nosotros, que estábamos en 'gallinero', con 22 años, organizamos un pateo escandaloso. Al día siguiente salió en titulares en el periódico. Y al año siguiente dejaron de vender entradas de 'gallinero' porque había demasiados gamberros, decían. Nos tuvieron dos años castigados. Y entonces tuvimos que arreglárnoslas para conseguir entradas del primer piso.
¿Entonces el Festival era para una gente selecta?
Sí, bastante. El patio de butacas y los palcos eran sobre todo para invitados. José Ángel Herrero-Velarde siempre cuenta que cuando aprobó la oposición de notario le regalaron una abono para butaca, era algo muy especial.
No habría muchos cinéfilos aún...
Bueno, había un cineclub, el Cineclub San Sebastián, al que también empecé a ir con 15 años. Las sesiones eran en el cine Novedades. Era un cineclub al que asistían Elías Querejeta, Antxon Eceiza, Victor Erice... Palabras mayores, fíjate todo lo que hicieron después como directores de cine.
¿Se ha indignado muchas veces con las decisiones de los jurados?
Siempre me da rabia cuando los jurados tienen mentalidad de ONG y se empeñan en darle el premio a la película 'que más lo necesita', como se suele decir, y no a la mejor, que es de lo que se trata. Fui jurado en un premio de la Cruz Roja y Ángel Fernández Santos quería darle el premio a 'Plata dulce', porque decía que había que ayudar a Argentina, que acababa de salir de la dictadura. Santiago Aizarna decía: «Pero ¿aquí venimos a valorar el cine o a dar el premio de valores humanos?» Yo estaba de acuerdo con él. Y menos mal que la mayoría votamos a 'E.T.'. Con esa mentalidad de los jurados, que sigue hoy igual que entonces, venía Alfred Hitchcock con 'Vértigo', nada menos, y se tenía que conformar con una Concha de Plata compartida, como ocurrió en 1958.
¿Le vio a Alfred Hitchcock?
En persona no, sólo las fotos que salían en los periódicos. No recuerdo que lo presentaran en el escenario. Orson Welles, cuando vino con 'Fraude', tampoco salió al escenario. Decía que solo quería que se viera la película. Estaba en un palco pero no le veíamos desde 'gallinero'.
¿Y esa foto con la bandera soviética con la hoz y el martillo colgando de un palco del Victoria Eugenia, en pleno franquismo?
Es que en 1964 vino por primera vez una película e la Unión Soviética, hasta entonces habíamos tenido algunas películas del Este, de Rumanía, Yugoslavia, Hungría o Polonía, y era un acontecimiento en pleno franquismo. En esos años se solía poner una bandera en el palco de los representantes de la película. Así que cuando llegó el equipo ruso, pusieron también la bandera soviética con la hoz y el martillo. Ese mismo año también se puso 'América, América', que ganó la Concha de Oro, y algunos patearon porque su director Elia Kazan, como es sabido, quedó como el 'chivato' en la 'caza de brujas' contra los comunistas por parte del Comité de Actividades Antiamericanas.
¿Cuántas películas veía en aquellas primeras ediciones, y cuántas ahora?
Cuando trabajaba no podía ver más que tres, el fin de semana veía cuatro o cinco. Cuando me cogía vacaciones ya veía cinco al día, y en alguna ocasión, seis. Hoy sigo con un ritmo de cuatro diarías, dos por la mañana y dos por la tarde. A las sesiones de las doce de la noche casi nunca voy, que por la mañana hay que estar ahí otra vez a las nueve.
Es curioso que hay bastantes cinéfilos, al menos en San Sebastián, que han trabajado en la banca.
Sí, Luis Bergua también trabajaba en el Guipuzcoano, yo en el banco San Sebastián, que fue cambiando de nombre hasta el actual Santander. Trabajábamos de ocho a tres y seguramente eso fomentó que nos aficionarámos al cine. Coincidí un tiempo con Javier Gurruchaga, cuando era botones del banco, y siempre venía a hablar conmigo de cine.
¿Y alguna vez se ha animado a ir al Festival de Cannes?
Hace 40 años fui a cuatro ediciones seguidas, compartiendo habitación con José Ángel Herrero-Velarde, que actualmente y desde hace muchos años forma parte del comité de dirección del Festival. Entonces era muy diferente, se celebraba en el antiguo Palais y se podían comprar entradas, no como ahora, que es sólo para acreditados. Aunque éramos muy pocos los que pagábamos. En 1976, había tanta gente para ver 'Una jornada particular', de Ettore Scola, que no vendieron entradas, y me tuve que conformar con ver quién entraba. Pero pude ver a Grace Kelly. Cannes ya era muy multitudinario, pero aún te podías encontrar por la Croisette con actores y directores importantes, porque solían ir andando del hotel al Palais.
¿Y el Festival de San Sebastián ha cambiado mucho, tiene nostalgia de aquellos años?
No, qué va, no se puede comparar la dimensión que tiene ahora, es muchísimo más grande e importante. Hay gente que te dice 'antes venían más estrellas' y te suman los nombres que han venido a lo largo de 30 años. Por cierto, Emily Watson me parece buena actriz y no veo mal que le den el premio Donostia.
¿A quien le daría el premio Donostia?
Sigo dando la lata con Claudia Cardinale, pero ya no tengo esperanzas, no sé si no les gusta o es demasiado vieja. Solo por 'La chica de la maleta', 'Ocho y medio' y 'El gatopardo', merece todos los premios.
«Que tengamos una edad no quiere decir que nos guste el cine viejuno»
¿Nunca ha dado el salto a escribir sobre cine?
No, no me veía capacitado. Cuando fundamos el cine club Kresala, con Fernando Mikelajauregui y Luis Bergua, solía escribir la introducción del boletín. Sí que he colaborado con Fernando en Radio Popular y Radio San Sebastián, y también durante un par de años hablaba de los estrenos en TeleDonosti, en 'Keridos Monstruos'. También fui jurado de Signis aquí y en los festivales de Mar de Plata y Toulouse.
Pero cuando trabajaba en el banco, todo el mundo le pedía recomendaciones para el Festival.
Sí, y hay una cosa que recuerdo con cariño porque demuestra la afición al cine que teníamos. Tanta gente nos preguntaba qué le recomendábamos del Festival que hacíamos en 'ciclostil' unas hojitas hablando de lo que nos parecía que iban a dar de sí las películas. Algunas las habíamos visto ya en Biarritz o comentábamos lo que habíamos leído sobre el director en 'Cahiers de Cinema'. Suponía un trabajo tremendo, pero luego se agotaban las hojitas rapidísimamente, nos las pedían por la calle.
Eso es lo mismo que hacen hoy los jóvenes cinéfilos en los blogs.
Sí, la verdad, es lo mismo pero con medios modernos.
¿Nunca ha decaído su afición?
No, sigo yendo al cine dos o tres veces por semana, y veo lo más interesante de la cartelera. Me gusta que me sorprendan. Por ejemplo, 'Amy', no me atraía, y sin embargo me gustó mucho. Los documentales cada vez me gustan más, se están haciendo cosas muy novedosas. El cine de Wes Anderson, con 'Moonrise Kingdom' o Richard Linklater, del que me encantó 'Boyhood' y también la que han recuperado ahora, 'Bernie', también me atrae mucho. Sin abandonar todos los clásicos que me encantan, claro, el neorrealismo italiano, la nouvelle vague, Fritz Lang, Dreyer...
Cosas que durante décadas ha transmitido a gente más joven desde el cineclub Kresala...
Sí, aunque a veces hay quien se cree que porque tengamos una edad nos tiene que gustar un cine 'viejuno'. Eso me sienta muy mal.