'Harrespila', un lugar de encuentro en Larraitz

DV. En el caserío Egoarre de Amezketa la tranquilidad ha desaparecido. Allí, ha instalado su taller el escultor vizcaíno Guillermo Olmo y en los últimos dos meses y medio está inmerso en su primer encargo en Aralar: . Así, se llama su representativa obra realizada en piedra caliza que será inaugurada este viernes, 1 de mayo, con motivo de la apertura de los pastos de Aralar.

A pocos metros de la ermita de Larraitz, a los pies del Txindoki, se pueden ver las doce piezas de , un conjunto de piedras clavadas en el suelo formando un círculo. Todavía ayer faltaban de colocar otras cuatro, ya que el conjunto escultórico representa a cada una de las localidades que forman la Mancomunidad Enirio-Aralar, 15 ayuntamientos guipuzcoanos y uno más en representación de la zona navarra. Su creador asegura que «es un lugar de encuentro para todos los pueblos que forman la mancomunidad Enirio-Aralar». En total, 16, un número mágico en la antigüedad, que no pasa desapercibido en los estudios de la mitología vasca.

La magia rodea todavía a toda la zona y también a Larraitz. Es un punto importante, ya que es considerada una de las cuatro puertas de Aralar. Por lo tanto, salta a la vista que la ubicación de la obra de Olmo no ha sido elegida por casualidad, a los pies del Txindoki. Además de que la vista que hay del monte guipuzcoano es espectacular, la razón es que ocupa un lugar muy especial.

Miles de años

La ubicación de la obra del escultor vizcaíno ha sido establecida siguiendo las normas que los antiguos pastores y pobladores de la zona tenían para colocar los y Es decir, que se ha tenido en cuenta el punto de salida del sol, las medidas del círculo, las piezas, el material utilizado, en este caso piedra de la cantera de Altzo y hasta la existencia de una corriente de agua subterránea. Para localizarla incluso necesitaron la ayuda de un zahorí. Condicionantes que utilizaban los pastores de Aralar, pero que también coinciden con los contemplados por celtas y el resto de los pueblos europeos. significa 'círculo de piedras' o cromlech y normalmente están unidos a criaturas mitológicas como los jentiles o los maide-baratzak o las necrópolis prehistóricas. Su similitud con los otros cromlech europeos reside en la forma, pero son de tamaño más pequeño: los hay cuyo diámetro no alcanza los tres metros, y hay pocos con más de quince. Existen en el Pirineo central y occidental, tanto al norte como al sur y en las orillas de los ríos Oria y Leitzaran.

Escultura con magia

Desde que Guillermo Olmo llegara hace 4 años a Amezketa tuvo claro que quería instalarse a las faldas del Txindoki, porque también «sintió su magia». Olmo antes de comenzar a trabajar en el caserío Egoarre y colocar su escultura en Aralar ha recorrido Barcelona, China, Nueva York, Cuba... con sus obras, pero el encanto de Aralar ha hecho que continue con su carrera en Tolosaldea.

Ahora, mientras ultima los detalles de la obra asegura que «se ha creado como homenaje desde nuestro tiempo a la Mancomunidad de Enirio-Aralar con motivo de su 600 aniversario, cumpliendo las normas ancestrales y utilizando formas que utilizaba la gente de Aralar hace miles de años y con las que nosotros podemos disfrutar. Las guardamos en nuestra memoria de manera inconsciente». El escultor asegura que «quería que esta escultura no rompiera con el paisaje, que el conjunto escultórico se integrara dentro de este marco del Txindoki de manera natural y guardara armonía con todo lo que le rodea»

En la mañana de ayer, desde la carretera a Abaltzisketa, los paseantes podían escuchar las fresadoras y taladros de Olmo y su equipo, Carlos Rojo y el anoetarra, Egoitz Iñurrita.