La sombra de Víctor Hugo en Pasaia
El espacio dedicado al escritor francés estrena exposición permanente, que recrea las estancias que conoció en 1843
M. L.
Sábado, 21 de marzo 2009, 03:18
DV. «La casa donde estoy tiene dos pisos y dos entradas. Es curiosa y rara donde las haya y lleva a su más alto grado el doble carácter original de las casas de Pasajes; es lo monumental con lo rústico. Es una chabola mezclada y unida a un palacio. ¿Qué decís de este conjunto? ¿Es eso triste, revulsivo, terrible? Pues no. Es maravilloso». Así describió Víctor Hugo la vivienda erigida en el siglo XVI a orillas del mar en la que se alojó en 1843 durante su breve estancia en Pasai Donibane.
Esa misma construcción, a la que se refirió diciendo «ésta es una casa como no se ve en ninguna parte», está dedica en la actualidad al escritor romántico, al que se rinde tributo con la exposición permanente que, bajo el título , ha inaugurado recientemente la Agencia de Desarrollo Comarcal Oarsoaldea, organismo integrado por los ayuntamientos de Errenteria, Lezo, Oiartzun y Pasaia.
La muestra reúne una serie de piezas que se encontraban en el inmueble desde 1902, cuando dos políticos galos exiliados, admiradores confesos del literato, la abrieron al público convertido en museo. Junto a las reproducciones de dibujos que realizó Víctor Hugo y de bustos ideados en su honor, entre otras piezas, se hallan los muebles originales que Kutxa cedió décadas atrás a la Fundación Social Emaús y que Oarsoaldea logró recuperar a finales de 2007 mediante subasta pública, pagando por ellos algo más de 6.500 euros.
Todos esos elementos se reparten por las diferentes estancias habilitadas en la primera planta de la casa. La que mayor interés despierta es, sin duda, la habitación que Víctor Hugo ocupó durante los aproximadamente diez días en que habitó en la vivienda. Gracias a las detalladas descripciones que él mismo realizó entonces en sus anotaciones, se ha logrado reconstruir y ambientar el dormitorio tal y como lo encontró. Su objetivo es doble, crear al mismo tiempo una atmósfera que permita al público trasladarse en el tiempo y percibir las impresiones del propio Víctor Hugo que tuvieron lugar en el citado espacio.
La sombra del literato
La habitación se ha equipado con el mobiliario de época que presumiblemente él utilizó y objetos de atrezzo. La tenue luz que ilumina la delicada cama con cabecero policromado y baldaquino, la jofaina, el espejo y dos sillas de paja, entre otras piezas, produce la ilusión de haber viajado al pasado, mientras una locución en cinco idiomas -castellano, euskera, francés, inglés y catalán- desvela con gran precisión la vida que su inquilino llevaba en Pasaia, basándose en la lectura de su obra.
La narración se realiza en primera persona, mientras una sombra proyectada a pocos centímetros de la cama invita al visitante a soñar con su protagonista. Coincidiendo con un determinado momento de la grabación, las persianas de madera del balcón se abren automáticamente y la luz solar invade la estancia. El hechizo se rompe. La presencia hecha fantasma de Víctor Hugo se esfuma y sólo queda el sonido enlatado de olas y gaviotas.
Sus pensamientos e impresiones también se plasman en texto vinilado sobre pared en el cuarto contiguo, el que estaba habitado por el nieto de la señora Basquetz, propietaria del inmueble. «El niño va y viene todo el día, ríe, llena la casa... Por la noche le oigo murmurar suavemente mientras las cuatro mujeres lo duermen con una canción», cuenta el escrito. Bajo él, se reparten un tocador de caoba, una cama barco con cisnes, un sillón de castaño con orinal y una mesilla de caoba.
Otras estancias
La exposición se completa con otras tres estancias. En la entrada se recibe al visitante con un panel que contiene un retrato y un texto en el que se le recuerda quién fue Víctor Hugo y el breve periodo de tiempo que pasó en esta localidad. En el pasillo de la primera planta se desvela la historia de aquellos dos refugiados que localizaron la vivienda y promovieron la creación en la misma de una casa-museo. En la sala principal, por su parte, se han dispuesto una mesa redonda, cuatro sillas, un piano del siglo XIX con su banco y dos lámparas de porcelana y cristal.
En sus paredes se sitúan los facsímiles de dibujos realizados por el escritor a plumilla, cuyos originales se guardan en la actualidad en la Biblioteca Nacional de Francia. Otras de sus creaciones pueden verse digitalizadas a través de un monitor. Dos pequeñas vitrinas guardan en su interior, además, las plumas de ave que le sirvieron para escribir en París, bustos en yeso y un álbum de fotos.