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AITOR ZUBIZARRETA
Domingo, 22 de junio 2008, 04:35
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DV. El heavy metal ha llenado Bilbao en el primer fin de semana del verano, que además de calor, ha traído hasta el Botxo a una multitud de melenudos de negras vestimentas desplazados desde todos los rincones del Estado a la llamada de la primera edición del Kobetasonik Festival, que arrancó el viernes en las campas del monte Kobetas y que habrá echado el telón esta pasada madrugada con una segunda jornada en la que Kiss era indiscutiblemente el mayor reclamo.
Dos enormes escenarios se repartieron sucesivamente a la docena de grupos del viernes, sin que se solaparan por tanto las actuaciones y cumpliendo los horarios a rajatabla, configurando así un maratón ininterrumpido de metal plural y diverso, con heavy histórico (Judas Priest), power (Sonata Arctica, Gamma Ray, Helloween), tralla bruta (Cavalera Conspiracy, Ministry, Slayer), hard (Airboune, Gotthard), guiño euskaldun (Su Ta Gar), exotismo (Apocalyptica) y el típico grupo novel para abrir fiesta (Black Tide). El público respondió desde primera hora, con altas asistencias ya en los primeros grupos, cuando el sol caía a plomo, y aparentemente con fans para todos y cada uno de los grupos.
Pero fue a medianoche cuando el frente del escenario principal se llenó a rebosar (la organización esperaba 25.000 asistentes) para ver a las estrellas de la noche, Judas Priest. De nuevo en lo más alto tras el regreso al micro de Rob Halford en 2005, el veterano quinteto británico debutaba en Bilbao al poco de publicarse su nuevo álbum conceptual en torno a la figura del visionario
La fiereza de Ministry
Del resto, gustó mucho el enérgico hard vía AC/DC de los precisamente australianos Airboune, descubrimiento del festival para muchos, la fiereza inusitada, violenta y sin tregua de Ministry, el thrash asesino de Slayer (aunque como Judas, con excesivas pausas) y el contagioso buen hacer de Gamma Ray. Helloween volvieron a fallar con la elección del repertorio, y con la palabrería y los gallitos de Deris, aunque en el bis, en compañía de Gamma Ray al completo, pusieron Kobetas patas arriba con los clásicos
Inconveniente organizativo fue el lamentable traslado en los buses lanzadera al dichoso monte. Más de una hora de espera para subir desde el BEC! y colas kilométricas para bajar, lo mismo que para comprar un raquítico bokata en ¡el único! puesto de comida del interior. La priva de alto octanaje sí corría más fluidamente, como si el festi se hubiera rebautizado en
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