«Si hablas porque hablas, si callas porque callas, no aciertas nunca»
El entrenador de la Real recibió ayer a DV y la conversación pasó de la actualidad más rabiosa a una larga y agradable charla sobre su visión del fútbol
IÑAKI IZQUIERDO
Jueves, 10 de abril 2008, 16:28
Lleva una semana como entrenador de la Real y a Juanma Lillo se le nota al hablar el entusiasmo con el que afronta el reto que se le ha planteado. Se le ve metido en la tarea de ayudar a la Real a ascender. Hablamos con él por la tarde y estuvo alegre y relajado. Se mostró igual de discreto que el domingo pasado en Anoeta. Rompiendo esquemas. Lo que pasa es que todavía en el entorno puede más la curiosidad por las cosas que dice que por las cosas que hace.
- ¿Le preocupa esa fama que le precede?
- Si hablas porque hablas, si callas porque callas. No aciertas nunca. Dime cómo me miras y te diré cómo me ves. Da igual. Si tu me quieres ver así, me vas a ver así. No hay nada que hacer. Es igual, necesitan que te ajustes al prejuicio que tienen. Eso ya lo decía Kant, no lo digo yo.
- Le escuché decir que a veces parece que uno ofende hablando.
- No es exclusivo de aquí, pero sí sorprende un poco que la gente no haga nada por conocerte y sí haga todo por alimentar el prejuicio que ya tenía anteriormente, sin dejar que la realidad les lleve la contraria. Por ejemplo, se han tergiversado todas las cifras. Tú puedes decir de mí que soy feo, que soy pequeño. En las dos tienes razón. Que no te gusto como entreno y que no te gusto yo. Todos tenemos filias y fobias. Pero tú no puedes decir que cuando me echó el Oviedo estaba en puestos de descenso, porque es mentira. Y como eso, otras seis mentiras que he visto escritas. Eso es mensurable, está ahí. Con las cifras no puedes jugar de forma subjetiva, y se ha hecho.
- ¿...?
- En México: tres partidos perdidos en todo el torneo. Cogí al equipo en el puesto 18 y lo dejé el octavo. Hoy viene el presidente del Dorados aquí, a San Sebastián. Él quería que continuara. El equipo descendió por un coeficiente que se arrastra de los años anteriores. Con las cifras que nosotros hicimos, no hubiéramos bajado. Ése, que no es un descenso clasificatorio, es el único que ha habido en mi carrera y parece que he bajado con todos los equipos del mundo.
- Ya sabemos que no es así.
- Es que no es así. Voy a decir una cosa. Siempre, y no casi siempre, se han empeorado mis cifras en todos los sitios en que he estado. Eso no me dice gran cosa, porque los resultados no dicen la verdad. Pero para los que les gustan, siempre se han empeorado.
- ¿Por qué lleva entonces dos años sin entrenar?
- ¿Eso qué tiene que ver? Primero, contestar el por qué de las cosas es una trampa, porque uno no lo sabe. Además, he tenido algunas cosas en este tiempo y he decidido no aceptarlas. Otra cosa es que veas que no te llega nada. Para empezar, yo estaba sin entrenar porque un equipo de México con el que tenía suscrito un contrato no me lo respetó. Si no, no estaría ni en España. De todas formas, cómodo tampoco he sido y en estos tiempos el fútbol demanda mucho entrenador con afán de estar y poco con afán de ser, y a mí eso me cuesta. Si voy de entrenador es para ejercer.
- ¿Le ha dolido la desconfianza con qué le han recibido?
- No he tenido tiempo de sentarme a leer, pero me he enterado porque estoy en mi casa. Uno directamente no sufre, porque no sabes las cosas que dicen en México. Esto es un juego de niños comparado con México. Pero qué ocurre, que los afectos no están mezclados. Aquí el problema es que estamos en casa. La familia, los amigos... Y cuando les veo sufrir a ellos, yo sufro. Para qué lo voy a negar. Sufro viendo sufrir a los demás, ahí sí me duele. Que mi aita tenga que leer algunas cosas no me apetece.
- ¿Le interesa que se hable de Lillo?
- Hace unos años podía importarme, pero que hablen de mí para decir eso... Ahí están los profesionales con los que he trabajado. ¡Pregúntenles! Pero no les pregunta nadie, porque lo que van a decir no alimenta el prejuicio. Es más importante lo que yo hablo en una rueda de prensa que lo que yo hago en la cancha; más importante lo que yo pueda decir que lo que pueda hacer, cuando a los demás se les mide por lo que hacen. Tienes que volverte tonto. No leas. Tienes que volverte abrupto. Borra la palabra abrupto porque es pedante. Pon burro. Hay que ser burro y entonces ya está. Si leo y se me incorporan las palabras, ¿qué hago? ¿Tengo que hacer esfuerzos por parecer un animal? ¿Cómo irán así las sociedades? Estaríamos en la edad de piedra.
- ¿Detecta que en el fútbol hay un sector de público nuevo, aunque sea minoritario, que sí es receptivo a mensajes como el suyo?
- A mí me han llegado llamadas, correos electrónicos, sms y he hecho amistades gracias a que hay personas a las que cada vez les gusta más el discurso que propongo. Evidentemente, ha cambiado la sociedad.
- ¿Por qué ha venido a la Real?
- He venido a echar una mano, a ayudar lo máximo posible. Me lo han pedido y creo que puedo hacerlo, y a eso vengo.
- ¿Se va a reivindicar?
- No. Uno no hace nada por reivindicarse, los demás son los que te reivindican y te dan por muerto. Es como la presión. Sólo te puedes presionar tú. Los demás no me pueden presionar.
- ¿Cómo fue su fichaje?
- Todo muy rápido. Me llamó Iñaki Badiola, hablamos y ya está.
- ¿Y desde entonces...?
- A partir de ese momento mi mundo son mis jugadores y los objetivos. Cada partido, cada partido, cada partido.
- ¿Con el 0-1 el domingo se le vino todo abajo?
- No. Cuando estoy en un campo estoy maquinando para ver cómo puedo mejorar lo que está pasando. No estoy midiendo las consecuencias, porque si no, el primero que no podría enviar estímulo a los demás sería yo. Eso sí, si Martí y Aranburu no me llegan a hacer un gesto afirmativo, me meto yo en el campo.
- ¿En los cambios interviene la suerte o la suerte no cuenta en el fútbol?
- Claro que cuenta la suerte, muchísimo. Yo tengo una intención, una finalidad, pero el partido podía haber acabado 0-2.
- Ganar jugando de forma diferente a la idea inicial, ¿es una renuncia a los principios o la virtud de tener y saber ejecutar un plan B?
- Vas viendo cómo va el partido, cómo está el rival, e intentas adaptarte a lo que tú tienes. Los partidos van llegando a su desenlace y sí es verdad que puedes cambiar de idea. Con el 1-1 podía haber guardado a Gari Uranga, pero pensé que había que ir a por el partido.
- ¿Cambió el estilo?
- No es una cuestión de estilo. Cambian los jugadores y ellos condicionan el juego. Cada uno tiene sus capacidades, pero eso no quiere decir que cambien las intenciones, que no son otras que ganar. Si lo necesitas y crees que eso te va a ayudar a ganar, claro que hay que tener plan B... y C. Al final es que Dios te ayude, pero entrena un poco para que sea más fácil que te eche una mano.
- ¿Qué carencias ve en la Real?
- No importa cómo vea yo al equipo y no voy prejuzgarme a mí mismo en contra de ellos. Lo fácil sería empezar a buscarle defectos, pero no quiero ni vérselos. Sólo pienso en el ascenso.
- ¿Es verdad que no habló nada de fútbol con los jugadores en las entrevistas individuales que tuvo?
- No es verdad. Hicimos preguntas personales, pero muy relacionadas con el fútbol. Les pregunté su opinión sobre el equipo. Yo tengo que derribar barreras para tener conocimiento de la gente con la que me voy a jugar el cocido al día siguiente y quiero que ellos, antes de llegar al primer entrenamiento, antes de escuchar la primera voz, no crean que ha llegado alguien que le sva a denunciar. Porque yo soy muy pasional, no quiero que sientan eso. Yo no tengo un dedo acusador. Quiero un primer contacto que derribe barreras y tienda puentes, si es posible.
- ¿Con qué grupo se encontró?
- Si el otro día dije que estoy muy orgulloso de entrenar a estos jugadores, hoy digo que estoy orgulloso al cubo. Un grupo donde se admiran, tienen muy clara la dirección en la que quieren ir y hay un enorme grado de solidaridad y de compromiso. La colectividad llevada a su máxima expresión son estos chavales. Eso es fabuloso. ¡Hay 27! Fíjate si hay que tener nivel de tolerancia para convivir. Ellos lo están haciendo y están sacando el año. Chapeau.
- ¿La Real, por su singularidad, necesita más a este tipo de jugador comprometido que otro con quizá más virtudes técnicas?
- Yo entiendo que esos valores son buenos en todos los sitios. Pero hay lugares, entornos y momentos. No olvidemos los momentos, el tiempo es un agente que tiene mucha influencia en el contexto. A veces, un poquito de más de eso ayuda aunque tengas un poco peor equipo, porque al final te hace mejor.
- En los dos últimos partidos la Real ha tenido opciones cuando ha recurrido a esos valores, más que a la excelencia.
- No me lo parece. Es otro tipo de excelencia. No es fácil definirlo.
- ¿Hay una identidad Real Sociedad?
- Por supuesto, y eso ni podemos ni debemos obviarlo.
- ¿Da puntos?
- Con los mismos hemos bajado, pero a veces sí. El otro día los cambios funcionaron. Igual otro día se necesita lo contrario.
- ¿Qué es lo que más le procupa de los diez partidos que quedan?
- Sinceramente, cada partido, cada uno de ellos por separado. La frase típica. Partido a partido. No queda otra. En este momento, que nosotros vayamos a dotar al equipo de personalidad, si con eso nos referimos al estilo de juego, tampoco es lo más importante. Lo que vamos a hacer es tratar de salvar la coyuntura.
- ¿Mantendrá el mismo sistema?
- No hay que estar tan pendiente de los dibujos, sino de los desarrollos. Igual el dibujo es distinto o los jugadores son distintos. Ya veremos.
- ¿Un grupo de 27 jugadores es un problema para sólo diez partidos?
- Ellos son los primeros que son conscientes de que son un montón. Todo el mundo no va a poder tener la participación que quiere, pero a los 27 les he visto en condiciones de decir: 'nula participación individual siempre que se consiga el objetivo colectivo'. Cambian el objetivo personal por el colectivo, porque saben que a la vez les revierte individualmente. Es lo que se llama altruismo egoista. Al final lo haces por ti.
- ¿Le preocupa el debate entre la 'nueva' Real y la de Coleman?
- Yo no estoy en esa onda. Yo estoy a lo que estoy. Celta, Celta, Celta, hasta que se me caigan los ojos. Ni la vieja, ni la nueva, ni la Real del futuro, ni la del siglo XXI. Porque creo que no le ayudo nada a la Real si pierdo energía en esas direcciones. Bastante trabajo tenemos por delante.