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Pastora, Mari Mar y Emi son tres de las vecinas de Beraun que encabezan las protestas para el cierre del vertedero de San Marcos. [ARIZMENDI]
Residuos urbanos

Malos aires

Los habitantes de Beraun son algunos de los sufridores del aplazamiento 'sine die' de la clausura del vertedero de San Marcos. Tras años de protesta, dicen que están «hartos» y que ya no confían «en nadie»

AMAIA CHICO

Miércoles, 19 de diciembre 2007, 10:40

ERRENTERIA. DV. A pesar de los pocos grados que marca el termómetro y de la brisa gélida que sopla en Beraun, hace una mañana buena. Se puede respirar sin taparse la nariz y se pueden ventilar las casas. Los olores que emana el vertedero de San Marcos, situado a un kilómetro escaso están dando unas horas de tregua a los vecinos de este barrio de Errenteria que están «hartos» de reclamar, por todas las vías posibles, el cierre de este gigantesco contenedor de basura que sigue recibiendo cada día decenas de camiones.

«Ahora tienes suerte, no se aprecia el olor -son las 12.30 horas- pero si vienes a última hora de la tarde y por la noche, verás». Hablan tres de las mujeres que conforman la plataforma por el cierre del vertedero, que ven como pasan los días, las semanas y los meses y los residuos de las comarcas de Donostialdea y Txingudi siguen acumulándose en la vaguada. «Todos los días huele, pero los de viento sur son horrorosos, no hay quien esté en el parque y ni se te ocurra abrir las ventanas de casa», advierten estas vecinas, que reconocen haber pecado de ingenuas ante tanta promesa de cierre y tanto plazo como han escuchado en los últimos años. «Ya no nos creemos a nadie», aseguran Mari Mar Lasa, Emi Cintero y Pastora.

Esta última lleva 50 años viviendo junto a San Marcos y ha visto cuál ha sido la evolución del vertedero hasta su situación actual, que se ha extendido casi hasta la autopista. «Dentro de poco podremos abrir la puerta de casa y echar la basura directamente », ironiza Emi, portavoz de la plataforma que se constituyó hace dos años y que ha llevado a cabo varias movilizaciones.

Para estas mujeres, que al igual que los 8.000 vecinos de Beraun, los de Capuchinos, Pasaia, Altza se han visto obligadas a convivir «a diario» con el hedor, el problema es además sanitario. Están convencidas de que el aire que respiran no es bueno para la salud. «Creemos que en esta zona se dan más casos de problemas respiratorios, de infecciones cutáneas, irritación en los ojos e incluso de cáncer. Por eso pedimos a Osakidetza que elabore un estudio sobre estas afecciones, para confirmar si nuestras sospechas -fundadas a partir del día a día con sus vecinos- son reales o no». «Algunos nos han llamado alarmistas», dice Emi, «pero queremos que sean los médicos quienes nos digan si es cierto o no». «Hace unos años un médico del ambulatorio dijo que había constatado más infecciones respiratorias y enfermedades de la piel, pero no ha vuelto a salir», recuerda.

El futuro del barrio

La «intranquilidad» de estas vecinas es compartida por todo el barrio, que ve además cómo sus hijos y sus nietos estudian y juegan en el patio de una ikastola situada a 500 metros del vertedero o como las personas mayores que acuden a un geriátrico cercano respiran un aire «contaminado».

Ni las peticiones de «serenidad» que les ha buzoneado su alcalde en alguna ocasión ni las buenas palabras que les han dicho los políticos y las autoridades que les han recibido les sirven ya. «A nosotros nos da igual quién esté al mando, no nos importa el método que se elija para tratar los residuos, ahí no entramos. Nuestra única reclamación es que se cierre un vertedero que según la UE, debería haber sido clausurado en 2006», explican.

«No vemos ningún gesto, sólo vemos basura», reiteran estas vecinas que sí han visto «cómo algunos políticos que antes vivían en el barrio se han marchado». Ellas no se han planteado hacerlo -«igual si me tocara la lotería»-, pero sí han propuesto a algunos dirigentes «que se construyan aquí los chalés, ya que para algunos parece que estamos respirando Chanel nº5 en lugar de basura».

Agotado 2007, esperan una fecha para el cierre. «A ver si la próxima vez que hablemos es para decir que por fin lo han clausurado». A ver.

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