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Lord Baden Powell.
Aniversario

Los 'scouts' celebran un siglo de aventuras

Este fin de semana más de 200 'scouts' recorrerán las calles de San Sebastián con motivo del centenario de la organización. El campamento base lo montarán en el monte Ulía

LEIRE GONZÁLEZ

Viernes, 14 de septiembre 2007, 15:37

SAN SEBASTIÁN. DV. Algunos entraron por curiosidad buscando un poco de libertad. Otros, empujados por la insistencia de sus padres y hay quien decidió embarcarse en la organización después de los dieciocho años. Cada persona responde a una motivación, y la suma de todas ellas conforman los treinta millones de scouts que existen en todo el mundo. Este fin de semana están de aniversario, cumplen cien años.

El 1 de agosto de 1907 Robert Baden Powell, un londinense de la clase alta creó la asociación scout. Cuando en su juventud jugaba con sus hermanos a acampar soñaba con formar un grupo de exploradores, pero nunca pudo imaginar que su ocurrencia se haría realidad y se mantendría hasta nuestros días. Los scouts toman el año 1907 de referencia, pero lo cierto es que el escultismo no llegó al País Vasco hasta 1912, de la mano de un gasteiztarra. Teodoro de Iradier conoció lo que estaba ocurriendo en Inglaterra y con el mismo espíritu inglés de «hacer de los muchachos verdaderos ciudadanos útiles a la sociedad» entabló conversaciones con el Rey Alfonso XIII. El monarca se convirtió en patrono y protector de la institución. En 1912 organizó el primer campamento.

En Donostia, quien propagó el movimiento fue José María de Aristiguieta. Él se encargó durante años de organizar la principal acampada en lo que hoy son los jardines de Alderdi Eder. Según recuerdan los scouts más veteranos, la figura de Aristiguieta, siempre embutido en su uniforme, con pantalón corto y su sombrero de ala redonda, aún perdura en los encuentros scout.

Clandestinidad

Pero no todo fue un camino de rosas para los escultistas. Cuando se implantó la organización hubo una fuerte oposición por parte de los sectores más conservadores, ya que consideraban que una organización cuyo fundador era protestante atentaba contra la esencia religiosa del país. Por si fuera poco, con la llegada de Franco al poder la organización quedó prohibida y condenada a la clandestinidad hasta 1977. Aunque como recuerda un miembro, en los años siguientes «seguimos funcionando bajo el paraguas de la Iglesia, era la única manera de subsistir. En Gipuzkoa nos integramos en el Movimiento Scout Católico (MSC), mientras en la mayoría del Estado formaban parte de los Scouts de España (ASDE)», afirma.

Josema Verdugo comenzó en los scouts en 1963. Como él mismo se define, conforma los «viejos lobos» del escultismo guipuzcoano. En la actualidad es el responsable del grupo Pañoletas Blancas, los veteranos que centran su labor en ayudar a los más necesitados. «Me apunté porque en aquella época la libertad de asociación brillaba por su ausencia y los chavales sólo podíamos jugar al balón o a las tabas en nuestro tiempo libre». Reconoce que le sirvió como una válvula de escape.

Independencia

En la época de la Transición se vivieron años en los que todo se movía. Los acontecimientos se sucedían muy rápido y la organización scout también participó de los cambios. La integración dentro de la Iglesia no terminó de cuajar en todos los miembros y se empezó a cultivar la idea de crear una federación vasca fuera del amparo de la diócesis.

Poco a poco los diferentes grupos fueron tomando su camino. La Iglesia optó por crear grupos de tiempo libre, en detrimento de los scout. La década estuvo compuesta por años duros, donde el asociacionismo fue perdiendo peso en la sociedad. La abundancia de grupos hizo que los scout también se resistieran.

En la actualidad, según los responsables, el escultismo está en «plena ebullición» en el territorio. Solamente en Gipuzkoa, además del grupo de veteranos Pañoletas Blancas, la familia scout la conforman cinco grupos más. En Donostia están Iruzun, Aratz, Larrunarri y Radio Scouting; en Irun, el grupo San Marcial y en Tolosa, San Bernardo.

Todos estos grupos están coordinados entre sí y comparten una misma filosofía. Están conformados por antiguos scouts y tienen una vocación firme de educar a los chavales, que van desde los seis años hasta los dieciocho. Después de pasar por los diferentes grupos se puede seguir vinculado a la organización como monitor o integrarse en un grupo de scouts para adultos.

Los miembros del escultismo reivindican su papel en la sociedad. Creen firmemente que una formación scout va más allá de aprender a sobrevivir en el monte, que no es poco, sino que «te hace apreciar más las pequeñas cosas de la vida». «El encuentro de los chavales con la naturaleza, desnudos de lujos y en medio de un espíritu de armonía y solidaridad; es una forma ideal de preparación para el mañana», afirma Josema.

Para Mikel Lizarraga, responsable de Iruzun, los scouts complementan la falta de valores que existe hoy en día en la sociedad. «En mi caso esos valores los aprendí en los diferentes grupos por los que pasé». Al igual que Mikel, Araika Arrona también es responsable y reivindica su papel como «educadores».

«Nuestro objetivo está claro», responde Josema. «Tratar de dejar este mundo en mejores condiciones de como nos lo hemos encontrado». Baden Powell, aquel inglés soñador y un tanto idealista, dejó su simiente bien plantada en sus sucesores.

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