Un legazpiarra afincado en Hernani

Igual que en Legazpi, en Hernani también había muchos prejuicios sobre el puerta a puerta: sucio, incómodo, que nos iba a condicionar el día a día, etc. Además, después de escuchar tantas veces esos prejuicios te los crees, y al final se extiende una especie de miedo entre la gente.

Una vez que se pone en marcha el puerta a puerta, les das la vuelta a esos prejuicios, porque además de ser limpio, es cómodo; te das cuenta de que es un sistema totalmente lógico y bien organizado. Después de conocer el puerta a puerta, los fines de semana que vamos a Oñati sentimos una sensación rara, como si con el sistema de los contenedores estuviéramos dando un paso atrás.

Otro aspecto importante es que te remueve la conciencia, cambia la percepción de los residuos que generas en tu casa; te haces más responsable. Al final, te das cuenta de que el no separar genera una contaminación que se puede evitar.