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«Eduardo Mocoroa fue una figura fundamental en la cultura de Tolosa y Euskadi»Luis Orduña es un profundo conocedor de la música de Eduardo Mocoroa (1867-1959). La Orquesta de Euskadi interpretará este viernes (19.30) en ... el Leidor algunas de sus obras. Como preludio de lujo, este investigador y músico hablará este martes, en el salón de Plenos (19.30), sobre la figura del insigne compositor tolosarra y su profunda relación con el patrimonio cultural de Tolosa y Euskal Herria.
–Dice que Mocoroa es un gran músico del pasado, y también del presente. ¿A qué se refiere?
–La música solo cobra vida cuando se interpreta, sin importar la época en que haya sido compuesta. En el caso de Eduardo Mocoroa, su legado sigue siendo de gran relevancia en la actualidad. Su música no solo suena en la parroquia de Santa María, interpretada por su Capilla, sino también en la calle y en conciertos de la Banda de Música de Tolosa. Es destacable que casi el 100% del repertorio que se interpreta en Santa María provenga de compositores estrechamente vinculados a esta institución, como Felipe Gorriti y Eduardo e Ignacio Mocoroa. Esto no solo pone en evidencia la calidad y la continuidad de la labor de la Capilla, sino también el valor que la comunidad tolosarra otorga a su historia musical y cultural.
–¿Y puede serlo del futuro?
–Debería. Es fundamental para cualquier pueblo conocer, preservar y difundir su historia y su cultura. Eduardo Mocoroa es una parte esencial de la historia y la cultura de Tolosa. De hecho, no podemos hablar de Mocoroa sin referirnos a Tolosa, ni de Tolosa sin reconocer la influencia que el compositor tuvo en su desarrollo.
–¿Cómo podría explicar brevemente quién fue Eduardo Mocoroa y la importancia que tuvo?
–Fue una figura fundamental en la cultura de Tolosa durante varias décadas. Fue un compositor prolífico, con un vasto y valioso repertorio que abarca diversos géneros de la música. Además de su labor creativa, Mocoroa tuvo un papel clave en la vida musical de la ciudad: impartió clases, dirigió la Academia de Música, estuvo al frente de la Banda Municipal y fundó y dirigió el Orfeón Tolosano. También desempeñó un papel crucial en la música litúrgica como organista y director en la parroquia. Su mayor legado se encuentra en lo que aportó a la identidad musical de Tolosa y, en general, a la música vasca.
–Parece que son más apreciadas sus obras religiosas que las profanas, ¿es así?
–Es cierto que la producción religiosa de Mocoroa ha tenido más visibilidad, pero esto no significa que su música profana sea menos relevante. Ambas facetas de su obra son igualmente interesantes. Su música profana ha tenido una suerte algo dispar. A excepción de las obras que fueron incluidas en el Certamen Coral, muchas de sus composiciones profanas han quedado en el olvido. Un ejemplo de ello es su repertorio sinfónico, que la Euskadiko Orkestra interpreta esta semana y que, en su mayoría, sigue siendo casi inédito. Su ópera Leidor solo se interpretó en 1998, lo que demuestra que, a pesar de su valor, el reconocimiento y la interpretación de su música profana han sido limitados.
–A nivel musical, ¿qué destacaría personalmente de su obra?
–¡Qué difícil pregunta! Me quedaría con la profunda vinculación de su música con el folklore y la cultura vasca. A través de sus composiciones, Mocoroa consigue plasmar la identidad cultural vasca de una forma muy auténtica, sin recurrir al folklore literal, sino más bien integrándolo de manera sutil en su lenguaje musical. También destacaría su capacidad de adaptación, especialmente en relación con las reformas que la Iglesia Católica impulsó a través del Motu Proprio de 1903. Mocoroa supo adaptarse a los cambios en la liturgia y en la música eclesiástica, incorporando las nuevas directrices sin perder su esencia compositiva, lo que muestra una gran flexibilidad y una visión moderna para su tiempo.
–¿Su importancia debería trascender del ámbito local?
–Si bien su repercusión internacional fue más limitada, su impacto en la cultura musical vasca es indiscutible. Su labor y el mayor reconocimiento que recibió están muy ligados a Tolosa, lo cual no resta valor a su obra, sino que subraya la relación estrecha que tuvo con su ciudad natal. En el momento de mayor auge del movimiento coral, cuando Mocoroa funda el Orfeón Tolosano, pudo conectar con las figuras más influyentes del entorno musical vasco, lo que a su vez le permitió ganarse un reconocimiento importante dentro de ese contexto.
–No se puede entender la figura de Mocoroa sin la de Felipe Gorriti. ¿Cuánto le influyó el maestro navarro?
–La figura de Felipe Gorriti es fundamental en la vida de Eduardo Mocoroa. Curiosamente, Gorriti fue contratado en Tolosa justo el año en que nació Mocoroa, lo que marca el inicio de una relación que, aunque no fue exclusiva, resultó ser muy especial. A pesar de que Mocoroa recibió formación de varios maestros, su vínculo con Gorriti fue único. En la época, no había dudas en considerar a Mocoroa como el alumno predilecto de Gorriti, lo que resalta la influencia profunda que ejerció sobre él. Gorriti desempeñó un papel esencial en la difusión de la música de Mocoroa. Fue él quien interpretó en la parroquia las primeras obras de Mocoroa.
–Escribió obras sinfónicas que no tuvieron tanto eco y una ópera, Leidor, que justamente se estrenó muchos años después de su fallecimiento. ¿Por qué no tuvo el reconocimiento en vida de esta parte de su trabajo?
–Yo hablaría de dos factores. En primer lugar, Tolosa no contaba con una infraestructura adecuada para interpretar música sinfónica, como sí ocurría con su música religiosa, su repertorio para banda y sus obras para teclado. En segundo lugar, pienso que este repertorio sinfónico y su ópera fueron más un desafío en su proceso creativo que una necesidad inmediata, como sí lo era, por ejemplo, su música religiosa o para banda, que respondía a las demandas litúrgicas y a la vida cultural de la ciudad. Esto podría explicar por qué Mocoroa dedicó décadas a componer Leidor y a escribir otras obras sinfónicas, ya que, aunque estas piezas eran importantes para él como compositor, no necesariamente respondían a una exigencia o expectativa del entorno inmediato en el que vivía.
–Uno no puede dejar de emocionarse al apreciar la belleza de las obras de Mocoroa que interpreta la Capilla, de la que usted fue director. Su talento era incuestionable. ¿Cómo podrían difundirse más estas piezas religiosas tan desconocidas todavía para muchas personas?
–Tanto desde la Capilla de Santa María como desde Arakil Fundazioa, con Nerea Letamendia al frente, se están haciendo esfuerzos muy importantes para difundir su música. Estos esfuerzos incluyen la grabación de dos discos, la revisión y restauración de sus partituras, y el apoyo a mi trabajo en la realización de la tesis doctoral sobre el compositor. Sin embargo, difundir estas piezas religiosas sigue siendo un reto complicado, y no parece que el futuro sea necesariamente halagüeño en cuanto a su mayor difusión. A pesar de ello, tengo que decir que Tolosa siempre me ha sorprendido y fascinado. La ciudad ha logrado preservar este legado y a la propia Capilla durante siglos, por lo que no me sorprendería que, con el tiempo, puedan surgir iniciativas que lleven la música de Mocoroa a un público más amplio. Si algo he aprendido de Tolosa es que su comunidad es capaz de hacer frente a desafíos impensables cuando se trata de preservar y valorar su patrimonio musical.
–El concierto de este viernes supone una oportunidad única para acercarse a la música de Mocoroa.
–Sin duda. Animo a acudir tanto a la conferencia de hoy como al concierto de la Orquesta de Euskadi. Escuchar ese repertorio en vivo será una experiencia fascinante. Será realmente sorprendente descubrir cómo un compositor de Tolosa, como Mocoroa, pudo haber concebido esa música y esa puesta en escena. Es una oportunidad para acercarse a un legado musical que, a pesar de su riqueza, sigue siendo un tesoro por descubrir.
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