«Me di cuenta de que el lobo era siempre un punto discordante»
Director de 'Salvajes' ·
La II Muestra de Cine de Medio Ambiente Naturaldia estrenará este miércoles a las 19.00 en el Leidor el documental 'Salvajes', de Álex GalánLa segunda muestra de Cine de Medio Ambiente Naturaldia iniciará este miércoles su ciclo de proyecciones en Tolosa con la presentación a las 19.00 ... en el Leidor de 'Salvajes, el cuento del lobo', del director Alex Galán (Asturias, 1988), un documental de noventa minutos de metraje que retrata el conflicto social entre el hombre y el lobo que existe en las montañas del norte de la península ibérica en un formato diferente que recuerda a un western.
–¿Qué le llevó a mostrar toda esa realidad que existe en torno al lobo? Me imagino que ser asturiano tendrá algo que ver...
–Esto surge hace varios años en algunas grabaciones de otros documentales que hice por Asia Central (Mongolia, Siberia, Kazajistán...) donde había estado grabando a las comunidades indígenas de todos estos lugares. Me di cuenta de que a la gente nos resultaba muy fácil empatizar con los indígenas de otras partes del mundo, pero nos costaba darnos cuenta de que, quizás, en la cordillera cantábrica, en las montañas del norte de la península ibérica, también podríamos tener indígenas y que habría que sumerginos en sus vidas. A través de esa reflexión decidí adentrarme durante tres años en la vida de los últimos pastores de montaña de la cordillera cantábrica. Me di cuenta rápidamente de que había una desconexión muy grande entre el mundo rural y el urbano, y buscando cuáles eran esos factores que nos desconectaban tanto con nuestros indígenas ibéricos me di cuenta de que el lobo era siempre un punto discordante, como un elemento de choque frontal entre un mundo urbano que tiene idealizado y a veces romantizado al lobo y un mundo rural que tiene demonizado al lobo y que hay una confrontación directa. Decidimos centrar el trabajo en el lobo y el humano, que al final es una cosa tan antigua como la historia de la humanidad. La motivación, encontrar esa bisagra rota que separa ambos mundos.
«Entiendo que ambas tienen que existir: la vida salvaje y las personas que están más cerca de la vida salvaje»
«Estamos huyendo continuamente de lo salvaje, pero cuando lo encontramos en un animal lo romantizamos»
–Es una problemática todavía desconocida para muchos...
–Es cierto que el conflicto fuera de la zona asturiana, cántabra y leonesa no es tan conocido; es una realidad que está muy en boca de quienes conviven con el lobo, pero en zonas donde apenas hay presencia del mismo es muy desconocido. Sin embargo, también ocurre que aunque el conocimiento sobre el tema no sea muy profundo existe una opinión entre la gente. Me interesaba que el tema se entendiera como algo universal, y que cualquier persona de cualquier parte del mundo se diese cuenta de que es el conflicto de dos modos de vida: el hombre contra la naturaleza y el hombre en la naturaleza. Solo con cambiar esa preposición, al final, podemos entender muchas cosas. Es un conflicto que me parece puede ser llamativo para cualquier persona, conocer el modo de vida de estos últimos pastores y su relación con la naturaleza.
–Hay un gran trabajo de producción por detrás... ¿Ha sido fácil encontrar el equilibrio de todas las realidades?
–Fue muy difícil y llevó mucho tiempo ganarse la confianza de todas las personas que salen en la película para que se expresaran libremente. Es un tema muy delicado y la gente tiene reparo de hablar de una manera muy clara. Nos llevó mucho tiempo de convivencia; fueron dos años de rodaje y otro año de convivencia con pastores y guardas. Nos interesaba que mucha de la gente que no había tenido voz nunca se sientese realmente representada.
–Ha optado por un 'western', un formato no convencional para un documental.
–Sí, queríamos huir de las clásicas entrevistas muy estáticas, que son casi bustos parlantes, a veces. En el aspecto cinematográfico, realmente, el público cada vez está mucho más formado, tiene cada vez acceso a más contenidos y sin saberlo está formándose continuamente. Intentamos apretar los márgenes de la realidad y de la ficción de manera que, a veces, se toquen, llevándolo a la magia de un cuento, como dice el subtítulo. Que llegue un momento en que no sepas si estás viendo algo real o ficcionado. No queríamos observar a los protagonistas como a través de un escaparate, queríamos sumergirnos de lleno con ellos y que fluyera. Por eso, a veces, quizás, desaparece el formato de entrevista estático y nos sumergimos en un universo western donde todo es mucho más dinámico.
–¿Ha cambiado su visión después del rodaje?
–Cuando empecé el documental no iba con una visión fija dentro de este conflicto. Entiendo que es un conflicto del que no hay que huir, pero no estaba a favor de una parte u otra. Entiendo que ambas tienen que existir: tiene que existir la vida salvaje y las personas que están más cerca de la vida salvaje. Sí que entendí siempre que nunca uno puede ser a costa del otro. El lobo no tiene que desaparecer a costa de que el pastor se sienta cómodo, pero el pastor tampoco tiene que desaparecer, o desaparecer sus animales, porque el lobo crezca de una manera incontrolada. Partía de la idea de que el equilibrio era la base, y después, sigo creyéndolo. Sí creo que, quizás, se le pide demasiado a la gente del mundo rural; nosotros en las ciudades hemos apartado todo lo salvaje para tener una vida más cómoda y segura. Y cuando la gente en el mundo rural quiere apartar un poco la vida salvaje les decimos que no, que eso tiene que estar ahí, porque los animales estaban de antes. Es un poco raro, porque también estaban antes en las ciudades. Creo que a veces no nos damos cuenta de que las formas de vida más sostenibles para el planeta hoy son las que se basan en la vida en la naturaleza. Una vida en la que haya un pastoreo en extensivo, y no una macrogranja, es infinitamente más sostenible que yo, que vivo en una ciudad. A veces, a esas familias que son más sostenibles que nosotros les exigimos y les decimos lo que deben hacer o cómo lo deben hacer. Me parece que, a veces, es injusto, pero al mismo tiempo creo que el mundo rural tiene que adquirir nuevas sensibilidades ambientales.
–'Salvaje'. ¿No cree que el concepto ha adquirido una connotación negativa en los últimos años?
–'Salvajes' alude a las personas que aparecen, a los animales que rodean a estas personas y al paisaje. Sí que es verdad que se ve con una connotación negativa, y me interesa porque, al final, es volver a los orígenes. Realmente le tememos a lo salvaje, pero a la vez lo romantizamos. Nos da miedo porque nos pone frente a nosotros mismos. En lo salvaje no hay nada donde esconderse, es lo que tenemos dentro. Tengo la sensación de que como especie humana nos avergonzamos de nuestros orígenes; vamos poco a poco huyendo, intentando tener mucho menos de ese mono que éramos. Ya no nos vale ser Homo sapiens, ahora somos el 'homo tecnológico'. Estamos huyendo continuamente de lo salvaje y cuando nos encontramos seres humanos salvajes nos incomodan. Sin embargo, cuando el salvajismo lo vemos en los animales lo ponemos en un altar y lo romantizamos...
–Consiguieron llamar la atención con la promoción enviando varias calaveras a plataformas audiovisuales y hasta al ministro de Agricultura, Luis Planas...
–Intentamos acercar la crudeza de una realidad salvaje a las ciudades y conseguir empatizar. Los esqueletos o calaveras de animales son elementos que se ven de forma normal en los entornos naturales, pero no en las ciudades. Queríamos mostrar cuánto nos hemos alejado de la vida salvaje ya que resulta como algo casi terrorífico verlos en ellas.
–La presentación previa al estreno será mañana Tolosa. ¿Qué espera de los tolosarras?
–Lo que espero de Tolosa es ver a toda esa gente de los pueblos y zonas rurales en el cine, tienen un motivo para acudir a ver cine. Mucha gente que viva en esas zonas se va a sentir muy representada al ver el documental. Me gustaría ver el entendimiento entre esos dos mundos, el rural y la ciudad, ya que al final todos somos montañas del norte.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión