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Un día en la lonja

El punto de encuentro de todo el sector pesquero

Las lonjas asumen un papel relevante como intermediarias entre pescadores que faenan en nuestras aguas y compradores de los productos de la pesca

Viernes, 10 de diciembre 2021

La vida en una lonja es compleja. Requiere pasión, compromiso y dedicación. Porque nada tiene que ver con el trabajo en una fábrica y tampoco se rige bajo un definido horario laboral. Porque en este sector son la mar y los productos de pesca los que marcan los tiempos, los que ponen hora y fecha a quienes dedican su vida profesional a este sector.

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Iñaki González es ventero en la Cofradía de Hondarribia y explica muy bien cómo funciona el negocio: «Aquí todos los días son diferentes, no hay una jornada tipo». Lo que sí está garantizado es que mientras buena parte de la población aprovecha para descansar, en las lonjas la actividad es frenética. «Podemos empezar a trabajar a la una de la mañana o a las cuatro», en función de cuándo y dónde hayan capturado productos de pesca los marineros.

Es en el instante en el que un barco confirma la captura cuando arranca una jornada que se inicia de noche y que se culmina de día. Horas en las que entran en juego muchos agentes, desde los que regresan al puerto con el pescado a los compradores que adquieren el producto de pesca que se ha capturado. En medio de todos ellos, los trabajadores de la lonja, que conectan unos con otros para garantizar todo el proceso.

En el horizonte de cada jornada está la primera subasta, que se realiza a las siete de la mañana (en el caso de la lonja de Hondarribia). Iñaki apunta que «todos buscan la primera venta porque cuanto antes vendas, el producto de pesca tendrá un precio más alto». Para ello, se toma como referencia la hora de llegada de los barcos, con una excepción, el atún, que es un producto que durante la temporada tiene prioridad absoluta.

Las ventas se realizan por orden de llegada de los barcos, con la excepción del atún

Para conocer qué cantidad de pescado y de qué especies van a llegar a puerto, «alrededor de las cinco y media de la mañana llamamos a los patrones de los barcos, para conocer si va a haber pescado para la primera venta o no -las cantidades de los túnidos se reciben al mediodía del día anterior a la venta-». Una subasta que suele durar entre una hora y una hora y media.

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Antes de todo ello, los barcos han de descargar todo el producto capturado y los venteros se encargan del pesaje, del etiquetado correspondiente (zona de pesca, arte, nombre comercial, nombre científico, método de producción…) y de la distribución del pescado que va para fresco y para las conserveras.

Un trabajo en equipo

Los trabajadores de las lonjas se distribuyen las tareas. Los hay quienes se encargan del pesaje, otros de organizar las tinas y las cajas de pescado que salen de las lonjas. Una metodología básica para que el proceso se complete de forma inmaculada.

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Una ardua labor que concluye con el reparto de pescado para cada comprador. Para ello, «tienen que certificar que ha recibido la cantidad que se le ha subastado».

Sin descanso

La temporada de la antxoa, la más exigente

La primavera es una estación de mucho trabajo en la lonja. ¿El motivo? La campaña de la antxoa, que provoca que «haya ventas desde las siete de la mañana hasta las nueve de la noche». Una continua entrada y salida de barcos que tienen en esta especie uno de los momentos álgidos del año.

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