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Nuestra atención, en lo verdaderamente importante

En un entorno lleno de estímulos, la capacidad para concentrarse es uno de los principales obstáculos a la hora de estudiar, tanto en jóvenes como en mayores. Eso sí, hay algunos consejos que se pueden seguir para poner el foco en lo que importa

Martes, 9 de septiembre 2025, 08:51

El mundo en el que hoy en día vivimos no tiene mucho que ver con el de hace 20, 30 o 40 años. Y si a esas personas se les pregunta por si estarían dispuestas a retomar su formación, seguro que algunas responderán que no, que a su edad (sin importar demasiado cuál sea esta) no se ven capaces de retomar los estudios ni de centrarse en las aulas y los libros.

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Esa sensación de que tenemos tantos estímulos y obstáculos a nuestro alrededor que no podríamos estudiar es un pensamiento muy frecuente y, en parte, incluso acertado. Y es que no es sencillo aislarse de los dispositivos móviles, las notificaciones y las redes sociales, así como de nuestras preocupaciones diarias relacionadas con el trabajo, la familia o cuestiones financieras. Si a ello le añadimos que con la edad la memoria de trabajo y la velocidad de procesamiento forman parte de un declive natural de las funciones cognitivas, que cualquier medicamento puede alterar nuestro sueño y nuestra capacidad de concentración y que probablemente llevemos años sin estudiar, con la pérdida de hábito que ello supone, el cóctel de argumentos para no retomar la formación es sólido pero, sin embargo, insuficiente.

El orden es indispensable al ponernos a estudiar: ante nosotros, solo lo necesario; en nuestra hoja de ruta, todo bien organizado

Y es que siempre es una buena idea volver a las aulas y los libros y apostar por la formación, sea cual sea nuestra edad, y, con voluntad, esos condicionantes que hoy nos parecen obstáculos irán perdiendo importancia.

Además, existen algunas prácticas que nos ayudarán a ganar en capacidad de concentración y nos permitirán poner el foco en lo que en este caso es lo realmente importante, nuestra formación. Así, siempre nos vendrá bien contar con un espacio adecuado para el estudio, un hábito que no deberíamos llevar a cabo en cualquier estancia de nuestra casa. Es importante contar con buena luz e iluminación, reducir los ruidos que tengamos a nuestro alrededor (a lo sumo, podríamos poner alguna música instrumental suave) y a la vista solo debemos tener lo necesario, es decir, nuestros libros, cuadernos, el ordenador si lo utilizamos para estudiar... cualquier otro objeto que tengamos a nuestro alrededor sin necesitarlo únicamente nos distraerá.

En este mismo sentido, uno de nuestros grandes enemigos es nuestro teléfono móvil. Deberemos ponerlo en silencio, modo avión, modo estudio... para que las notificaciones que nos lleguen sean las mínimas o incluso ninguna. Si debemos utilizarlo para realizar cualquier consulta, tenemos que limitarnos a ella: entrar en internet en nuestras horas de estudio no puede ser sinónimo de ese 'scroll' infinito que tanto tiempo nos puede hacer perder delante de nuestro móvil sin beneficio alguno.

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La importancia de organizarse

A la hora de estudiar, como en tantos otros aspectos de nuestra vida, la organización es esencial a la hora de ponernos a estudiar. Para ello, existen algunas técnicas de planificación, como hacer listas de tareas y dar prioridad a las más importantes, dividir el temario en partes menores y trabajarlas de manera independiente o elaborar y utilizar mapas mentales o esquemas, que nos ayudarán a ver los contenidos más claros y no saturarán nuestra memoria.

La mente se puede entrenar para recuperar facultades, pero el cuerpo también tiene importancia: dormir bien, hacer ejercicio, comer ligero…

En la actualidad, está muy de moda en el estudio la técnica Pomodoro, que propone estudiar 25 minutos y descansar cinco, con pausas más largas, de en torno al cuarto de hora, cada cuatro bloques. Los especialistas valoran de él que ayuda a entrenar la atención a la vez que evita el agotamiento.

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Además de todo esto, siempre nos vendrá bien cuidar nuestro cuerpo, manteniéndolo hidratado, comiendo ligero, durmiendo lo suficiente y realizando ejercicio (ayuda a mejorar la oxigenación cerebral). Nuestra mente también se puede entrenar con ejercicios de atención o memoria, con juegos de lógica y con lectura, pero también con técnicas de meditación y respiración profunda antes de empezar a estudiar.

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