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Sostenibilidad económica

Qué es la sostenibilidad económica y por qué es clave para la competitividad empresarial

La sostenibilidad económica en el mundo empresarial es mucho más que un balance positivo, una viabilidad desde el punto de vista financiero que parece incuestionable en cualquier organización. Estamos hablando de unas formas y valores que van más allá de los números

Lunes, 26 de mayo 2025, 10:08

Si entendemos la sostenibilidad económica desde el punto de vista de la viabilidad, llegaremos a la básica conclusión de que una empresa es sostenible desde el punto de vista financiero o, directamente, no será viable. Las organizaciones deben arrojar balances positivos para ser sostenibles y esa es una realidad que nadie puede negar. Las empresas deben ser competitivas, dar beneficios a sus propietarios y dirigentes. Pero, si vemos más allá de los números y entendemos esa sostenibilidad económica desde otra perspectiva y metemos en la ecuación otros parámetros como las formas, los valores y el compromiso, entenderemos que sostenibilidad y competitividad están estrechamente unidas, aunque pudieran no parecerlo. Un desarrollo sostenible en la organización hará de esta una entidad más competitiva, por supuesto, también desde el ámbito de la economía.

Diremos que la sostenibilidad económica es la capacidad para mantener niveles de crecimiento y desarrollo en el largo plazo, sin agotar recursos naturales y sin crear desigualdades que puedan desestabilizarla. Es por ello que se trata de un pilar del desarrollo sostenible que va más allá de los números, del beneficio económico, porque no mira la inmediatez, sino que busca también una fórmula que se pueda mantener en el tiempo. Si damos con la receta perfecta, estaremos encontrando también la sostenibilidad en nuestra empresa.

Una empresa económicamente sostenible se preocupa por utilizar los recursos (no solo naturales, sino también humanos o financieros) de una manera eficiente y responsable, pero también muestra una sensibilidad por obtener un crecimiento que ayude a reducir las desigualdades y la pobreza. Una de las fórmulas es la de la generación de un empleo digno, con unas condiciones laborales que sean justas y con un sistema de protección social. Además, se buscará una estabilidad financiera, porque es así como se evitan crisis recurrentes o niveles insostenibles de deuda, a la vez que se invertirá en innovación, en progreso tecnológico y en educación. De esta forma, encontraremos los medios para aumentar la competitividad de nuestra organización sin dañar los recursos del entorno. Y, dependiendo de la actividad de la institución, deberemos tener claro que si se depende de recursos no renovables o no contamos con un plan de transición, esa sostenibilidad económica desaparecerá más pronto que tarde.

A modo de resumen, podría señalarse que una empresa económicamente sostenible es aquella que es rentable en lo económico, tiene un reducido impacto ambiental y genera valor social. Si nos quedamos en la primera de las características, tendremos una entidad económicamente viable en la inmediatez y caeremos en el cortoplacismo, pero la sostenibilidad exige otros tiempos y diferentes perspectivas.

La competitividad

Si acudimos al Diccionario de la Lengua Española para ver qué significa la palabra 'competitividad', descubriremos que tiene dos acepciones. La primera hace referencia a la «capacidad de competir» y la segunda alude a la «rivalidad para la consecución de un fin». Es cierto que las empresas deben mostrar una capacidad para competir y que, en ese camino, encuentran rivales que también trabajan para un mismo objetivo. No obstante, si escapamos de los diccionarios e intentamos encontrar una definición para este concepto, podremos explicarlo como esa capacidad que tiene la empresa (podríamos estar hablando, en otro contexto, de regiones, sectores, países...) para producir bienes y servicios que tengan éxito (es decir, que el público los demande) a la vez que mantiene y mejora el nivel de vida de sus personas trabajadoras y la rentabilidad del negocio.

Es un concepto que, normalmente, nos lleva a pensar en mercados internacionales, facturaciones de millones de euros y empresas con plantillas numerosas, pero, en realidad, afecta a cualquier tipo de organización porque es algo innato a la naturaleza de la misma.

Una empresa competitiva ofrece productos o servicios que destacan respecto a los de sus competidores en aspectos como el precio, la calidad o la eficiencia, permitiendo a esa organización aumentar su presencia en el mercado, generando unos beneficios que serán, a su vez, sostenibles.

Una empresa económicamente sostenible es rentable en lo económico, tiene un reducido impacto ambiental y genera valor social

Las empresas competitivas deben adaptarse a los actuales mercados, sabiendo gestionar aquellos factores que les colocarán en una posición privilegiada respecto al resto de organizaciones de su mismo ámbito. Estos aspectos son, entre otros, la innovación, la calidad, la gestión del talento, la tecnología, la digitalización o la estrategia empresarial. Con esa base, se pueden llevar a cabo diferentes estrategias para mejorar la competitividad de una empresa, como son la formación continua de los trabajadores, el fomento de una cultura organizacional o la implantación de estrategias de diferenciación. En el contexto de la sostenibilidad económica, estas estrategias ponen la vista en el medio o largo plazo, entendiendo que la empresa competitiva no es flor de un día, sino que debe mantenerse en el tiempo.

La competitividad tiene mucho de visión a largo plazo: un negocio que es flor de un día y llega a la cima sin una hoja de ruta, bajará rápidamente de ella

Comprender la importancia de invertir en innovación o en la formación continua del equipo, así como de implementar una cultura de empresa que nos ayude a tener una plantilla más estable y comprometida, es básico para que el proyecto pueda mantenerse en el tiempo. La empresa que hoy genera unos grandes beneficios pero que no tiene una hora de ruta y que con la misma rapidez que ha llegado a la cima bajará de ella, no es competitiva ni económicamente sostenible, sino que está viviendo un éxito probablemente efímero.

Así, vemos cómo la sostenibilidad económica (también la ambiental y la social) es una fórmula de pensar, planificar y ejecutar que nos llevará a la competitividad, porque ambas están destinadas a encontrarse en algún punto de ese siempre emocionante camino que es la actividad empresarial. Y, en nuestro territorio, la sostenibilidad y la competitividad son dos palancas imprescindibles que llevarán a impulsar a Gipuzkoa.

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