Turistas gais disfrutan de la playa de Maspalomas, en el extremo sur de Gran Canaria. EFE

Los viajes del arco iris

La expansión de las agencias especializadas y la diversidad de ofertas alimentan el turismo LGTBI que factura millones en todo el mundo

Sábado, 12 de julio 2025, 13:00

Los pioneros suelen pagar cara su determinación de cambio. La Policía Nacional dispersó a golpes y con balas de goma a los manifestantes que el ... 26 de junio de 1977 habían recorrido las Ramblas barcelonesas solicitando el fin de la represión contra ellos por ser gais, lesbianas, travestis o transexuales. Hoy, casi medio siglo después, sería impensable que los cuerpos de seguridad intentaran desmovilizar una marcha que, según los cálculos más prudentes, reunió a 250.000 asistentes el pasado 5 de julio, el día del Orgullo LGTBIQ+ en la capital española, un evento masivo desde hace ya décadas.

Publicidad

Los números evidencian la conquista de esa visibilidad. El colectivo ha salido progresivamente de las celdas y los armarios, y su bandera del arco iris, ideada en los años setenta por el diseñador Gilbert Baker, ha ocupado aceras y calzadas, bares y discotecas, escaños parlamentarios y cargos ejecutivos públicos y privados, barcos de crucero, aviones chárter, hoteles con o sin piscina y todo tipo de destinos turísticos.

La industria del ocio ha reparado en esa demanda y las agencias de viajes han encontrado un nicho de mercado que genera sólo en España 6.100 millones de euros anuales, según cifras proporcionadas por la web agenttravel.es. «¿6.100 millones? Esa cifra me parece un disparate», sentencia Pablo Martínez, director de Seven Colors, una empresa enfocada a este tipo de clientela y apunta que solo la cita madrileña genera beneficios excepcionales. En cualquier caso, también destaca el éxito de una serie de específicos focos de atracción para este tipo de público. Canarias destaca por su clima, eventos como el Winter Pride y las dunas de la playa de Maspalomas, pero también descuellan Torremolinos, Sitges, Ibiza o Barcelona con su veraniego Festival Circuit, que atrae más visitantes extranjeros que nacionales, o la Fiesta de los Palomos en Badajoz.

El colectivo quiere divertirse y conocer mundo. Han surgido agencias de viajes que proporcionan una inmersión en la cultura y el ambiente homosexual de diversos países gracias a guías y alojamientos 'gay friendly'. El nacimiento de Seven Colors fue, según su representante, una réplica a ciertos tópicos vinculados a este fenómeno. «Quisimos responder al estereotipo gay de clase alta y gustos refinados y que explicaba una oferta a nuestro juicio excesivamente cara», aduce Pablo Martínez, su director general.

Publicidad

El perfil de los clientes de esta firma no se corresponde tampoco con el de muchos de los usuarios. «El turismo también difiere en función de los diferentes tramos de la vida y yo no me veo con cincuenta años consumiendo droga, alcohol y música electrónica», confiesa. «Hay un tipo de fiesta que no me interesa y vendo aquello en lo que creo».

Participantes en un viaje organizado por Bolleras Viajeras posan a las puertas de una iglesia en Lisboa. Bolleras Viajeras

Quienes acuden a los programas de esta firma tienen entre 35 y 60 años y suelen ser hombres sin compromisos. Socializar es un propósito habitual, pero no cree que sea una necesidad exclusiva de gais y lesbianas. «Encontramos porcentajes similares entre los heterosexuales, con numerosos solteros y divorciados», defiende y aduce: «Más allá de cuestiones tecnológicas y recursos circunstanciales, hay un vacío existencial que hay que atender».

Publicidad

Propuestas a la carta

Los programas de estas agencias incluyen viajes organizados y la posibilidad de confeccionar propuestas a la carta. Marta Borrachero, propietaria de la empresa Bolleras Viajeras, ejemplifica la influencia de las redes sociales en este auge. «Yo subía fotos a Instagram de los lugares a los que iba e incluía recomendaciones 'lesbian friendly' y me preguntaban si llevaba una agencia de viajes», señala. Tras la pandemia, se puso manos a la obra con un proyecto que, como indica, ha sido un 'boom' desde el principio. «Porque no había nada parecido y aún escasea», arguye. Y apunta que sólo existen dos o tres iniciativas similares en Europa.

La promotora reconoce que siempre han cubierto las plazas ofertadas y asegura que ocurre algo similar en el resto de las firmas LGTBI. Como sucede también con otras iniciativas del sector, el abanico permite viajes convencionales y otros bajo petición, habitualmente destinados a lunas de miel y grupos de amigas que requieren un plan a su medida. Los itinerarios recorren países exóticos, pero también el interior de España, a menudo en la modalidad de retiros orientados al crecimiento personal. «No vamos a aquellos lugares donde la homosexualidad está castigada con la pena de muerte, pero sí a algunos donde conlleva cárcel y son los que mejor funcionan porque son sitios a los que no irías sola».

Publicidad

El reducido abanico de posibilidades turísticas de las mujeres podría deberse a su menor poder adquisitivo. «Yo también lo pensaba al principio, pero esa percepción está cambiando porque hemos organizado viajes a Japón y Perú, que son caros, y se han llenado». La rentabilidad de este tipo de turismo ha atraído a algunas empresas generalistas que han creado segmentos especializados. Pero el desembarco no resulta tan sencillo porque, dice Borrachero, la demanda no culmina con el regreso al punto de partida. «Ellas no sólo buscan una manera de llenar el periodo vacacional, sino también de crear comunidad», alega. «Nosotras vamos con ellas, las conocemos y tenemos un trato personalizado que perdura».

Las usuarias de Bolleras Viajeras se decantan por recorridos que incluyan naturaleza y la práctica de deportes no de riesgo, como senderismo o kayak. «El ocio nocturno no está integrado en el paquete, es optativo». Este modelo escapa al centrado en la fiesta y los cruceros, quizás sobreestimado cuando se habla de este tipo de industria, pero no menos real. Las travesías caribeñas son un clásico del turismo gay de lujo en Estados Unidos, un negocio que mueve 21.500 millones de dólares según cálculos del sector. En España, las rutas de la web AmbienTravel comprenden el Mediterráneo, cruzan el Atlántico e, incluso, hacen posible recorrer el trayecto marítimo entre Islandia y Gran Bretaña.

Publicidad

Con garantías de seguridad

La rentabilidad parece una variable primordial cuando se habla de ocio LGTBI. «Siempre se coloca por delante en todos los simposios sobre el tema», admite Enrique Alex. «Ponemos el foco sobre un pequeño segmento que no representa a la totalidad y, en cambio, no se habla de la marginalidad asociada, como en el caso de las personas transexuales». Este creador de contenido y activista gay contabiliza 318.000 fieles que siguen con fruición su canal de viajes. A su juicio, el turismo homosexual se identifica por requerir garantías de seguridad. «Que no se nos amenace por nuestra identidad».

La mayor feria del mundo dedicada al sector se celebra en Berlín. EFE

El problema radica, en su opinión, en una visión muy reduccionista. «Siempre se piensa que el consumidor es un hombre gay, blanco, urbano y sin hijos, y que dispone de medios económicos, pero sólo se trata de una pequeña parcela», indica. «Hay muchos perfiles con casuísticas diferentes que, sobre todo, comparten la inquietud, el deseo de conocer».

Noticia Patrocinada

El turista LGTBI ha viajado siempre, recuerda, y señala que lo que ha cambiado es la visibilidad de los destinos, los festivales y eventos que ahora, específicamente, reclaman su atención. Pero esta proliferación se circunscribe, esencialmente a Occidente. «El turismo no favorece la inclusión», lamenta y señala los casos de Egipto y Marruecos, dos destinos tradicionales para todo tipo de públicos y que no han variados sus leyes represivas, o el de Dubai, en auge, y que prohíbe la homosexualidad, aunque posea clubes clandestinos. «Al final, viajar puede validar ciertas situaciones».

Los problemas no se limitan a las prohibiciones, también se suelen producir otras situaciones de cierta violencia. «Como cuando acudimos a recepción y nos explican que se ha debido de producir un error porque hemos reservado una cama matrimonial», apunta y solicita formación profesional en el sector hostelero. «No podemos circunscribir este tipo de oferta a una corriente. Precisamos de espacios cómodos y seguros y un sistema de alerta de riesgos. No somos una moda, sino un sector de la población con sus derechos y que merece respeto, independientemente de tendencias en el mundo de los negocios y la evolución de las situaciones políticas».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad