Un grupo de excursionistas asciende al monte Everest esta semana.

Juanito Oiarzabal ya predijo lo que ocurre en el Everest en 2015: «Los turistas lo han convertido en un trofeo»

El alpinista alavés califica de «turistas» a las centenares de personas que se han quedado atrapadas en la ascensión

J. F.

San Sebastián

Miércoles, 8 de octubre 2025, 14:22

Las imágenes de las laderas del Everest abarrotadas de personas atrapadas por las fuertes nevadas en la zona tibetana han dado la vuelta al mundo. Tras varios días este miércoles ha finalizado el rescate de medio millar de excursionistas que han padecido una masificación cada vez mayor de la cumbre más alta del planeta. La ampliación de servicios turísticos en la zona ha hecho posible que prácticamente cualquier persona pueda acceder a esta remota zona si paga lo suficiente. Hace más de una década, el reconocido montañero Juanito Oiarzabal ya advertía de la transformación que sufríría el monte Everest.

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En 2015, el alpinista vitoriano fue tajante al criticar la creciente masificación y comercialización, una situación que, según él, había provocado que el Everest «ya ha perdido su identidad». La escalada de la montaña más alta de la Tierra, que ha experimentado un aumento dramático en la afluencia de escaladores en las últimas décadas, parece confirmar los temores expresados por Oiarzabal hace 11 años, que recientemente describía en una entrevista como «turistas» a las centenares de personas que permanecían estos días atrapadas en la zona.

El Everest convertido en «trofeo»

En declaraciones realizadas a los informativos de Euskal Telebista en 2015, Juanito Oiarzabal, el sexto hombre en ascender los 14 ochomiles y tercero en hacerlo sin oxígeno artificial, describió lo que empezaba a ocurrir en el Everest como una «locura». Así, criticaba duramente la mercantilización de las ascensiones a esta montaña, señalando que se había convertido en un «trofeo para que aquel que quiera llegar allí, subirlo y traérselo para casa de cualquier forma».

Esta visión coincidía plenamente en aquella época con otros montañeros profesionales que ya asistían con sorpres a la trasformación de las vías normales en algo distinto al alpinismo. Uno de los primeros fue Sebastián Álvaro, director de 'Al filo de lo imposible', que ya había expresado en 2001 que las «expediciones comerciales están convertido a la montaña más alta de la tierra en otra cosa diferente», llegando a calificar al Everest como una «feria de vanidades», razón por la cual su equipo decidió no volver a la montaña.

Juanito Oiarzabal también se refirió entonces a la «desvirtuación» de la experiencia, mencionando que en el campo base se encontraban comodidades que iban «desde tener un baño con tu taza y tu inodoro, hasta una barra americana o una pantalla gigante para ver la televisión». En el mismo año, en 2014, Juanjo San Sebastián comparó la cantidad de personas en el campo base del Everest con la población de los pueblos más grandes de los valles de la zona, señalando que algunos escaladores se ponían los crampones por primera vez allí. Hoy todo ello ha ido más.

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Riesgo creciente en la ascensión

Oiarzabal anticipó el aumento exponencial del tráfico en 2015, declarando: «Se prevé que en 10 años la afluencia se multiplique por 100». Si bien la cifra es una exageración, sí ha aumentado de forma significativa 11 años después. En el periodo 2006-2019 ya se constató que la concentración de escaladores haciendo intentos de cumbre fue cuatro veces mayor que en el periodo anterior (1990-2005).

La concentración en las rutas normales ha llevado a que la ascensión en temporada alta por estas vías se defina más como «turismo» que como alpinismo. Las rutas normales, un «espacio muy pequeño» de la inmensa montaña, están masificadas, mientras que el Everest posee alrededor de dieciocho rutas adicionales que se mantienen vacías.

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Medidas regulatorias ante la masificación

Ante las crecientes preocupaciones por la congestión y el deterioro ambiental, Nepal ha comenzado a implementar nuevas regulaciones, cumpliendo con una directiva de la Corte Suprema emitida en mayo de 2024. Entre las medidas más notables, se encuentra el aumento significativo de las tarifas de los permisos. A partir del 1 de septiembre de 2025, el costo para escalar el Everest en la temporada de primavera subirá un 36%, pasando de 11.000 a 15.000 dólares por escalador.

Además, el gobierno nepalí ha introducido requisitos estrictos en un nuevo proyecto de ley de turismo, como exigir a los escaladores haber coronado previamente una montaña de más de 7.000 metros, prohibir la escalada en solitario, contratar al menos un guía por cada dos escaladores en cualquier ochomil y obligar a llevar una bolsa biodegradable para recoger los excrementos en los campos de altura, una norma que se extiende a todos los ochomiles de Nepal.

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A pesar de estos intentos de regulación, las estadísticas históricas muestran que la masificación sigue siendo una preocupación central que ha cambiado permanentemente la identidad de la montaña, tal como vaticinó Oiarzabal. El propio alpinista, quien ha ascendido dos veces al Everest, ha llegado a afirmar que el Everest «ya no me dice nada».

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