Las diez noticias clave de la jornada
Un padre con su bebé en brazos. LOLA FERNÁNDEZ
Gestación subrogada

250 vascos contratan cada año un 'vientre de alquiler'

Amplían la familia con la ayuda de mujeres dispuestas, previo contrato, a ofrecer su vientre para gestar un bebé y entregárselo tras el parto

Itsaso Álvarez

Domingo, 13 de junio 2021, 10:08

Hoy el arte de 'fabricar' un niño no se limita al encuentro sexual entre un hombre y una mujer. En este marco se presenta la ... figura de la gestación por sustitución o subrogada (peyorativamente, vientre de alquiler); una mujer que, a cambio o no de una compensación, se compromete a gestar un bebé para que otra pueda ser madre y después renuncia a los derechos de filiación sobre él. Es un fenómeno que no para de crecer y que ya está por encima de las tasas de adopción internacional.

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En Euskadi el volumen de nacidos por esta práctica que suscita multitud de cuestiones y planteamientos legales y éticos se estima en 250 al año. Aunque aquí no está admitida y la legislación establece que madre es sólo quien da a luz y pare. Así lo recoge la Ley de Técnicas de Reproducción Humana Asistida Española, que data de 2006. Por eso hay quienes recurren a otros países donde la gestación subrogada es legal para extranjeros (son bastantes, Inglaterra, Portugal, Holanda, Bélgica, Grecia, Serbia, Israel, Australia, Nueva Zelanda, Rusia, Sudáfrica, Canadá, EE UU, Ucrania, Argentina, México, Uruguay...) y a su vuelta piden el registro del niño, algo que comenzó a admitirse en España en 2009. «Está pasando lo que ocurrió con las adopciones en su momento. Que al principio eran puntuales y ahora están a la orden del día, pero la legislación no va al ritmo de la sociedad», explica la abogada especializada Ana Miramontes.

La primera vez que se dio a conocer que había sido médicamente posible que personas que padecen infertilidad pudieran tener un hijo genéticamente propio sin que la mujer que gestaba fuera la madre biológica fue en 1984 en Estados Unidos. La OMS apoya la gestación por sustitución y recuerda que no existe ningún estudio científico de psicología prenatal que haya demostrado que dañe al niño. En parte, el debate suele venir porque han salido a la luz «situaciones de explotación de mujeres pobres», advierte Pablo Bilbao, de la Asociación Gure Umeen Ametsak, que aglutina a familias que han recurrido a este método.

Olatz Mendiola y Celeste Donostia y Dallas (Texas, EE UU)

«Celeste es una mujer felizmente casada y con recursos, sólo quería ayudarme»

Olatz Mendiola tuvo la oportunidad de asistir al nacimiento de su hija Kala, que nació del vientre de Celeste en Dallas (Texas, Estados Unidos). DV

Cuando Olatz Mendiola, informática de profesión, tenía 33 años tuvo que someterse a una extracción de útero, el órgano donde tiene lugar el crecimiento y la maduración del feto. «Durante unos años estuve pensando la adopción, pero siendo madre soltera te dejan en espera y es prácticamente imposible. Y yo tenía clarísimo que quería ser madre», explica esta donostiarra. Buscó información en Internet sobre la gestación subrogada. «Todo lo que veía era un mundo muy oscuro, horrible. Se ofrecían personas para gestar como si fuera un supermercado, no me parecía serio». Una amiga de su madre le habló de una asociación española llamada 'Son nuestros hijos'. Investigó un poco y se unió a ellos. Allí le pusieron en contacto con una agencia en Estados Unidos con experiencia en seleccionar a mujeres que se prestan voluntarias para gestar al hijo de otra u otras personas y que se ajustara a sus principios éticos. «Llegué hasta Conceive Abilities, agencia con filiales en varios Estados que tenía muy pocas gestantes, pero con una característica común, querían hacerlo con el único propósito de ayudar a dar a alguien como yo algo que a ellas no se les había negado, la oportunidad de formar una familia». Finalmente fue Celeste, madre de tres hijos felizmente casada y sin necesidades económica, «menos que yo», subraya Olatz Mendiola, la que llevó a su hija Kala, que hoy tiene dos años y cuatro meses, en su vientre.

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Fue un proceso largo y complejo. «Tenía mis ahorros para poder empezar, pero tuve que meterme en un crédito importante. En el banco no suelen prestar dinero para algo que no sea un negocio concreto. Yo conté la verdad y me lo dieron». Celeste recibió una compensación mínima. Además de en el contrato legal, el presupuesto se va en su práctica totalidad en seguros médicos, clínicas, representantes legales para ambas partes, desplazamientos y estancia de al menos un mes (hasta que el nacido no tenga la documentación en regla y su correspondiente pasaporte no puede salir del país), gastos médicos que tiene cualquier embarazo (revisiones, ecografías, medicación...) y el carro de cosas que todo bebé recién llegado al mundo necesita. En el caso de Olatz Mendiola, hubo que sumar también la búsqueda de una donante de óvulos y su transporte y tratamiento.

«Celeste y yo nos elegimos mutuamente. También ella debía aprobarme. Las dos teníamos la misma manera de ver las cosas. Ella sabía mejor que yo cómo cuidar un embarazo y le di total libertad». Olatz llegó a Texas en el octavo mes de embarazo de Celeste y la acompañó en el parto. Cuando Kala nació, Olatz y ella vivieron unas semanas con los padres de Celeste. «El papeleo era tortuoso y me ayudaron tanto... Entre nosotros sigue habiendo una relación impresionante», indica esta mujer que aboga por la regularización de la gestación por sustitución. «Todo lo que no se regula está abierto a abusos», dice.

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Ainara Hernández, Gustavo Ortiz y Olga Vitoria y Kiev (Ucrania)

«Mi entorno recibió nuestra decisión con alivio porque yo no podía arriesgarme»

Olga, a la izquierda, con Aiur. Le acompañan Gustavo y Maren y, de pie, Ainara con Anna, la hija de Olga. DV

Ainara Hernández, profesora de Educación especial, y Gustavo Ortiz, funcionario, han podido tener descendencia gracias a dos mujeres de Ucrania, Ira y Olga. «Tenía 35 años cuando en una visita al cardiólogo me comentaron que podía tener dificultades para tener hijos. Fue el sopapo más grande que me había dado la vida. Recabé opiniones de otros cuatro cardiólogos y todos coincidieron: era muy arriesgado para mí y para el feto cualquier intento de embarazo. Así que nos planteamos cómo tener familia. Pensamos que la adopción nos podía sobrepasar en ese momento, entonces llegamos a la gestación subrograda. Tanto Gustavo como yo éramos fértiles». Esta pareja de Vitoria se puso en contacto con la Asociación por la Gestación Subrogada en España y con 'Son nuestros hijos' y acabaron haciendo un «viaje exploratorio» a clínicas y agencias de Ucrania.

«Tradujimos mis informes médicos al ruso y al ucraniano. Queríamos ver dónde nos estábamos metiendo, porque a nivel emocional, familiar y económico supone un salto impresionante», explica Ainara. «Con nuestra abogada de aquí nos decantamos por Ira, la gestante de nuestra hija Maren, que tiene ya cinco años. Tiempo después le planteamos ampliar la familia y, como no le era posible por cuestiones de trabajo, llegamos hasta Olga», que es madre de una niña y la gestante de su segundo hijo, Aiur, de tres años. «Tenemos relación con las dos. Seguimos enviándonos vídeos y felicitándonos los cumpleaños. Fuimos allí hace dos Navidades...».

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El entorno de la pareja recibió a los niños con alegría... y alivio. «La gestación subrogada suponía que yo no iba a ponerme en un riesgo. Pero hubiera sido muy doloroso ver comprometida la salud de otra mujer, así que estuvimos muy al tanto de todo», señala Ainara. «Hubo momentos de incertidumbre, sí, pero no nos daba miedo pensar que fuese Ucrania. Estuvimos con gente muy profesional, pero ojalá hubiera sido aquí. Nos volvíamos locos cuando recibíamos las ecografías en ruso y ucraniano. Hubiera sido una tranquilidad poder ir al ginecólogo y estar con la gestante sin el traductor del móvil».

Kristina Carmona y Mica Bilbao y Chatham-Kent (Ontario, Canadá)

«Mike va a saber siempre que estuvo en la tripita de Mica, a la que va a seguir viendo»

Mica, Kristina y el pequeño Mike, en el domicilio de la primera en Canadá. DV

Kristina Carmona, profesora de Secundaria, ha llegado hace 20 días de Canadá con Mike en su regazo y ha dejado allí a Mica, la mujer que ha hecho posible que esta bilbaína sea madre, el sueño de su vida. A Kristina le diagnosticaron con 34 años cáncer de cuello de útero. «Estaba bastante avanzado. Recibí radioterapia, quimioterapia y radioterapia interna. Mis médicos me decían que mi cáncer tenía tratamiento curativo y yo les decía pero no voy a ser madre, que es el sueño de mi vida». Se recuperó y un día vi en la televisión a Marta López, presidenta de la Asociación por la Gestación Subrogada en España hablando de esto. Mi conocimiento sobre ello era como el que tiene mucha gente aún. Esto es algo bastante turbio, yo no lo voy a hacer para nada. Le escuché decir lo que querían hacer en España y me leí la iniciativa de legislación popular que tenían en su web. Me dije, caray, esto se puede hacer de una manera garantista para todas las partes, esto va con mis valores».

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A partir de ahí, Kristina Carmona se decantó por «el modelo canadiense», donde las mujeres lo hacen «de manera altruista y tienen unas motivaciones impresionantes». «La mayoría coincide en que ellas no imaginarían una vida sin sus hijos y en la felicidad que les supone ver que gracias a ellas otras familias han conseguido una felicidad inmensa». Así las cosas, Kristina tuvo cinco gestantes antes de Mica, madre de tres hijos, que se echaron atrás porque por un motivo u otro «no era su momento». Crear los embriones, las clínicas, enfermeros, abogados, viajes, para cumplir con el proceso «son carísimos», apunta la madre de Mike, que no tiró nunca la toalla, a la vista está.

Kristina también inició un proceso de adopción hace siete años y no tiene intención de abandonarlo. «Quiero dejar claro que si primero hubiera adoptado un niño antes que Mike yo habría seguido queriendo tener mi hijo propio por gestación subrogada, que es la única vía que me quedaba a mí. A la mayor parte de la sociedad le da por tener hijos. No sé por qué nosotros, los que recurrimos a la gestación subrogada, tenemos que defender que no hemos adoptado. Pero en mi caso concreto, siempre he querido las dos cosas». Por lo pronto, «Mike va a saber siempre que estuvo en la tripita de Mica y se van a seguir viendo continuamente», asegura.

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